En defensa de la no agresión

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Matt Zwolinski, un filósofo político libertario y fundador del blog  Bleeding Heart Libertarians, tiene una propuesta sorprendente. Los libertarios, sugiere, deberían abandonar el principio de no agresión (PNA). El PNA dice “la agresión contra la persona o propiedad de otros siempre es incorrecta, definiendo la agresión de forma estrecha en términos del uso o amenaza de violencia física”.

Zwolinski plantea seis objeciones al PNA, dirigidas especialmente contra la forma en que lo interpreta Murray Rothbard. Los defensores del principio no tienen que preocuparse. Las objeciones no se justifican.

Zwolinski sugiere que, según Rothbard, sería erróneo entrar en la propiedad de alguien para alimentar a un niño de tres años que está a punto de morir de hambre. La persona que deja morir de hambre al niño no está agrediéndole, pero la invasión es una agresión.

Esto no tiene sentido. Hacer morir de hambre a alguien que no puede irse es asesinarlo. No tienes que tocar a alguien para matarlo: no hay un concepto libertario especial del asesinato, distinto del ordinario. Tampoco es el caso de que seas libre de violar los derechos de la gente, mientras estés dentro de tu propiedad. El libertarismo rothbardiano no es la doctrina de que cada persona es un déspota absoluto en su propiedad.

Zwolinski encuentra otro defecto en el PNA. Si, como enseñaba Rothbard, la contaminación industrial viola el PNA, ¿no deberíamos entonces prohibir que se envíe la más mínima pizca de humo a la propiedad de alguien, si protesta este propietario? Además, pregunta en un post anterior, ¿qué pasa si alguien protesta por unos pocos fotones de luz dirigidos a él: debería un asunto tan trivial tratarse como un daño? El PNA, tomado en sentido estricto, amenaza con destruir casi todas las actividades humanas. Si Rothbard replica a esto que la polución por debajo de un cierto nivel no se considera daño, ¿quién cree que debe decidir los límites del daño?

No creo que Rothbard hiciera la absurda afirmación de que los límites del daño fuera a decidirlos él. Más bien reconocía que establecer los límites del daño es un asunto de convención, establecido por la comprensión que prevalece en una sociedad. Zwolinski cae aquí en un error que cometen muchos libertarios. Niegan un papel a la convención a la hora de delimitar los límites para la aplicación de un concepto: salvo que la “naturaleza” resuelva el asunto, el uso de un concepto es caso de todo o nada. La objeción de Zwolinski acerca del riesgo falla por la misma razón. ¿Por qué debería un defensor del PNA sostener que o todos los riesgos de daño  deben prohibirse o ninguno? Repito, esa temible palabra, “convención” no debe pronunciarse. ¿O es más bien que piensa que Rothbard la rechaza? Dejemos que Zwolinski resuelva sus propias confusiones sobre esta cuestión.

Zwolinski no se equivoca siempre. Apunta correctamente que el PNA no nos dice qué derechos de propiedad tiene la gente. También tiene razón en que la “agresión” en el principio debe entenderse para cubrir violaciones de derechos de propiedad, así como el ataque físico directo. Indudablemente Rothbard entendía así el PNA. ¿Pero por qué, inmediatamente después de apuntar esto, afirma que una prohibición de fraude no es compatible con el PNA, porque el fraude no es violencia física? ¿Es mucho esperar de Zwolinski que entienda que su apunte acerca del significado de la agresión invalida su propia objeción respecto del fraude?

Zwolinski concluye sugiriendo que en lugar de ocuparse de sus objeciones añadiendo más epiciclos al PNA, deberíamos, en una revolución copernicana, abandonar la idea de que el PNA es el centro del universo moral. La analogía de Zwolinski cojea: Copérnico ofreció una alternativa a la astronomía ptolemaica, pero Zwolinski se limita a plantear objeciones a una teoría existente. Por cierto, que la teoría de Copérnico tiene también epiciclos.

Zwolinski responde. Gordon escribe:

Mi visión del caso del hiño hambriento difiere de la de Rothbard, pero no creo que de esto se deduzca que sostenga que un padre no tenga la responsabilidad de alimentar a su hijo y de que el padre pueda impedir que otro lo hago, por ejemplo, prohibiéndole entrar en su casa. La falta de una obligación positiva del padre de alimentar al hijo no conlleva el derecho del padre a asegurarse de que el niño muere.

No dije que lo que se considera como daño sea convencional. Más bien que cuando nos ocupamos de ciertos tipos de daño, establecer los límites del daño es (tendría que haber dicho en parte) convencía. No es convencional que la esclavitud está mal. A lo que objeto es a una afirmación de este tipo: “Si la esclavitud está mal, entonces un contrato de servidumbre de 30 años también está mal, luego lo mismo pasa con un contrato menos oneroso. No hay punto de parada en este caso: un contrato laboral que en el más mínimo grado limite las opciones futuras de alguien también está mal”. Es un argumento sorites y la respuesta a él, creo, es que vemos claramente que algunos contratos laborales son correctos y algunos no, pero que los límites exactos de los contratos laborales aceptables son un asunto de convención.

Creo que tu post original sufre de no dejar claro tu objetivo. ¿Es 1) La versión de la “agresión” del PNA; 2) La versión de los “derechos de propiedad del PNA; 3) Una o ambas versiones del PNA, interpretadas por Murray Rothbard; 4) la filosofía política de Murray Rothbard, independientemente de si sus opiniones concretas estén comprendidas en una o ambas versiones del PNA; 5) El PNA de la “agresión” tomado como axioma que abarca todas las demás partes de la teoría libertaria; 6) El PNA, en una o ambas versiones, tomado como un principio de moralidad sin excepciones en lugar de como un principio de justicia; 7) Varios de los temas anteriores?

¿Es el PNA una tautología inútil?

Julián Sánchez ha llevado la crítica del principio de no agresión (PNA) a un nuevo nivel. El principio nos dice que no cometamos agresión, pero, como han apuntado Matt Zwolinski y otros, no sabes qué se considera “agresión” salvo que sepas qué derechos tiene la gente. No puedes juzgar quién es el agresor simplemente viendo quién usa primero la fuerza. La persona que lo hace puede estar respondiendo a una violación de derechos y no ser un agresor en absoluto. El PNA, por tanto, no puede usarse como un axioma para deducir el resto de la teoría libertaria.

Sánchez va más allá. El PNA es una tautología que no añade nada de importancia a la teoría moral. Un derecho es, por definición, una reclamación que puede aplicarse por fuerza. “Pero toda la acción real está en la definición de los derechos: invocar el PNA no añade nada. Es equivalente a decir ‘solo por derechos aplicables por fuerza son realmente derechos’. Establecer tu derecho sobre (por ejemplo) tu coche es establecer que yo un podría tomarlo o usarlo sin tu permiso (tal vez salvo bajo circunstancias excepcionales, cuyos parámetros tenderán a estar implícitos en el argumento que establece el derecho). No es necesario ni ilustrador añadir premisas adicionales de que tomar aquello sobre lo que tienes un derecho se considere un ‘agresión’ y que uno no tendría que agredir”.

Aquí Sanchez se ha fijado en la palabra equivocada. Dice, en efecto: “Por supuesto, solo deberías aplicar una reclamación aplicable. ¿Qué otra cosa propones aplicar por fuerza, una reclamación no aplicable?” Indudablemente tiene razón en que no deberías aplicar una reclamación no aplicable, pero se ha olvidado de algo. No ha prestado suficiente atención a “reclamación”. Si tienes una reclamación moral, entonces se te debe algo. Las reclamaciones morales son personales. Pero algunas teorías morales no ligan el uso de la fuerza a las reclamaciones.

Como ejemplo, alguien podría estar a favor de las transferencias de riqueza de los millonarios a los pobres con la justificación de que aumentarán la utilidad. La persona podría además sostener que es apropiado usar la fuerza para hacer esto. Al adoptar esta postura, la persona no tiene que tener en mente los derechos en absoluto. El argumento no es que el pobre tenga un derecho a las transferencias de riqueza, de forma que si no se realizan dichas transferencias, se habrá privado a los pobres de lo que moralmente les pertenece. Por el contrario, la teoría sostiene que transferir riqueza en esta circunstancia es algo bueno a hacer y eso es todo lo que necesitas para justificar el uso de la fuerza.

En resumen, hay teoría morales no basadas en derechos. El PNA, aldar lugar el uso de la fuerza a las violaciones de derechos, rechaza el uso de la fuerza para alcanzar objetivos morales no fundamentados en reclamaciones de personas. Por tanto no es una tautología.

Sánchez podría responder que el PNA no añade nada a “la gente tiene derechos” o una lista de estos derechos. Estos ya excluyen teorías morales no basadas en derechos. Esta respuesta tampoco es correcta. Alguien que esté a favor de la transferencia de riqueza podría decir que un aumento suficiente en la utilidad compensa los derechos de propiedad de los millonarios: los millonarios pueden ser obligados a transferir su riqueza si no quieren hacerlo. Repito que esto no es decir que los pobres tengan un derecho a la transferencia. Algunas teorías morales incluyen ambos derechos y también otras consideraciones que justifican el uso de la fuerza. El PNA impide el uso de la fuerza que no responda a una violación de derechos, así que si añade a “la gente tiene derechos”.

Sanchez tiene razón en que el PNA no elimina por sí mismo una teoría que incluya derechos no libertarios, pero eso no lo hace inútil para los libertarios. El PNA no hace todo, pero sí hace algunas cosas.


Publicado el 24 de abril de 2013. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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