Las 5 razones por las que dejé de preocuparme por la política

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Cuando era joven, sentía la necesidad de entender la política e invertí  tiempo en estudiarla. Pero lo cierto es que en la medida en que transcurría el tiempo, recibía menos beneficios de esa inversión. Y en los últimos años me he dado por vencido totalmente.

En estos días, mi preocupación por la política se limita a cosas como estas:

  • ¿Quién está haciendo la guerra y dónde?
  • ¿En qué lugar de mi área están ocurriendo los crímenes?
  • ¿Existen leyes que me obliguen a trasladar mi negocio fuera de aquí?

Más allá de esto, no estoy interesado realmente. Veo los titulares, pero es raro que lea el artículo. Y soy muy feliz diciendo: “No me he interesado mayormente por ello”, cuando la gente pregunta mi opinión sobre las “noticias” del día.

He aquí el por qué:

#5: Consume una horrible cantidad de tiempo y energía

En serio, comience a contar el número de horas que invierte en ello. ¿Cuántas horas pasa escuchando  temas políticos en la radio, viendo programas políticos en televisión y leyendo artículos políticos en los periódicos?

Empiece a preguntarse acerca de la inmensa energía que gasta en ello. Todos tenemos unas limitadas reservas de energía; ¿realmente cree que los políticos constituyen el más elevado y mejor uso que podemos dar a nuestra energía? ¿Qué tal si emplea esa energía en hacer crecer su negocio? ¿O para educar a sus hijos? ¿O para ayudar a su vecino? Debe existir una docena de cosas más importantes que obsesionarse sobre los votos de los congresistas o de los jueces de la Corte Suprema.

#4: Es una adicción

Si el imaginarse a sí mismo haciendo caso omiso de la política le hace sentirse mal, entonces usted probablemente debería pasar de ella.

Inténtelo: Imagine su vida, en ausencia de la política. ¿Cómo le hace sentir esto? ¿Vacío? ¿Abandonado?

La verdad es que millones de nosotros somos adictos a la política. Las personas no pueden apartarse de ella – es el guión que dirige sus subconsciente las 24 horas del día, los siete días de la semana.

La adicción a la política es tan mala que incluso personas fuertemente religiosas invierten más tiempo en política que el que invierten en Dios. La Política es la obsesión de nuestra era.

#3: No cambia nada

Existía una calcomanía muy popular en los años 60 en la que se leía: “Si votar cambiara  algo, lo habrían ilegalizado”

Seamos honestos y admitamos que esta calcomanía está en lo cierto. Aun los mejores ejemplos – como Regan en la derecha u Obama en la izquierda- han fallado en lograr algún cambio. El gobierno es más grande que nunca, el gobierno estadounidense está involucrado en más guerras que nunca y la Constitución está siendo destrozada como nunca antes. ¿Es esto progreso?

¿Y qué hay de las tan cacareadas elecciones que siempre promueven? Personalmente, creo que Alvin Toffler estaba en lo cierto cuando les llamó “rituales de consolación”. Pero, apartando esto, lo cierto es que las elecciones están fuertemente controladas. En los Estados Unidos, dos partidos controlan firmemente quien  obtiene un voto y quien no. Todo está preestablecido, todo requiere la aprobación del partido. (La situación es ligeramente menos mala en Europa).

Y, por favor, entienda que “el gobernante” tiene más de 600 caras en DC- son millones de personas en miles de oficinas, todas presionando juntas para obtener una cantidad mayor de su dinero y poder gastarlo en ellos y sus departamentos.

Pero aun cuando la política no logra mayores cambios, mantiene a todo el mundo confinado dentro del sistema, al servicio del mismo. Para ilustrar esto, he aquí una cita que nunca he podido olvidar, y que espero que usted, igualmente, nunca olvide tampoco:

“Dejemoslos manifestarse todo lo que quieran en tanto que continúen pagando sus impuestos” -Alexander Haig, 1982

Mientras todos obedezcan al gobierno, ¿por qué deberíamos preocuparnos por sus reclamaciones? Los estadounidenses son casi un 100 % obedientes, así que, ¿por qué deberá preocuparse el gobierno en cambiar nada? No hay ninguna necesidad.

La política no cambia nada, porque sus actuales objetivos son los de mantener al pueblo tranquilo y obediente. Y en esto ha tenido un éxito brillante.

#2: Al final, se trata de violencia.

Este es un pasaje de mi novela “A lodging of Wayfaring Men”, que expresa esta idea:

La coacción es una condición sine qua non de la política; aquello sin lo cual la política no podría ser política. De hecho, si usted elimina la coacción, la política se transforma en otra cosa – economía.

La política no  puede existir sin la fuerza. Al final, se basa en la violencia. No importa cuanto quieran pintar todo de rojo, blanco y azul, la violencia o la amenaza de violencia es la base de todo. Como escribió una vez Jim Rogers, “En algún lugar, en cada proceso del Fisco, está involucrada una pistola”.

La política – gubernamental – está basada sobre una simple transacción: tomar el dinero de las personas en contra de su voluntad. Todo lo demás que hacen se vendría abajo sin esto.

Puede pensar que estoy siendo descortés al señalar esto, o puede presentar justificaciones para esto, pero el enunciado se sostiene: el gobierno toma dinero que no ha ganado, mediante un tipo de coacción u otra. De lo contrario, los impuestos serían voluntarios y el gobierno sería como cualquier otro negocio.

No me gusta tratar con empresas violentas.

#1: La política es una reliquia de un pasado de barbarie

Siendo que yo estudio el pasado antiguo, puedo seguir el rastro del hombre gobernando sobre los hombres desde hace cerca de 6.400 años antes de Cristo. Puedo rastrear un gobierno muy semejante al nuestro desde hace cerca de 5.000 años antes de Cristo.

Así que, ¿qué otra cosa continúa, aún hoy, rigiendo la vida de los hombres desde 2.000 años antes de que se construyeran las pirámides?

Si existe algún ejemplo de los fallos de la evolución humana sobre la tierra, tiene que ser este.

El hombre ya no tira del arado. Ya no enciende el fuego empleando pedernal. Ya no tiramos de trineos o carros de madera ni dependemos de la fuerza de los animales para tirar de ellos. Hemos aprendido a escribir, a inventar, a navegar, a cubrir distancias inmensas, a conducir, a volar, a llegar a los cielos…

Y todavía mantenemos esta reliquia del pasado primitivo. Y, por favor, no me digan que la mantenemos porque es algo bueno – la gente se queja más del gobierno de lo que se quejan acerca del cáncer.

Para ilustrar la naturaleza bárbara del gobierno, considere esto: a miles de personas como yo nos gustaría experimentar diferentes formas de vida, pero eso nos está prohibido. A nadie se le permite abandonar el juego. Si usted lo intenta, será asaltado por hombres fuertemente armados y le encerrarán en una jaula, o quizás simplemente le roben el dinero del banco al que usted se lo confió. Pero aún en ese caso, los aduladores del gobierno informarán solemnemente al mundo entero de que usted es un malhechor.

No se permite salir y todas las tentativas de fuga se enfrentarán con la violencia. ¿Cómo no va a ser esto una barbarie primitiva?

Es su decisión.

Así que, ahí lo tiene. Ustedes son chicos y chicas ya mayores y pueden tomar sus propias decisiones, pero tengo que decirles: yo soy muy feliz con la mía. Estoy menos estresado, soy más productivo y tengo una mayor claridad de pensamiento.

Cada cierto tiempo, algún amigo me pide que examine algún tema político. Y, prácticamente siempre, declino cordialmente; me hace sentir lo mismo que cuando mi madre quería que comiese hígado.


El artículo original se encuentra aquí. Traducido del inglés por José Manuel García.

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