Cuatro políticas: El propósito original

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Hoy en día están de moda las regulaciones públicas. ¿Hay un conflicto en el mercado? ¡Regúlalo! ¿Hay un conflicto con la regulación? ¡Regúlala! No tiene fin.

Ahora la economía de nuestro país está naufragando bajo todas las regulaciones y lo divertido de ellas es que sus orígenes no implican a la gente más limpia. Sus promotores iniciales tenían planes enormemente diferentes de los que tiene los actuales defensores de las regulaciones.

La Reserva Federal

La excusa actual para el banco central es que tiene el poder de crear dinero con la característica de una extrema elasticidad, una herramienta necesaria para mantener economías sanas en tiempos en que disminuye el gasto en consumo. La expansión artificial del crédito permite el crecimiento económico y así la gente puede usar la mayoría de sus rentas para comprar casas caras y automóviles de lujo y vivir felices para siempre. Por desgracia, este sentimiento ignora completamente el inevitable estallido  de estas burbujas. Los austriacos han respondido a esta mentira en la teoría y en la práctica, más recientemente al predecir la crisis inmobiliaria.

De esta lista, la Reserva Federal es probablemente la organización más ampliamente sospechosa para el público general de ser culpable de colusión, aunque un porcentaje del consenso se base en teorías conspiratorias y una completa desconfianza en los banqueros. Considero que las campañas de Ron Paul (y End the Fed) han popularizado una creciente oposición académica a las políticas inflacionistas fraudulentas de la institución. Pero, para mi mal, mucha gente continúa criticando a grandes empresas y presidentes en lugar de a la mano que les da de comer.

No debería sorprender que la creación de la Reserva Federal no tuviera nada que ver con economistas humanitarios trabajando por un mercado próspero. Su implantación tuvo todo que ver con banqueros descontentos que no querían competir en el mundo real y que, por el contrario, buscaban conseguir el control de la oferta monetaria de la nación. Las casas ricas y poderosas de los Morgan y Rockefeller financiaron durante una década un “movimiento de reforma bancaria” para convencer a los empresarios e intelectuales influyentes. Cuando estuvieron seguros de que su plan pasaría por las cámaras del legislativo con facilidad, J.P. Morgan planificó un extremadamente secreto y exclusivo retiro a Jekyll Island. Se dijo a los invitados que no contaran nada a nadie sobre la reunión y actuaron como un solo hombre. Fue allí donde, durante toda una semana, los banqueros y cargos públicos realizaron su borrador de la Ley de la Reserva Federal, crenado el banco central como ahora lo conocemos. Como cita Sheldon Richman del historiador Gabriel Kolko: “El propósito real de la conferencia era discutir cómo conseguir que la comunidad bancaria obtuviera el control público por parte de los banqueros para sus propios fines”.

La organización actúa como un monopolio complejo alimentado por legislación que prohíbe que el mismo servicio (en este caso, la fabricación de moneda) sea proporcionado por otras personas, dejando a una serie limitada de banqueros de élite controlar la oferta monetaria de Estados Unidos. Esta autoridad permite al cártel bancario dar rienda suelta a grandes empresas bien relacionadas que pueden gastar el dinero antes de que haya entrado técnicamente en la oferta monetaria real; esto significa que las grandes empresas no tendrán que preocuparse por la llegada de precios mayores debido a la inflación, mientras que los últimos receptores del dinero (normalmente la clase trabajadora) sentirá los efectos, principalmente a través del coste de los alimentos, la vivienda y la energía.

Muchos economistas, incluso después de aprender la teoría austriaca del ciclo económico y admitir la existencia de los efectos adversos de la manipulación de los tipos de interés, siguen creyendo que es mejor tener auges y declives que no tener ningún auge en absoluto. Es cosa tuya mantener esta opinión pro-intervencionista o tener fe en el clásico entorno de laissez faire, pero no es un misterio que la Reserva Federal solo se creó para beneficiar a los banqueros ricos. La misma organización permanece indiscutible hoy en lo esencial para la población.

Educación pública

Thomas Jefferson escribió una vez: “Por encima de todo, espero que la educación de la gente común sea atendida; convencido de que en su buen sentido podemos confiar con la mayor seguridad la conservación de un debido grado de libertad”. ¿Tenemos derecho a una educación y es el gobierno el proveedor esencial de este derecho? Y, tal vez todavía más importante, ¿es la educación pública un servicio necesario para conservar la libertad en nuestro país?

Se supone que la eliminación de la educación pública en Estados Unidos haría que los pobres se sumieran más en la pobreza y segregaría a las minorías en escuelas terribles, especialmente cuando instituciones privadas como la Universidad de Yale o la Universidad George Washington cuestan en torno a los 40.000$ y 44.000$ respectivamente.

Sin embargo, mirando a la historia se nos presenta un interesante cuento de individuos xenófobos creando una educación pública para eliminar culturas extranjeras.

El movimiento original de la educación pública estuvo liderado por un grupo de personas de Nueva Inglaterra. Su propósito, en palabras de Murray Rothbard, “era precisamente obstaculizar la vida cultural y lingüística de las oleadas de inmigrantes en Estados Unidos y moldearlos, como dijo el reformista educativo Samuel Lewis, como ‘un pueblo’”.

Los primeros objetivos de este movimiento en buena parte respaldado por calvinistas fueron las escuelas parroquiales católicas y el sistema de escuelas públicas estableció un código uniforme de enseñanza para combatir esa formación religiosa de los niños.

Muchos de los líderes (en concreto, Horace Mann, Henry Barnard y Calvin Stowe) admiraban el sistema educativo establecido en Prusia, que adoctrinaba a los niños para que obedecieran al estado. En 1837, Horace Mann se convirtió en secretario del Consejo de Educación de Massachusetts y solo 15 años después el estado aprobó la legislación de escolarización obligatoria.

El influjo del siglo XX del prejuicio educativo se alejó de la fracasada batalla contra los católicos. En su lugar luchaba contra los inmigrantes puertorriqueños y negros estadounidenses mediante una serie notable de acontecimiento en Harlem. Se utilizaron intentos similares de supresión cultural para garantizar que las minorías no pudieran aprender acerca de sus etnicidades e historias raciales y, al principio se obligó a muchos puertorriqueños a aprender ciencias, matemáticas y otras materias en inglés, que muchos no hablaban. Por suerte, esta historia incluye solo unos pocos conflictos que fueron respondidos con fuerza (y con éxito) con soluciones reales del mercado.

William Wooldridge escribe: “Cuando los negros en la gran ciudad se mostraron insatisfechos con las escuelas públicas, buscar establecer una alternativa privada era algo muy estadunidense a hacer”. La Urban League of Greater New York patrocinó voluntariamente una serie de programas llamados “academias de la calle” que recogían a los marginados del sistema público de educación y les proporcionaban una verdadera escuela elemental. Una vez sus graduados se sentían suficientemente preparados como para salir, sus mentores les ayudaban a encontrar trabajos en negocios locales y una buena parte de los graduados se quedaban para actuar como reclutadores y mentores para nuevos marginados. Lo mejor es que el pago para estos programas eran donaciones voluntarias de organizaciones como la Fundación Ford, IBM y el First National City Bank.

Podemos ver que el reformador educativo Newton Bateman ha resultado estar completamente errado cuando decía que la educación “no puede dejarse a los caprichos y circunstancias de los individuos”. Los resultados de los exámenes han permanecido estancados en Estados Unidos a pesar del hecho de que el gasto federal por alumno ha aumentado enormemente desde la creación del Departamento de Educación en 1979. El sistema educativo público de talla única es antinatural y limitador y nunca funcionará.

Seguridad en la sanidad

La presencia del gobierno en la regulación de la sanidad y el bienestar raramente se discute en la política moderna. Los avances en los sectores médico y alimentario, parece suponerse, ni siquiera existirían sin la supervisión monopolística de la FDA. Una visión mental sesgada en ausencia de la agencia muestra nuestra medicación contra el dolor como una mezcla de morfina con un toque de éter, nuestras cápsulas contra el dolor de muelas rebosantes de cocaína y nuestra carne cubierta de bichos corriendo y bacterias sin detectar. Este examen niega la idea de que el progreso humano hubiera continuado sin la supervisión de cargos no electos y presta poca atención de los detalles exactos que rodean la aprobación de la legislación, como el cabildeo de diversos individuos y las falsas alegaciones expresadas por Upton Sinclair en La jungla.

La gente alaba el libro de Sinclair como la obra que catalizó la rápida aprobación de la Ley Federal de Inspección de Carne en el Congreso. Pero alabar el texto de Sinclair es alabar al autor de fantasías sensacionalistas de un sistema capitalista en Chicago que nunca vio. Es razonable sugerir que los suelos cubiertos de intestinos y los charcos de sangre animal soñados por Sinclair eran, de hecho, irreales y no simplemente no vistos por cientos de inspectores cárnicos aprobados por el gobierno de EEUU a lo largo de la década anterior a 1906. En todo caso, el intento de Sinclair de ilustrar a los estadounidenses sobre las límpidas formas del socialismo abrió el camino para una regulación llena de agujeros a favor de las grandes empresas.

Las grandes empresas cárnicas apoyaron la nueva legislación como forma de obstaculizar la inminente competencia de empresas más pequeñas y asegurarse de que los contribuyentes pagarían su costosa aplicación. En un paradójico giro de los acontecimientos, Sinclair rechazó abiertamente la legislación por naturaleza verdaderamente fascista. Entretanto, las empresas cárnicas europeas estaban reforzando sus propias legislaciones para proteger los beneficios nacionales contra las importaciones de Estados Unidos; los proponentes no pensaban en la salud de los consumidores.

Tristemente, el sector alimentario no es el único sector con fundamentos corruptos: el sector médico está también afectado legislación de licencias. La legislación que favorece el proceso de licenciamiento preferido por la American Medical Association no tiene nada que ver con proteger a los pacientes contra médicos sin formación e instrumental sucio. Por el contrario, el principal objetivo era aumentar los salarios de médicos alópatas cuyos pacientes se estaban pasando a los tratamientos de médicos homeópatas, que utilizaban tratamientos más naturales para curar la enfermedad. Médicos emigrantes de países como Puerto Rico (posteriormente, Austria y Cuba) también ansiaban una nueva vida en Estados Unidos y esos sueños planteaban un riesgo para la vida de los “médicos normales”. Al continuar aumentando el poder de la AMA, la primera mitad del siglo XX tuvo una caída del 58% en facultades de medicina y un 25% en médicos. Más recientemente, como señala Dale Steinreich, “Desde la creación del Consejo por la AMA hace un siglo, la población de EEUU (75 millones en 1900, 288 millones en 2002) ha aumentado de tamaño en un 248%, pero el número de facultades de medicina ha caído un 26% hasta 123”.

Está claro que legislación como las dos obras antes mencionadas se crea para limitar la oferta de competidores alternativos en diversos mercados. Las regulaciones con agujeros solo sirven a los sectores de los cuales se supone que nos protegen. Las regulaciones no funcionan y cuando las agencias sí actúan, prohíben a las personas consentir voluntariamente ser tratados con hierbas naturales y otras soluciones que enriquecen nuestro bienestar.

Restricción de armas de fuego

Los propietarios de armas de fuego se retratan normalmente como vaqueros del salvaje oeste, gente cuyo temperamento es corto y cuyo gatillo es rápido. Si aboliéramos toda la legislación sobre control de armas, dicen los detractores, los estadounidenses vagarían como animales. Acabaríamos viviendo en un país caótico, al estilo de Somalia, con señores de la guerra en cada rincón. La apelación a lo emotivo desprecia toda estadística sobre los efectos negativos del control de armas, pero muchos delitos violentos que implican armas de fuego se siguen viendo como el resultado de una lectura “fundamentalista” de la Segunda Enmienda al relacionarla con nuevas tecnologías en el sector de la autodefensa. Los críticos de la Segunda Enmienda, sí tienen razón en una cosa: el propósito original del control de las armas de fuego era proteger a la gente de delincuentes que compraran armas. Sin embargo, los “delincuentes” en este contexto histórico eran esclavos que querían librarse de sus cadenas.

Los siglos que anteceden a la época de la Guerra de Independencia están llenos de legislación dirigida a prohibir a los negros poseer armas de fuego, admitiendo abiertamente numerosos estados el fin de “impedir insurrecciones de negros”. La Guerra de Secesión generó un extremado exceso de armas pagadas con los greenbacks de Lincoln, así que el aumento en la oferta llevó a precios muy asequibles para negros interesados. La rebelión post-constitucional liderada por Nat Turner en 1831 demostró al gobierno que se habían hecho realidad sus peores temores. Muchos propietarios de esclavos olvidaron entonces el potencial de sus propiso esclavos y empezaron a temer a los negros libertados, cuyo gusto por la libertad les convencería para liberar a otros negros y matar blancos.

Un caso notable y más reciente del Tribunal Supremo es Cooper and Worsham v. Savannah, 4 Ga. 68 (1848), cuya sentencia decía:

Las personas libres de color nunca han sido reconocidas aquí como ciudadanos; no tienen derecho a portar armas, votar a miembros del parlamento u ocupar ningún cargo público. Siempre han estado considerados como en un estado de tutela.

La declaración era un efecto de vendedores de miedo que advertían de que, si a los negros liberados se les permitía poseer armas de fuego en un estado, el reconocimiento estatal de su humanidad llevaría a una Unión inestable. Había todavía corrupción local que se oponía a la propiedad de armas por parte de negros después de la Ley de Derechos Civiles de 1866, pero la ilegalidad de la acción hizo mucho más difícil a los gobiernos aplicar completamente las confiscaciones.

Este patrón nos lleva a través de las arenas del tiempo, en lugares tan terriblemente crueles como la Unión Soviética de la década de 1930 hasta la ocupación de Iraq del gobierno de EEUU en la década de 2000. La sesión 112ª del Congreso ha escrito montones de legislación sobre armas de fuego y ahora sabemos que la Oficina del Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos ha estado vendiendo estas armas de fuego de alta potencia a cárteles mexicanos de drogas durante dos años. La legislación de control de armas en realidad nunca funciona realmente a favor de los ciudadanos que cumplen la ley, sino más bien presiona directamente contra ellos a favor de criminales y tiranos, como siempre ha hecho.

Derecho natural

Joseph Sobran escribe:

En su Política, Aristóteles explica bien el carácter del derecho. Recomienda que haya tan pocas leyes como sea posible y que sean alteradas tan poco como sea posible. La razón para esto es que la ley debería ser una extensión de nuestro sentido normal de lo justo y lo injusto, de forma que la gente pueda observarlo, en su mayor parte, simplemente viviendo lo que consideran que moralmente hace rectas las vidas. (…) Cuanto menos frecuentemente cambie y más permanencia tenga, más ciudadanos sentirán reverencia por él.

Tenemos que volver a una creencia en el derecho natural. La libertad es inherente y la supervivencia y progreso de la civilización humana depende de nuestra capacidad de hacer que esto se lleve a cabo.


Publicado el 2 de noviembre de 2011. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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