Paul Cantor sobre la élite tecnocrática en la cultura popular

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[Paul Cantor habla con el Instituto Mises sobre su nuevo libro, The Invisible Hand in Popular Culture: Liberty vs. Authority in Film and TV, disponible ya en The University Press of Kentucky]

En Invisible Hand, dedica cierto tiempo a explicar cómo el cine y la TV son procesos cooperativos y no producto de un solo artista. ¿Por qué es importante para su visión de la cultura popular?

Paul Cantor: Mucha gente que condena la cultura pop y la desdeña como sin valor artístico se preocupa por el hecho de que las películas y los programas de televisión no son casi nunca el producto de un solo artista trabajando por sí solo. Es por tanto importante mostrar que muchas de las grandes obras de la alta cultura fueron también un proceso colaborativo. No hay nada respecto de la cooperación en la creación artística que impida una alta calidad. Muchos cocineros pueden arruinar el caldo, pero también puede que cada uno añada un sabor propio y trabajen juntos para llevar la receta a la perfección. El proceso de sinergias y retroalimentación funciona en la cultura popular igual que en otras áreas de trabajo humano. Todo esto es parte de mi defensa de la cultura popular: demostrar que las condiciones de producción en el cine y la televisión no son necesariamente incompatibles con el éxito artístico ni con el comercial.

Al leer sus capítulos sobre películas de extraterrestres y del oeste en las décadas de 1950 y 1960, se destaca en muchos casos el papel de las élites intelectuales y políticas. ¿Persisten hoy estos mismos temas?

Paul Cantor: En capítulos posteriores, demuestro que muchos programas contemporáneos de televisión expresan un miedo a que las élites tecnócratas tomen el control de las vidas de los estadounidenses normales. Es el tema oculto en muchos relatos de invasiones alienígenas: una civilización tecnológicamente avanzada aparece y reclama que los estadounidenses entreguen su libertad a cambio de todo tipo de beneficios materiales. En V, los alienígenas prometen en concreto atención sanitaria universal, energías limpias y enormes proyectos de obras públicas. Incluso la prensa percibió las resonancias con las promesas de campaña del presidente Obama. Y por supuesto, ningún programa hace un trabajo mejor que South Park a la hora de exponer la hipocresía y pretensiones de las élites en Estados Unidos, especialmente en Hollywood.

Usted dedicó su libro anterior, Gilligan Unbound, a su vídeo, que es hoy una tecnología anticuada. ¿Cómo ha cambiado el propio proceso de análisis de la cultura pop a lo largo de la pasada década?

Paul Cantor: Los DVD y DVR han cambiado no solo la forma en que puede analizarse la cultura pop: han cambiado la forma en que puede visionarse, para empezar. Ahora podemos leer películas y programas de televisión de la forma en que estábamos habituados a ver los libros. Podemos ver películas y programas de televisión a nuestro propio ritmo, haciendo pausa en los momentos que realmente nos gustan y volviendo a puntos que podríamos no haber entendido al verlos por primera vez. Esto permite a los creadores de películas y series de TV arriesgarse a niveles de complejidad con los que nunca se hubieran sentido cómodos antes. Por eso tenemos hoy en TV esos programas retorcidos y a veces en el límite de lo comprensible. Y por supuesto, para analizar estos programas, los DVD y DVR son un regalo de Dios.

No quiero recordar lo difícil que era rebobinar y avanzar en cintas de vídeo cuando tenía que buscar escenas concretas al escribir Gilligan Unbound. Ahora puedo encontrar cualquier escena que necesite en segundos. Y los DVD a menudo contienen material adicional que es el sueño de un investigador. Las entrevistas con escritores, productores y actores a veces confirman lo que entiende uno en un programa concreto. A veces me pregunto: ¿qué hicieron los investigadores por el sector del espectáculo para merecer este tipo de ayuda por su parte? Los DVD DeLuxe con material adicional están entre los mejores artefactos de investigación nunca fabricados por nuestra civilización. Y no hizo falta ninguna planificación pública. Por razones puramente comerciales, el mercado simplemente generó material de archivo que debería ser la envidia de cualquier institución académica o pública.

En Invisible Hand, señala que después del 11 de septiembre muchos comentaristas que tenían una visión más positiva del estado nación que Expediente X, se alegraron ante la posibilidad de que el 11 de septiembre hubiera acabado con la aproximación cínica al estado-nación de Expediente X. ¿Aún así, parafraseando una expresión de otra franquicia de ciencia ficción, podríamos decir que la muerte de Expediente X solo la ha hecho más poderosa?

Paul Cantor: No estoy seguro de que Expediente X se haya hecho más poderoso después de dejar de emitirse. Después de todo, en su mejor momento tenía altas audiencias e incluso un perfil más alto en nuestra cultura. Aun así, merece la pena advertir que la extendida predicción de que Expediente X desparecería del mapa cultural después del 11 de septiembre ha resultado errónea. En la última parte de mi libro argumento que Expediente X aún tiene mucho que decirnos acerca de la guerra contra el terrorismo y el ataque a las libertades civiles en Estados Unidos. Y en mi último capítulo demuestro que Expediente X dio a luz todas las historias de invasiones alienígenas que han proliferado en televisión desde el 11 de septiembre. Fringe, por ejemplo, trata de agentes granujas del FBI, encubrimientos del gobierno, científicos locos, acontecimientos paranormales, la abducción misteriosa de un niño e intentos de fuerzas siniestras por pasar las fronteras de EEUU. ¿Hasta dónde puedes acercarte a Expediente X sin que te demanden? Puede que aún sea demasiado pronto para decirlo, pero parece que Scully y Mulder se han convertido en características permanentes de nuestro paisaje cultural.

Aunque Hollywood tiene claramente una reputación como lugar simpatizante con el izquierdismo y la socialdemocracia, hay unos pocos programas con temas abiertamente libertarios. Uno es Deadwood y otro South Park. Habla sobre ambos en su libro. ¿Qué cree que nos dice el éxito de estos programas acerca de Hollywood y las audiencias?

Paul Cantor: No diré ningún secreto, pero mis fuentes me dicen que hay varios libertarios ocultos en Hollywood. Fringe se hizo abiertamente libertario en su quinta y última temporada, incluso cambiando sus tarjetas en sus títulos de apertura para destacar temas libertarios. ¿Puedes creerte que el programa destacaba la “propiedad” en su catálogo de apertura de los principios fundamentales de la existencia humana? Incluso cuando Hollywood no está operando con los principios íntegros de la economía austriaca (lo que hay que reconocer que es casi todo el tiempo), hay una buena cantidad de lo que podría llamarse “libertarismo de izquierdas” en películas y programas de televisión. Los artistas creativos tienen a menudo una comprensión instintiva de lo que conlleva la libertad y los libertarios extremistas deberían estar dispuestos a hacer causa común con esos potenciales compañeros de viaje.

Respecto de los televidentes, sigue respondiendo a películas y programas de televisión que defienden la libertad. Es uno de los temas centrales de mi libro. La tradición estadounidense de independencia y confianza en sí mismo puede no ser ya tan fuerte como fue una vez, pero no ha muerto. Así que el público continúa ejerciendo una presión en el sector del espectáculo para recibir visiones de libertad. Esto es especialmente cierto en el caso de la ciencia ficción y por eso mi libro se ocupa tanto de platillos volantes, invasiones alienígenas y universos paralelos. No duele que, cuando se refiere a dar forma a los extraterrestres, yo siga siendo un poco un niño en el fondo, pero espero haber encontrado una justificación intelectual y libertaria para mi gusto incurablemente adolescente en películas y especialmente en programas de TV. La gente siempre me dice que vea Downton Abbey y yo les digo: “¿Sale algún vampiro libertario?”


Paul A. Cantor es profesor de inglés Clifton Waller Barrett en la Universidad de Virginia. Es coautor, con Stephen Cox, de Literature and the Economics of Liberty. Vea su entrevista en la Austrian Economics Newsletter.


Publicado el 20 de agosto de 2013. El artículo original se encuentra aquí.

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