Obama contra las drogas

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El presidente Barack Obama es famoso por muchas cosas, incluyendo sus dos libros autobiográficos superventas. En esos libros, admitía abiertamente haber utilizado drogas ilegales cuando era joven, en concreto marihuana. Así que uno pensaría que sería propenso a reformar las leyes de drogas  y las instrucciones para sentencias o incluso legalizar la marihuana.

Por el contrario ha sido un hipócrita sobre el tema. Sugiere que las cosas pueden gestionarse mejor y que la prohibición de las drogas tiene ciertas consecuencias no deseadas, pero cuando se ocupa de la política y acción reales, su administración se ha mostrado poco abierta de miras respecto de la reforma.

Las dos áreas de mayor preocupación son su tratamiento administrativo de los dispensarios de marihuana médica y sus declaraciones respecto de la continuación de las acusaciones por violaciones de las normas federales sobre marihuana en Washington y Colorado, cuyos votantes esencialmente han anulado la prohibición de la marihuana. Incluso comparado con la administración Bush, Obama ha intensificado la batalla contra los dispensarios de marihuana médica.

Al aclarar su postura, Obama afirma que no quiere desperdiciar recursos en acusar a los consumidores de marihuana, para fines médicos o de otro tipo, en estados donde no se considera ilegal. Sin embargo, esto sigue significando que la gente tendrá que entrar en el mercado negro, al menos una vez al mes y afrontar todos los riesgos y costes asociados con estos viajes.

Atacar a gente enferma y consumidores dóciles de marihuana no es una manera de ganar amigos e influir en la gente. Si Obama insiste en extender la guerra federal contra la marihuana a Colorado y Washington, se arriesga a perder a la gente. De hecho, si la gente recurriera a la anulación por jurado, donde los jurados no condenan a quienes hayan cometido solo un “delito” sin víctimas, podría encender un levantamiento en todo el país al anular votantes y jurados todo lo “federal”. Sería un duro golpe contra su legado.

¿Por qué arriesgaría su legado para una ganancia tan pequeña?

Un gran grupo de más de 100 estrellas y celebridades ha dado un paso adelante con una carta al presidente pidiéndole que se centre en cambiar las leyes sobre drogas. El grupo incluye a gente como Ron Howard, Jennifer Hudson, Scarlett Johansson, Kim Kardashian, Nicki Minaj, Susan Sarandon, Will Smith y Lil Wayne.

La carta estaba también firmada por líderes de derechos civiles. Las leyes sobre drogas se piensa que generan directa o indirectamente más de la mitad de la población reclusa en EEUU y hay una gran preocupación por que las minorías sean objetivo de policías y fiscales.

El grupo fue organizado por el magnate del rap Russell Simmons, cofundador de Def Jam, la productora de música hip-hop. Simmons dijo que era el momento de reemplazar las sentencias de prisión por la educación, intervención y rehabilitación.

Es crítico que cambiemos tanto el modo en que pensamos sobre las leyes de las drogas en este país, como la forma en que generamos soluciones positivas que dejen un impacto duradero en reconstruir nuestras comunidades.[1]

Por supuesto, las opiniones políticas de este grupo de gente, en particular, no son una buena base para una política pública. Si Hollywood y los predicadores estuvieran al mando, uno solo podría imaginar lo chalada que sería nuestra sociedad. Sin embargo, cada vez que alguien prominente ilustra los males de la guerra contra la droga, debería considerarse una oportunidad para la reforma.

¿Debería el presidente Obama encender una guerra aún más horrible contra las drogas, al estilo de Ronald Reagan o debería seguir una camino distinto? ¿Liberalizar la guerra contra las drogas mejoraría su reputación y su legado o dañaría su legado, así como el resto de su segunda administración?

El presidente Jimmy Carter trató de hacer lo correcto con una aproximación de sentido común  a las drogas y le salió el tiro por la culata y empañó tanto su imagen como su legado. Incluso ayudó a empujar a los cristianos evangélicos hacia el Partido Republicano. Sin embargo, sus reformas nunca se implantaron realmente, debido a un escándalo que afectó al director de la Oficina de Políticas de Abuso de Drogas de la Casa Blanca. En consecuencia, nunca se produjeron beneficios de la reforma.

Primero, ¿cómo sería la liberalización de las drogas? El gobierno federal despenalizaría las drogas y aceptaría los derechos de los estados para legalizar la marihuana. En otras palabras, habría poca o ninguna gente enviada a la cárcel debido a la guerra contra las drogas. Posiblemente, medio millón de delincuentes no violentos se reunirían con sus familias y volverían al mercado laboral. Las drogas más fuertes podrían regularse, gravarse y podría obligarse a los incumplidores a aceptar consejo, tratamiento y otras restricciones. Las restricciones en la producción y distribución también se reducirían.

No es una legalización de las drogas en la que las drogas ilegales empezarían a ser tratadas como cualquier otro producto peligroso, como maquinaria pesada, automóviles y alcohol. La despenalización sería una mejora en muchas áreas. Como he escrito previamente:

La prohibición de las drogas es una carga para los contribuyentes. Es una carga para los presupuestos públicos. Es una carga para el sistema de justicia penal. Es una carga para el sistema sanitario. La crisis económica ha intensificados el dolor de todas estas cargas. La legalización reduce o elimina todas estas cargas. No debería sorprender que la prohibición del alcohol fuera abolida en lo más profundo de la Gran Depresión.[2]

La despenalización de las drogas se intentó en Portugal… ¡y funcionó! En 2001, el país tenía la tasa más alta en adicción a la heroína y muertes de SIDA relacionas con drogas a pesar de las crecientes sumas de dinero gastadas en acusaciones y encarcelamientos. A la desesperada, aprobaron una ley de despenalización que obligaba a la gente arrestada por posesión a optar entre buscar consejo o pagar una multa. Todos los indicadores sociales relacionados con drogas ilegales han mejorado notablemente desde entonces. La mayoría de los expertos atribuyen a la despenalización estas mejoras en todos los aspectos.[3]

Mencioné en la cita previa que no fue una sorpresa que se revocara la Ley Seca durante la Gran Depresión (¡el gobierno necesitaba el dinero!) Sin embargo, podrían sorprenderos saber que la abolición una razón importante de la popularidad duradera de FDR.[4]

Pensadlo. Estados Unidos tenía un desempleo del 25% y ninguna perspectiva de nuevos trabajos. El mercado bursátil había perdido un 90% de su valor y los bancos se cerraban en todas partes. La tasa de asesinatos se había doblado y el crimen violento había subido significativamente. Bandas y crimen organizado gobernaban las calles. Una persona probablemente no podría permitirse una cerveza aunque la hubiera encontrado. Lo únicos disponible era whisky “matarratas”. Era realmente el momento más deprimente de la historia estadounidense.

En 1932, Roosevelt pasó de ser un “seco” a ser un “mojado” para ganar la nominación del Partido Demócrata y luego batió con facilidad a Herbert Hoover por la presidencia. Hizo de su promesa de campaña de abolición su prioridad número uno.

Roosevelt tomó posesión el 4 de marzo de 1933. Después de ocuparse de la crisis bancaria y el presupuesto durante su primera semana en el cargo, el 13 de marzo apeló al Congreso para derogar la Ley Seca. El 23 de marzo firmó la Ley Cullen-Harrison, que legalizaba la venta en Estados Unidos de cerveza con un contenido en alcohol del 3,2%. No perdió el tiempo: la firmó un día después de su aprobación por el Congreso. Dijo con gran brío: “Creo que sería un buen momento para una cerveza”.[5]

La abolición de la Ley Seca fue la razón real de la popularidad de FDR. Los historiadores la atribuyen al New Deal y a la Segunda Guerra Mundial, pero ambos fueron negativos. El New Deal no nos sacó de la Gran Depresión (tampoco la Segunda Guerra Mundial) y la Segunda Guerra Mundial no mejoró los niveles de vida, sino que llevó a muertes y destrucción masivas.

Una vez alcanzada la abolición, todo el sector alcohólico, incluyendo destilerías, cerveceras y bodegas, volvió al trabajo. Se recontrató a los trabajadores. Los suministradores de entradas, como los granjeros, pudieron sentir el aumento en la demanda por sus productos y servicios.

El crimen disminuyó; con la tasa de asesinatos cayendo precipitadamente de vuelta a su nivel anterior a la Ley Seca. El delito violento y el delito en general cayeron significativamente. La fuente de dinero de sobornos, corrupción y bandas callejeras desapareció en su mayor parte.

Todos los niveles del gobierno (federal, estado, condado y local) reinstauraron impuestos, licencias y tasas sobre el sector del alcohol, pero los precios para los consumidores aun así cayeron sustancialmente y el whisky volvió a ser potable.

La gente estaba contenta por primera vez en casi cuatro años. Los días felices están de vuelta fue la canción de campaña de FDR y ahora es la canción del Partido Demócrata, pero pocos recuerdan que se escribió para una película para celebrar la abolición inminente de la Ley Seca. La canción aparecería en otras 42 películas en la década de 1930.

El presidente Obama debería aprender esta lección de FDR. La libertad y la prosperidad son lo que hace feliz al pueblo. La causa de la popularidad de FDR puede haberse visto oscurecida por historiadores cortesanos, pero meterse con gente enferma y moribunda y perseguir a drogadictos no es una forma de construir tu legado.

De hecho, el pueblo estadounidense está ahora a favor de la legalización de la marihuana con un margen del 52% al 45% o un 54%.[6] Los jóvenes mayores de edad están a favor de la legalización en un 65% y los más mayores son el único grupo de edad que se opone claramente a la legalización. Esto indica que una gran mayoría estará a favor de la legalización en el futuro. ¿Quiere Obama ser conocido como el presidente que acabó con la terrible guerra contra la droga o como el que la perpetuó?


[1] “Stars ask to help Obama change drug, jail policy,” Associated Press.

[2] “¿Por qué legalizar ahora?”, Mises Daily, 1 de julio de 2011.

[3] Michael Specter, A Reporter at Large, “Getting A Fix”, The New Yorker, 17 de octubre de 2011, p. 36.

[4] Mark Thornton, “La razón real de la popularidad de FDR”, Mises Daily, 20 de octubre de 2010.

[5] Ibíd.

[6] “Majority Now Supports Legalizing Marijuana“.


Publicado el 22 de abril de 2013. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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