De cómo el New York Times se equivoca de nuevo con el libertarismo

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¿Por qué escribir un artículo sobre un tema de del que no sabes nada? Es una pregunta que Amia Srinivasan podía haberse hecho con provecho. Es miembro premiado en filosofía en el All Souls College, Oxford, uno de los puestos académicos más prestigiosos en el mundo académico y su página web en Oxford incluye varios de trabajos de mucho mérito. Sin embargo, no adivinarías nunca que es una filósofa seria por su artículo “Questions for Free-Market Moralists”, en el New York Times del 20 de octubre de 2013. El “moralista de libre mercado” que tiene principalmente en mente es Robert Nozick, el autor de Anarquía, estado y utopía (1974). Si Srinivasan ha leído este libro, parece que la experiencia no le ha afectado.

A Srinivasan le preocupa el crecimiento de lo que llama un “aumento dramático en la desigualdad en Estados Unidos a lo largo de las últimas cinco décadas”.[1] En parte, este aumento deriva de la creciente influencia de las ideas de Nozick. Mucho mejor, piensa, es la teoría que avanzaba John Rawls con grandes aplausos en Una teoría de la justicia (1971). Las personas en la posición original de Rawls “también harían redistributiva a su sociedad, asegurando un nivel decente de vida a todos”. Por el contrario, los seguidores de Nozick miran con indiferencias las penurias de los pobres. ¿Tienen alguna vez los pobres opciones, siendo todas malas? No importa, dice el seguidor de Nozick. Mientras no se use fuerza o se amenace con ella, nada en esos casos es problemático. Si eres pobre, te mereces ser pobre, y lo mismo pasa si eres rico. Mereces cualquiera que sea el resultado de tus decisiones libres. “Van Gogh, William Blake, Edgar Allan Poe, Vermeer, Melville y Schubert, todos murieron en la ruina. Si eres un buen seguidor de Nozick, piensas que eso es lo que se merecían”.

Contra la opinión de que la gente en el mercado libre obtiene lo que merece, plantea algunas objeciones habituales. El cómo le vaya a la gente en el mercado depende en buena parte de la suerte. Si tienes habilidades que obtienen un alto precio en el mercado, este feliz estado de cosas se produce principalmente debido a la suerte. La gente, por ejemplo, hereda ciertas cualidades deseables de sus padres o las adquiere del entorno. Además, es un asunto de suerte el que la gente esté dispuesta a pagar dinero por el talento que resultas tener. La influencia de la suerte es aún más evidente si, como Mitt Romney, has heredado una enorme cantidad de dinero de tus padres. Todas estas cosas, en expresión de Rawls, son “arbitrarias desde el punto de vista moral”.

¿Cómo pueden entonces los seguidores de Nozick afirmar sin inmutarse que la gente “merece todo lo que sea capaz, y solo lo que sea capaz, de obtener mediante el intercambio libre”? Reconoce que “incluso  Nozick” encuentra difícil decir esto, pero sin embargo es la postura en la que se encelan sus seguidores, según ella. Precisamente por esta explicación de la opinión de los seguidores de Nozick por lo que dirijo contra ella los duros comentarios de mi párrafo inicial.

Ha omitido uno de los temas claves del libro de Nozick. No es solo que encuentre “difícil de decir” que merezcas lo que obtengas en el mercado. No lo dice en absoluto. Una teoría de la justicia en la que a la gente se la recompensa de acuerdo con características morales no arbitrarias sería una teoría “patronizada”. Nozick hace un gran esfuerzo, evidentemente no percibido por Srinivasan, para distinguir esas teorías patronizadas de su propia teoría histórica. En su explicación consigues aquello a lo que tienes derecho, algo muy diferente.

Un ejemplo aclarará la distinción. Supongamos que alguien necesita urgentemente un trasplante de riñón y uno de tus riñones sería ideal para él. No se te puede obligar a donar uno de tus riñones: Nozick, todos los libertarios y, espero, Srinivasan estarían de acuerdo. ¿Por qué no? No porque tu posesión de dos riñones sanos derive de tus actividades meritorias. Es “arbitrario desde el punto de vista moral” que tengas dos buenos riñones y la persona que necesita el trasplante no. Sin embargo el riñón te pertenece: tienes derecho a él. Los libertarios ven la renta de la misma manera. Si tus servicios tienen una gran demanda, tienes derecho al dinero que obtengas. A Srinivasan puede repelerle todo esto, pero si quiere criticar a Nozick y a otros libertarios que estén de acuerdo con él, esta es la teoría de la que tiene que ocuparse- Por el contrario, ataca una explicación distinta que Nozicvk rechaza explícitamente.

No le va mejor con otros retos que lanza a las “premisas o implicaciones” del argumento de Nozick. Él no sostiene que “cualquier intercambio entre dos personas en ausencia de compulsión física por una parte contra la otra (o su amenaza) [sea] necesariamente libre”.  Sí dice que si afrontas opciones seriamente limitadas y tu dilema se produce porque otros han actuado dentro de sus derechos, tu elección sigue siendo voluntaria. Es una afirmación bastante más matizada, algo que escapa a la atención de Srinivasan.

Los problemas que restan a Srinivasan sobre Nozick se basan en una confusión elemental. En ninguna parte dice Nozick que la estructura de los derechos libertarios excluya la moralidad. Más bien, los derechos nos dicen cuando la fuerza o su amenaza puede usarse permisiblemente. No es en absoluto el caso de que la obligación moral se limite a compromisos libremente elegidos: otra vez Srinivasan mezcla erróneamente obligaciones morales y obligaciones aplicables. Supongo que sería demasiado pedir a Srinivasan que eche un vistazo a Invariances, el último libro de Nozick, pero si se animara hacerlo, encontraría allí una explicación detallada del lugar de la coacción dentro de la moralidad.

Srinivasan no parece entender bien a Nozick. Dice de su estado mínimo: “La política aparentemente redistributiva de hacer que la gente pague ese estado ‘vigilante nocturno’, argumentaba Nozick, era en realidad no redistributiva, ya que un estado así aparecería naturalmente mediante la libre negociación”. Es un error triple. La gente no está obligada a pagar el estado mínimo, aunque le interesaría hacerlo y los precios de monopolio cobrados por la agencia dominante son realmente redistributivos, no solo aparentemente. Además, el estado mínimo no aparece totalmente a través de la libre negociación. La Asociación Protectora Dominante prohíbe a otras agencias e independientes imponer procedimientos arriesgados de decisión sobre sus clientes. Oh, bueno…

Es una pena que el New York Times, el más famoso de todos los periódicos estadounidenses, no seleccionara a alguien con un mejor conocimiento de libertarismo para escribir sobre él. Pero el artículo, repleto como está de errores, puede conseguir algo bueno. Puede hacer que lectores presten atención a ideas libertarias que de otra forma podrían no haber encontrado. Como dijo una vez Quine después de que Nozick se quejara ante él por una crítica negativa, creo que de Carlin Romano, de Philosophical Explanations. “Toda crítica es un impulso”.


[1] Para escepticismo acerca del grado de desigualdad, ver “Income Facts and Fallacies” en Thomas Sowell, Economic Facts and Fallacies (Nueva York: Basic Books, 2011), cap. 5, pp. 139 y ss.


Publicado el 1 de nioviembre de 2013. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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