Apocalipsis zombi en un cómic de ‘DC’

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Toda mi vida he estado viendo al gobierno federal de EEUU aumentar constantemente su poder, pero nunca esperé que lo expandiera hasta el negocio de los cómics. Imaginad por tanto mi sorpresa cuando encontré un cómic (perdón, una “novela gráfica”) en el sitio web oficial del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), una pequeña pieza maestra del género de terror titulada: Preparedness 101: Zombie Pandemic. Evidentemente, el principio político de “nunca desperdiciar una buena crisis” se extiende incluso a las crisis de la ficción. Tal vez inspirado por su aparición en los dos últimos episodios de la primera temporada de la popular serie de televisión de AMC, The Walking Dead, el CDC decidió hacer su propia contribución al creciente cuerpo de historias apocalípticas de zombis y apuntarse algunos tantos de propaganda en el proceso. No sorprende que, en su propio sitio web, el CDC consigue hacer aquello en lo que él mismo (o cualquier otra institución pública) fracasa notablemente en The Walking Dead, que es llegar a una solución rápida de la epidemia y trabajar para curarla.

El hecho de que el CDC, una unidad del Departamento de Sanidad y Servicios Humanos de EEUU, decida subirse al actual carro zombi de la cultura pop estadounidense nos dice algo: Hay más en juego en estos relatos apocalípticos del “fin del mundo como lo conocemos” que su simple valor como terror. Aparte de todo lo macabro y sangriento que tienen, estas narraciones zombis plantean algunos asuntos esenciales, sobre todo la cuestión de la relación del gobierno con el orden social. ¿Es la planificación centralizada por parte de expertos del sector público la solución a los problemas humanos (como sugiere el cómic de CDC) o la intervención pública en asuntos humanos por lo general empeora las cosas (como veremos que insinúa The Walking Dead)?

La proliferación de historias de zombis representa una tendencia más general hacia escenarios de crisis en nuestra cultura, que extrañamente resulta ser una medida de las actitudes del pueblo hacia el estado. El colapso del comunismo a finales de la década de 1980 dejó desacreditada la planificación centralizada. Así que sus defensores se han visto obligados a encontrar nuevas formas de argumentar sus planes socialistas, por ejemplo, escondiéndolos bajo la bandera del ecologismo. Los aspirantes a planificadores centralizados pueden conceder que en el discurrir normal de las cosas los mercados libres hacen un trabajo mejor en asignar recursos económicos escasos, pero, argumentan, pueden producirse crisis o desastres de tal tamaño (nacional o incluso global) que solo la planificación centralizada por parte de estados-nación u organizaciones internacionales pueden ocuparse adecuadamente de ellos. Se podría llamar a este fenómeno “socialismo de rostro apocalíptico”.

Películas y programas de televisión a lo largo de las pasadas dos décadas han mostrado historias de cometas o asteroides en dirección a  la tierra, de calentamiento (o enfriamiento) global catastrófico, de extraterrestres invasores, de erupciones volcánicas y terremotos a escala planetaria, de epidemias virales de proporciones pandémicas, etcétera.[1] Las historias de zombis son solo un subgrupo de este género de historias de catástrofes globales o cósmicas. Muchas de estas historias muestran a gente normal como desamparada ante el desastre. Entran en pánico o se quedan paralizadas o desesperan o de otras maneras empeoran las cosas para sí mismos. La gente ordinaria se muestra teniendo que confiar en élites que las salven, a menudo una combinación de expertos científicos y fuerzas especiales militares, patrocinadas y dirigidas por gobiernos nacionales u organizaciones internacionales como la ONU.[2] Esta es la forma en que estas historias apocalípticas en la cultura pop han contribuido a una especie de recuperación del pensamiento socialista. Los seres humanos individuales, empequeñecidos y abrumados por una catástrofe global o cósmica se ven obligados de dirigirse al gobierno para salvarse.

El Zombie Pandemic del CDC sigue este guion ya conocido. La historia se cuenta en buena medida desde la perspectiva de una pareja normal, llamados Todd y Julie, que escuchan en anuncios del CDC por televisión la noticia de una plaga zombi desatada. La pareja se hace caso obedientemente a la advertencia enviada por el CDC: “Manténganse en su casa. No salgan”. Este comportamiento pasivo por parte de los ciudadanos normales promete ser recompensado porque el CDC progresa notablemente deprisa (uno podría incluso decir que increíblemente deprisa) al ocuparse de la plaga zombi. Solo unos pocos días después, uno de sus doctores proclama: “Sí, el departamento de sanidad lo envió el lunes y hemos conseguido hacer el mapa del ADN del virus. Parece ser una forma muy mutada de la gripe. La hemos llamado Z5N1”. Trabajando contra reloj, el CDC pronto llega a la contramedida necesaria para el estallido zombi; como anuncia un doctor: “Estamos usando el mismo tipo de vacuna que usamos para la gripe estacional”. A pesar del historial irregular de las vacunas de la gripe, supongo que esta noticia se supone que es tranquilizadora.

Todd y Julie continúan siguiendo las instrucciones que reciben de los anuncios de servicio público en la radio y así se dirigen a los que se califica como una “zona segura” en una escuela elemental cercana. Los funcionarios del Departamento de Sanidad del Condado monitorizan cuidadosamente su entrada en la zona segura, donde se les asegura que la vacuna está en camino. Por desgracia, justo cuando parece que nuestro héroe y heroína están a salvo, los zombis se agrupan en torno al edificio de la escuela. Ante la posibilidad de verse superados por los zombis, los guardias militares vacilan en usar sus armas: “No podemos dispararles. ¡Son nuestros conciudadanos!” Evidentemente el CDC se niega a retratar a soldados utilizados para matar estadounidenses (supongo que no había drones disponibles). Los zombis se abren paso hasta el gimnasio donde la gente pensaba que estaba segura y “se produce un pánico masivo, ya que todos se dan cuenta de que no hay lugar al que huir”.

Justo cuando las cosas están empezando a ponerse verdaderamente feas, Todd se despierta y descubre que todo esto era solo una pesadilla, producida por haber visto recientemente una película de terror. Pero la experiencia no ha sido en vano. La historia termina con Todd diciendo a Julie: “He estado pensando… realmente deberíamos tener un kit de emergencia por si pasa algo. ¿Qué pasaría si estuviéramos atrapados en la casa y tuviéramos que evacuarla? ¡Tenemos que tener un plan!” Con su uso de la vieja convención de “fue solo un sueño”, Zombie Pandemic no va a ganar ningún premio en una convención de cómics. Pero sí consigue incluir el mensaje que el CDC desea promover.[3] Ante cualquier gran desastre, los ciudadanos normales tienen que confiar en las autoridades e instituciones del gobierno para que les salven y en particular deben seguir las instrucciones oficiales al pie de la letra. Los científicos del gobierno llegarán rápidamente a la solución para cualquier problema catastrófico y se asegurarán de que esté disponible para todos los ciudadanos. La planificación centralizada, especialmente por parte de gobiernos expertos, y los modelos centralizados de control son la respuesta adecuada a cualquier crisis. La pesadilla de Todd no es solo un pretexto narrativo, una forma cómoda de cortar la historia: es asimismo una evasión ideológica. Si todo es solo un sueño, el CDC no tiene que afrontar las implicaciones del hecho de que su “plan perfecto” podría en realidad fracasar en la práctica.

El autorretrato del CDC en Zombie Pandemic puede establecer un récord en autopromociones lamentables por parte de una burocracia federal, pero su afirmación de la maestría técnica de los expertos del gobierno se repite en muchas historias de desastres que provienen de Hollywood. Pero no todas. En años recientes, la cultura pop ha empezado a ofrecer contrahistorias que ponen en cuestión la sabiduría de la planificación centralizada pública y sugieren que ante un desastre, incluso a escala masiva, la iniciativa individual, el conocimiento local, confiar en sí mismo, y la dispersión de la población y recursos ofrecen las mejores posibilidades de supervivencia. Quizá sea The Walking Dead, tanto en su encarnación original como libro de cómics como en su recreación como serie de televisión de cable de AMC, el intento más interesante de deconstruir la ideología pro-gobierno de muchas historias de desastres de Hollywood.


[1] Explico este tipo de historias, especialmente las invasiones alienígenas en mi libro The Invisible Hand in Popular Culture: Liberty vs. Authority in American Film and TV (Lexington: University Press of Kentucky, 2012), esp. 137-166, 299-347, 388-395, 419-433.

[2] Un buen ejemplo de este tipo de película en el género de zombis es World War Z, de 2013, basada en la novela de Max Brooks del mismo nombre (Nueva York: Crown, 2006).

[3] En la columna de Maureen Dowd sobre la película World War Z, “A Zombie Scare With a Zombie Chaser” (New York Times, 22 de junio de 2013), se cita al Dr. Ali S. Khan, el director de la Oficina de Preparación y Respuesta de la Sanidad Pública del CDC, diciendo con respecto a Zombie Pandemic: “Te puedes reír ahora, pero cuando ocurra, estarás contento de leer esto y, mira, tal vez incluso aprendas una cosa o dos acerca de cómo prepararte para una emergencia real”. Respecto del consejo de CDC respecto a dicha preparación, consiste principalmente en recomendar un kit de emergencia, con cosas obligatorias como “un abrelatas manual” y “juegos y actividades para los niños”. El CDC no dice nada de acumular armas y munición. Como veremos, The Walking Dead hace más que resaltar esta omisión en su consejo para preparaciones para el día del juicio final, que se concentra en cómo reunir un arsenal casero.


Publicado el 20 de septiembre de 2013. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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