El valor de los bienes de orden superior

0

[Principios de economía política (1871)]

Entre los más egregios de los errores fundamentales que han tenido las consecuencias de mayor alcance en la evolución previa de nuestra ciencia está el argumento de que los bienes poseen valor para nosotros porque se usaron bienes en su producción que tenían valor para nosotros. Luego, cuando me ocupe de la explicación de los precios de los bienes de orden superior, mostraré las causas concretas que son responsables de este error y de que se convirtiera en el fundamento de la teoría aceptada de los precios (en una forma plagada de todo tipo de precauciones especiales, por supuesto). Ahora quiero decir, sobre todo, que este argumento se opone tan estrictamente a toda experiencia que tendría que rechazarse incluso si ofreciera una soluciónformalmente correcta al problema de establecer un principio que explique el valor de los bienes.

Pero ni siquiera este último propósito no puede alcanzarse mediante el argumento en cuestión, ya que ofrece una explicación del valor de los bienes que podemos designar como “productos” pero no para el valor de todos los demás bienes, que aparecen como factores originales de producción. No explica el valor de los bienes que provee directamente la naturaleza, especialmente los servicios de la tierra. No explica el valor de los servicios del trabajo. Ni siquiera, como veremos después, explica el valor del los servicios del capital. Pues el valor de todos estos bienes no puede explicarse por el argumento de que los bienes derivan su valor del valor de los bienes gastados en su producción. De hecho, hacen su valor completamente incomprensible.

Por tanto este argumento no proporciona ni una solución correcta ni una que sea conforme que los hechos de la realidad, al problema de descubrir una explicación universalmente válida del valor de los bienes. Por un lado, es una contradicción con la experiencia y, por el otro, es patentemente inaplicable siempre que tengamos que tratar bienes que no sean el producto de la combinación de bienes de orden superior. El valor de los bienes de orden inferior no puede, por tanto, determinarse por el valor de los bienes de orden superior que fueron empleados en su producción. Por el contrario, es evidente que el valor de los bienes de orden superior está determinado siempre y sin excepción por el valor a futuro de los bienes de orden inferior a cuya producción sirven. La existencia de nuestros requerimientos de bienes de orden superior depende de que los bienes a cuya producción sirven tengan un carácter económico esperado y por tanto un valor esperado. Para asegurar nuestros requerimientos para la satisfacción de nuestras necesidades, no tenemos que tener a nuestra disposición bienes que sean apropiados para la producción de bienes de orden inferior que no tengan valor esperado (ya que no tenemos requerimientos de ellos). Por tanto tenemos el principio de que el valor de los bienes de orden superior depende del valor esperado de los bienes de orden inferior a cuya producción sirven. Por tanto los bienes de orden superior pueden tener valor o mantenerlo una vez que lo tienen siempre y cuando sirvan para producir bienes que esperamos que tengan valor para nosotros. Si se está de acuerdo con este hecho, también está claro que el valor de los bienes de orden superior no puede ser el factordeterminante en el valor a futuro de los bienes correspondientes de orden inferior. Tampoco el valor de los bienes de orden superior ya gastados en producir un bien de orden inferior puede ser el factor determinante de su valor presente. Por el contrario, el valor de los bienes de orden superior está, en todos los casos, regulado por el valor a futuro de los bienes de orden inferior a cuya producción han sido o serán asignados por los hombres que economicen.

El valor a futuro de los bienes de orden inferior a menudo (y esto debe observarse cuidadosamente) es muy diferente del valor que tienen bienes similares en el presente. Por esta razón, el valor de los bienes de orden superior por medio de los cuales tendremos a nuestra disposición bienes de orden inferior en algún momento futuro no se mide en modo alguno por el valor actual de bienes similares de orden inferior, sino más bien por el valor a futuro de los bienes de orden inferior a cuya producción sirven.

Supongamos, por ejemplo, que tenemos el salitre, el azufre, el carbón, los servicios laborales especializados, las herramientas, etc. necesarios para la producción de una cierta cantidad de pólvora y que por tanto, por medio de estos bienes, tendremos a nuestra disposición esta cantidad de pólvora en tres meses. Está claro que el valor de esta pólvora que esperamos tener en tres meses no tiene que ser necesariamente igual, sino que puede ser mayor o menor, que el valor de una cantidad igual de pólvora en el momento presente. También por tanto la magnitud del valor de los bienes anteriores de orden superior se mide, no por el valor de la pólvora actualmente, sino por el valor a futuro de su producto al final del periodo de producción. Incluso pueden imaginarse casos en que un bien de primer orden o de orden inferior no tiene absolutamente ningún valor actualmente (hielo en invierno, por ejemplo), mientras que al mismo tiempo los bienes correspondientes disponibles de nivel superior que garantizan el bien inferior en un plazo futuro de tiempo (todos los materiales e implementos necesarios para la producción de hielo artificial, por ejemplo) tienen valor con respecto a este futuro periodo de tiempo y viceversa.

Por tanto no hay una conexión necesaria entre el valor de los bienes de primer orden o de orden inferior en el presente y el valor de los bienes disponibles actualmente de nivel superior que sirvan para la producción de dichos bienes. Por el contrario, es evidente que los primeros derivan su valor de la relación entre requerimientos y cantidades disponibles en el presente, mientras que los últimos derivan su valor de la relación a futuro entre los requerimientos y las cantidades que estarán disponibles en momentos futuros cuando estén disponibles los productos creados por medio de los bienes de orden superior. Si aumenta el valor esperado en el futuro de un bien de orden inferior, en igualdad de condiciones, también aumenta el valor de los bienes de orden superior cuya posesión nos garantiza disponer en el futuro del bien de orden inferior. Pero el alza o baja del valor de un bien de orden inferior disponible en el presente no tiene necesariamente conexión causal con el alza o baja del valor de los bienes de orden superior actualmente disponibles.

De ahí que el principio de que el valor de los bienes de orden superior está regido, no por el valor de los bienes correspondientes de orden inferior del presente, sino más bien por el valor a futuro del producto, sea el principio universalmente válido de la determinación de valor de los precios de orden superior.

Solo la satisfacción de nuestras necesidades tiene para nosotros una significación directa e inmediata. En cada caso concreto, esta significación se mide por la importancia de las distintas satisfacciones para nuestra vida y bienestar. Luego atribuimos la magnitud cuantitativa exacta de esta importancia a los bienes concretos sobre los que somos conscientes de ser directamente dependientes para las satisfacciones en cuestión, es decir, las atribuimos a los bienes económicos de primer orden, como se ha explicado en los principios de la sección anterior. En los casos en que nuestros requerimientos no se cumplan o se cumplen de de forma incompleta por bienes de primer orden y en los que los bienes de primer orden tengan por tanto valor para nosotros nos dirigiremos a los bienes correspondientes del siguiente orden superior en nuestro esfuerzo por satisfacer nuestras necesidades tan completamente como nos sea posible y atribuimos el  valor que atribuimos a bienes de primer orden sucesivamente a bienes de segundo, tercer y sucesivos órdenes siempre que estos bienes de órdenes superiores tengan carácter económico. El valor de los bienes de orden superior no es, por tanto, en definitiva, nada más que una forma especial de la importancia que atribuimos a nuestra vida y bienestar. Por tanto, al igual que con los bienes de primer orden, el factor que es en definitiva responsable del valor de los bienes de orden superior es sencillamente la importancia que atribuimos a esas satisfacciones con respecto a las cuales somos conscientes de depender de las disponibilidad de bienes de orden superior cuyo valor se está considerando. Pero debido a las conexiones causales entre bienes, el valor de los bienes de orden superior no se mide directamente por el importancia esperada de la satisfacción final, sino más bien por el valor esperado de los bienes correspondientes de orden inferior.


Publicado el 11 de enero de 2012. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.