Esta misma semana, el Tribunal Supremo rechazó unánimemente una demanda masiva de discriminación sexual contra Walmart. Revocando una sentencia de un tribunal inferior, el Tribunal Supremo levantó la barrera a futuras demandas legales contra grandes empresas. Como cabía esperar, los canales a favor de las empresas defiende la sentencia, mientras que los abogados de mujeres y minorías la lamentan.
En el presente artículo no explicaré los temas legales concretos del caso, ya que no soy abogado. Por el contario argumentaré que la teoría libertaria estándar dice que no debería haber leyes contra la “discriminación”, porque son infracciones ilegítimas de los derechos de propiedad. Además, en la práctica esas leyes son completamente arbitrarias ya que es imposible evitar realmente l discriminación. El libre mercado proporciona las sanciones implícitas por prácticas que la mayor parte de la gente tiene en mente cuando quieren que el gobierno sancione el “comportamiento discriminatorio”.
Tomarse en serio los derechos de propiedad
La objeción libertaria habitual a la legislación “antidiscriminación” es que viola el ejercicio de los derechos de propiedad. Si posees un negocio, deberías tener la capacidad legal de contratar a quien quieras.
El principio es suficientemente directo en relación con los derechos de propiedad en una disposición personal. Por ejemplo, ni siquiera la gente que apoya leyes contra la discriminación en los negocios se atrevería a decir que (por ejemplo) el dueño racista de una casa tenga que invitar a gente negra a su barbacoa el 4 de julio. La mayor parte de la gente se contenta con decir que el dueño es un idiota y debería verse rehuido por la sociedad educada, pero su casa es su propiedad y el gobierno literalmente no puede obligarle a acoger a gente contra su voluntad.
Incluso en un marco empresarial, las inclinaciones de la gente pueden cambiar cuando se vuelven las tornas. Como demuestra este vídeo, mucha gente no cree que un propietario negro de un restaurante debería verse obligado a atender a alguien del KKK. Pero indudablemente sería discriminatorio permitir que grupos concretos disfruten de una mayor generosidad en el uso de su propiedad.
Como pasa con los asuntos políticos más candentes, no hay conflicto entre teoría pura y pragmatismo en el contexto de un mercado libre. Aunque al lector no le conmueva una apelación a los derechos de los dueños de negocios, el resto de este artículo argumentará que el mercado libre tiene incentivos para “castigar” justamente el tipo de discriminación al que objeta la mayoría de la gente.
Entrando en harina: ¿Parece mala toda discriminación?
Estoy en definitiva argumentando que el mercado libre proporciona una sanción financiera al comportamiento empresarial que los defensores de las leyes antidiscriminación piensan que deberían “evidentemente” ser ilegales. Pero antes de que pueda ocuparme de este punto, tenemos que centrarnos en las prácticas concretas que la gente tiene en mente cuando usa el término “discriminación”. Como veremos, hay toda una serie de prácticas de contratación que la mayor parte de la gente apoya o al menos tolera, aunque son bastante claramente discriminatorias.
Consideremos el papel de Virginia Woolf en la película Las horas. Nicole Kidman se quedó con este papel. Pero supongamos que hubiera aparecido Dustin Hoffman para hacerlo antes de que se hubiera tomado esa decisión. Podemos imaginar al director de casting perplejo y abochornado explicando “Lo siento Mr. Hoffman, pero no parece apropiado para este papel”.
Hoffman podría presionar para conocer los detalles. ¿Qué tenía concretamente de malo su interpretación? Después de todo, había consultado a varias novelistas y leído extensamente acerca de Virginia Woolf. Realmente pensaba que había clavado la escena que acababa de interpretar. Y no le diga que no puede interpretar a una mujer: hizo un gran trabajo en Tootsie.
Por supuesto, el director de casting le explicaría que esto es una tontería. Dustin Hoffman no podía interpretar a Virginia Woolf en Las horas, poruqe, bueno, es un hombre. Fin de la historia.
Ahora ¿alguien retrocede horrorizado ante este clarísimo ejemplo de “discriminación sexual”? Tal vez unas pocas feministas radicales y algún otro, pero la mayoría de la gente, no. Dirían: “Vamos, Murphy, estás siendo absurdo. Eso no es el tipo de cosa de lo que estamos hablando”.
Consideremos un ejemplo distinto. Las mineras del carbón (al menos en una comunidad) representan solo el 2% de la mano de obra, aunque sean aproximadamente la mitad de la población. Así que eso constituye una clara discriminación sexual contra las mujeres, ¿verdad?
En realidad, tampoco. La mayoría de la gente entiende que hay otros factores que generan esta enorme disparidad. Parte del enorme exceso de representación de los hombres en las minas de carbón podría deberse a jefes sexistas, pero antes de hacer ninguna acusación contra ellos, tendríamos que controlar cuidadosamente otros factores.
Último ejemplo: Si vamos a todos los restaurantes Outback en todo el país y contamos (a) las mujeres que trabajan como camareras, atendiendo a la gente en la puerta y (b) las mujeres asignadas a la limpieza de platos, ¿notaremos algún patrón en su apariencia física? Voy a jugármela y decir que el primer grupo sería mucho más atractivo, tal y como se define convencionalmente.
¿Es también este otro caso de parcialidad descarada e intolerable por parte de los propietarios de negocios? ¿Por qué no se levantan en armas los estadounidenses por esta política discriminatoria? De hecho, ¿qué pasa con todas las bellísimas estrella de cine?
La razón por la que la mayoría de los estadounidenses están perfectamente contentos con estos últimos ejemplos de discriminación es que es lo que quieren. La mayoría de los estadounidenses no tienen una preferencia particular en tner un hombre o una mujer cobrando sus alimentos en Walmart, asi que se toman en srio declaraciones de discriminación sexual. Pero los estadounidenses en general sí tienen un preferencia por ser recibidos en la puerta de un restaurante por una mujer joven y guap y por eso los restaurantes atienden esa preferencia. Esto también explica por qué los productores de cine están dispuestos a pagar millones de dólares por actrices bellas, aunque actrices dramáticas menos atractivas pudieran hacer “la misma” interpretación por mucho menos dinero.
A qué llama la gente discriminación mala
A la vista de los ejemplos anteriores de lo que la mayoría de la gente no incluiría cuando reclama que el gobierno acabe con la “discriminación”, podemos definir así la práctica objetable: las empresas se dedican a una discriminación injusta cuando tratan a los empleados de manera diferente, aunque este trato diferente no tenga ninguna base en la rentabilidad.
Aunque el estadounidense típico podría no pensar en el tema según el principio que acabo de indicar, creo que explica adecuadamente la mayoría de sus juicios intuitivos respecto de la discriminación aceptable frente a la “mala”. Repito que la mayoría de los estadounidenses protestan si a una mujer (por ejemplo) se le trata de manera distinta por sus jefes aunque el hecho de ser mujer “no tenga nada que ver con el trabajo”. La única aclaración que añade mi principio es definir con precisión lo que queremos decir con “tener algo que ver con el trabajo”, es decir, contribuir a la rentabilidad del negocio.
Por ejemplo, el principio explica la intuición que tienen la mayoría de los estadounidenses de que es aceptable que Outback muestre una fuerte preferencia por mujeres jóvenes y guapas como camareras, aunque no es aceptable que un director de una gran empresa contrate solo mujeres jóvenes y guapas como ayudantes ejecutivas. Los primero le parece a la gente una práctica empresarial normal, mientras que lo segundo parece una “discriminación injusta”.
Si se analiza, la razón pata esta distinta intuición se reduciría la hecho de que contratar a mujeres guapas como camareras es realmente una “decisión de negocio” atendiendo a las preferencias del cliente, mientras que contratar a mujeres guapas como como asistentes ejecutivas de nivel medio es una “decisión personal” atendiendo a las preferencias del director. La primera práctica da más dinero a la empresa, mientras que la segunda se lo hace perder.
El mercado libre castiga automáticamente la discriminación “mala”
Ahora que hemos llegado hasta aquí, basta un simple paso para probar que el libre mercado castiga automáticamente la discriminación “mala”. Al contrario que bajo las leyes del gobierno, aquí no hay posibilidad de que una parte culpable escape de su castigo y el propio castigo es exactamente proporcional a la severidad del “delito”.
Tomemos un ejemplo concreto. Supongamos que hay una vacante en el puesto directivo en Walmart con un salario de 75.000$. El proceso de entrevistas ha dejado dos candidatos: una mujer que contribuiría en 85.000$ en beneficios extraordinarios (sin contar con su salario) a Walmart frente a un hombre que contribuiría en solo 80.000$ al año.
Supongamos además que debido a su cultura corporativa, los ejecutivos de Walmart no pueden ver esta realidad. Por el contrario, creen falsamente que la mujer acabará abandonando su empleo después de unos pocos años para crear una familia, aunque no sea así. Así que Walmart promociona al hombre y deja a la mujer en su cargo actual reponiendo los cereales en los expositores.
¿Qué ocurriría ahora a Walmart en este escenario en un verdadero mercado libre? Es verdad que ningún juez público concedería daños y perjuicios a la mujer si presentara una demanda. Sin embargo, en un sentido muy real, Walmart se ha visto “multada” con 5.000$ en beneficios potenciales. Si hubiera promocionado a la (mejor) solicitante femenina, su renta neta habría aumentado en 10.000$. Por el contrario su decisión errónea solo genera un aumento en la renta neta de 5.000$.
Los críticos intervencionistas podrían responder que esto difícilmente será un incentivo para que los propietarios de Walmart pongan en marcha políticas para extirpar esta tendencia. Pero estos mismos críticos, en otros contextos, acusan a las grandes empresas de perpetrar todo tipo de maldades en la búsqueda ciega de beneficios. ¿Están las empresas dispuestas a externalizar trabajos y vender productos no seguros por dinero, pero no a eliminar la discriminación de sus directivos por dinero?
La historia no acaba aquí. Si la discriminación es suficientemente grave, no solo Walmart “pierde” automáticamente los beneficios potenciales, sino que es una gran oportunidad para la competencia de contratar a sus empleados mal pagados, definiendo “mal pagados” en relación con la productividad real de los trabajadores. Poe ejemplo, si fuera verdad que cientos de miles de mujeres están siendo sistemáticamente mal pagadas por Walmart, entonces Target y otros almacenes podrían conseguir una enorme ventaja ofreciendo pequeños aumentos de sueldo y induciéndolas a despedirse a todas.
Es verdad que en el mundo real las cosas son más complicadas que los sencillos relatos anteriores. Por ejemplo, una mujer que haya trabajado 20 años en diversos departamentos de Walmart sería más productiva como directiva en Walmart que en (por ejemplo) Target. Por tanto la supuesta diferencia en salario tendría que ser bastante grande para que tuviera sentido cambiar de almacén.
Sin embargo, permanece lo importante: si los empleados se ven sistemáticamente mal pagados por una empresa, hay un incentivo automático para otras empresas para arrebatárselos. Además, a largo plazo, nuevos trabajadores entrarán en las empresas que tengan una reputación de prácticas justas de promoción y salarios. Si fuera realmente el caso de que las mujeres en Walmart acabarán encontrando un techo de cristal, entonces las mujeres jóvenes que quieran hacer una carrera en ventas necesitarían un salario más alto de inicio en Walmart para convencerlas para trabajar allí en lugar de en la competencia.
Conclusión
Al ser un asunto de derechos de propiedad, los propietarios de empresas deberían poder “discriminar” legalmente igual que los dueños de viviendas. En la práctica, hay todo tipo de prácticas claramente “discriminatorias” a las que objeta poca gente. Una vez definimos con precisión lo que queremos decir con discriminación “mala”, vemos que el mercado libre contiene sanciones financieras automáticas para ella. Por tanto no hay ni un derecho ni una necesidad de la intervención del gobierno para remediar prácticas discriminatorias injustas.
Publicado el 22 de junio de 2011. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.