Refuerzo “real” para los argumentos austriacos

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En un artículo reciente, “La depresión de Hoover-Roosevelt revisada”, se destacaba la obra de Cole y Ohanian porque llegaba a conclusiones similares y por tanto reforzaba el trabajo histórico realizado previamente por austriacos y cercanos (especialmente Murray Rothbard, Robert Higgs y Richard Vedder y Lowell Gallaway), que explicaron la longitud de la Depresión de Hoover-Roosevelt.

¿Por qué es importante este trabajo para los austriacos? La obra, que aparece en revistas que ni siquiera los principales economistas ortodoxos pueden ignorar, añade más evidencias de que los austriacos tenían razón acerca de la causa de la longitud de la Gran Depresión, así como la profundidad del desempleo y el estancamiento que fue característico de la misma. La explicación austriaca de la Depresión de Hoover-Roosevelt es históricamente apropiada.

Igual que en la década de 1930, la recuperación de la Gran Recesión se ha obstaculizado por intervenciones dañinas del gobierno, acciones monetarias y fiscales que impiden la liquidación del mercado y la reasignación de recursos y política y retórica que generan incertidumbre de régimen.[1] Las explicaciones para este caso, basadas en fundamentos microeconómicos similares a los austriacos, deberían ser fuertemente consideradas. Esas explicaciones reflejan de la mejor manera posible causas y efectos reales y por tanto son mejores guías para las respuestas políticas apropiadas a la crisis y la reforma monetaria necesaria para impedir casos renovados de dañinos ciclos de auge-declive.

La obra de Cole y Ohanian está dentro del marco desarrollado por dos economistas ganadores del Nobel, Finn Kyland y Edward Prescott. El marco se conoce como la teoría real del ciclo económico (TRCE). La modelización es una subserie de modelos de equilibrio del ciclo económico que, en general, han sido criticados legítimamente por los austriacos.[2] Pero algunos de los resultados elaborados por los defensores de la TRCE pueden complementar la teoría austriaca del ciclo económico (TACE) y aumentar nuestra comprensión de los fenómenos del ciclo y otras fluctuaciones en la actividad económica (ver “Capital-Based Macroeconomics: Recent Developments and Extensions of Austrian Business Cycle Theory” o “Capital Based Macroeconomics: Boom and Bust in Japan and the US”).[3]

Los teóricos de la TRCE ven el patrón de la expansión y contracción presentes en los datos económicos como la respuesta de la economía sacudidas exógenas de la productividad. Estas “teorías modernas de ciclos económicos atribuyen las fluctuaciones cíclicas a sacudidas y perturbaciones acumulativas que golpean continuamente a la economía. En otras palabras, sin sacudidas no hay ciclos”. El dinero y la política del banco central son en buena parte irrelevantes con respecto a las expansiones y declives económicos. Los cambios en dinero, como en parte de la literatura de la banca libre y el análisis post-keynesiano, se suponen endógenos. A pesar de estos errores, la TRCE hace una afirmación con la que deberían sentirse cómodos los austriacos: las políticas anticíclicas son contraproducentes y conllevan más costes que beneficios.[4]

Prescott defiende que es “desafortunada”la aplicación de la expresión “ciclo económico” para describir los movimientos observados. Argumenta que los economistas intentan erróneamente explicar los fenómenos del ciclo independientemente del componente del crecimiento y que los fenómenos se entienden mejor con el uso de la teoría unificada del crecimiento y las fluctuaciones. Mises, Hayek y Rothbard siguieron una aproximación similar: una sola teoría económica unificada. Pero en la macroeconomía austriaca o basada en el capital, la teoría no solo explica las fluctuaciones, sino asimismo los fenómenos de auge-declive. En Teoría monetaria y ciclo económico, Hayek (1933, 54-60) diferencia fluctuaciones cíclicas de sacudidas (fluctuaciones al estilo de los modelos de la TRCE u otras aproximaciones de sacudidas exógenas). La interpretación de las fluctuaciones económicas como sacudidas es esencialmente una explicación “no económica” (pero no necesariamente sin importancia) del cambio económico:

El sencillo hecho de que el desarrollo económico no funciona muy uniformemente, sino que periodos de cambio relativamente rápido alternan con periodos de estancamiento relativo, no constituye en sí mismo un problema. Está suficientemente explicado por los ajustes del sistema económico a cambio irregulares en los datos, cambios cuya ocurrencia siempre tenemos que suponer y que no pueden ser explicados más allá por la ciencia económica.

Pero el ciclo de auge y declive presenta al teórico un reto diferente: Los fenómenos de la tendencia al alza del ciclo económico y de la culminación del auge constituyen un problema solo porque producen inevitablemente una caída en las ventas 8es decir, un desplome de la actividad económica) que no está ocasionado por ningún cambio correspondiente en los datos económicos originales.

Los defensores de la TRCE concluyen que su modelo puede explicar en torno al 70% de los fenómenos [fluctuaciones] de los ciclos económicos de posguerra. Pero los críticos responden que no hay “evidencias corroboradoras independientes para las sacudidas tecnológicas que se supone que dirigen los ciclos económicos”. Un modelo macroeconómico basado en el capital ayuda a interpretar mejor las evidencias históricas, incluso las evidencias creadas por otros métodos, y por tanto a identificar mejor las “sacudidas” al tiempo que se reconoce los efectos dañinos de las creación de dinero y crédito, lo que permite diferenciar mejor las “sacudidas” (cambios en actividad económica real destacados por la TREC y Hayek) de los ciclos creados del dinero y el crédito que destaca la TACE.

La tasas de crecimiento y el nivel de productividad varían y fluctúan en respuesta a las sacudidas, como sugiere la literatura de la TRCE. Pero debería mantenerse en mente que los ciclos de auge-declive sí se producen en torno a los cambiantes caminos del crecimiento. El ciclo de auge-declive siempre se genera por la el crédito circulante. El cómo y cuándo entre en el sistema el crédito creado puede llevar a variaciones históricas en el patrón de auge-declive. Pero en general, los hechos estilizados presentados por los defensores de la TRCE, que muestran que hay una mayor variabilidad respecto de las decisiones relacionadas con el tiempo (inversión, incluyendo variaciones en inventarios, y compras de consumo duradero en relación con la producción y el consumo totales), son coherentes con lo que predice la TACE como consecuencia de la creación de crédito.

A un nivel menor de agregación, lo que parece una respuesta de la economía a una sacudida “tecnológica positiva” puede ser en realidad una respuesta de la economía a una creación e crédito. El aparente aumento de la productividad es, en realidad, un auge artificial inducido por dinero/crédito.

Otro escenario común y probable es una respuesta combinada: la economía está sujeta a una sacudida de productividad verdaderamente exógena o a mejoras en las técnicas de producción. La mayor productividad potencial de los nuevos proyectos de inversión de todos los tipos aumenta la demanda de crédito, pero la mayor demanda de crédito se acomoda parcialmente mediante creación de crédito.

En todo caso, la respuesta en toda la economía será una combinación de crecimiento sostenible e insostenible. Parte de la expansión de la inversión durante el periodo de respuesta serán malas inversiones. Al irse descubriendo y corrigiendo las malas inversiones, la estructura de producción se acortará, la productividad disminuirá y los datos agregados generarán una sacudida negativa de productividad. La creación de dinero y crédito durante la expansión, en lugar de ser una respuesta endógena inocua de los bancos a los cambios en las condiciones del mercado, crea el escenario para el patrón de auge-declive del ciclo.

Aunque los fenómenos del ciclo económico pueden ser causados por sacudidas exógenas o una política monetaria inapropiadamente rígida, mucha de la actividad cíclica real se interpreta mejor como la consecuencia de un cecimiento insostenible creado por el crédito. Esta tipo de actividad cíclica es evitable con un marco monetario apropiado, pero puede ser difícil de corregir con políticas macroeconómicas a corto plazo. Una política económica monetaria basada en el principio de dinero sólido (no estable) acomodaría el crecimiento sostenible con la generación de inestabilidades endógenas y crecimiento insostenible.

Otra razón para destacar el trabajo de Cole y Ohanian, así como el trabajo en general de la TRCE, lo argumentan eficazmente J. Robert Subrick y Andrew T. Young en “Nobelity and novelty: Finn Kydland and Edward Prescott’s contributions viewed from Vienna”:

La concesión del Premio Nobel de Economía en 2004 a Finn Kydland y Edward Prescott representa una oportunidad para evaluar sus contribuciones a la luz de la economía austriaca. Explicamos lo básico de sus contribuciones (la aproximación del equilibrio general a las fluctuaciones económicas y la aproximación de la teoría de juegos a la política) y argumentamos que tienen ideas similares a las austriacas. Argumentamos que su metodología va en paralelo con la economía austriaca en varias formas importantes que no se han advertido. Concluimos que el Premio Nobel de Kydland y Prescott sugiere aproximaciones austriacas que pueden tener un impacto más importante del que han tenido en el pasado.

Entender adecuadamente los acontecimientos históricos es un componente importante, incluso esencial de la defensa estratégica de la libertad. El trabajo de Cole y Ohanian debería ser otra herramienta en el arsenal, pero queda mucho por hacer. El trabajo de Vedder y Gallaway tiene que extenderse para incluir la Gran Moderación, la Gran Recesión y el actual estancamiento. Los austriacos deberían aceptar la tarea sugerida por Ohanian para futuras investigaciones. Revisar la Depresión de Hoover-Roosevelt e integrar el impacto de todas las intervenciones públicas, incluida pero no limitada a la cartelización (y el capitalismo corporativo), la incertidumbre de régimen y las políticas fiscales y monetarias inapropiadas. También haría falta un estudio similar de los acontecimientos recientes. Los austriacos deberían asumir el reto de Subrick y Young. Los austriacos pueden y deberían tener un impacto más importante, especialmente dados los dos desastrosos auges-declives que han ocurrido desde 1998.


[1] Ver “Capital in Disequilibrium: Understanding the “Great Recession’ and Potential for Recovery”. The Quarterly Journal of Austrian Economics , 13, nº 3, 42-63 o “Are the Austrians Too Harsh?”.

[2] Ver Cochran, John P. y Glahe, Fred R. (1992). “The Use and Abuse of Equilibrium in Business Cycle Theory: A Praxeological Approach“. Cultural Dynamics 5(3): 356-370 que es asimismo el capítulo 11 de The Hayek-Keynes Debate: Lessons for Current Business Cycle Research.

[3] Parte de lo que sigue se basa en buena parte en estas fuentes, omitiendo las referencias.

[4] Ver “The Fraud of Macroeconomic Stabilization Policy”, otro importante trabajo de Vedder y Gallaway, que apareció en una importante revista austriaca, pero desgraciadamente se ha ignorado.


Publicado el 13 de mayo de 2013. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.