La inflación no ha curado los males económicos de Islandia

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Ninguna respuesta de dos países ha polarizado más a los comentarios en los últimos cinco años que las políticas opuestas tras la crisis en Islandia e Irlanda.

En un trabajo publicado en Economic Affairs (disponible aquí en PDF) comparo las políticas aplicadas por Islandia e Irlanda, quizá los dos países más afectados por la congelación de la liquidez de 2008. Una conclusión común ha sido que un país hizo todo bien y el otro hizo todo mal, pero yo realizó una aproximación más pragmática. Hay algunos aspectos positivos en cada caso y otros que podemos pasar por alto.

A riesgo de simplificar excesivamente sus situaciones, las diferencias políticas clave son:

  1. Islandia permitió que se desplomaran partes importantes de su sector financiero (principalmente filiales domiciliadas en el extranjero), mientras que Irlanda aprobó avales integrales para mantener a flote su sector financiero.
  2. Islandia infló rápidamente su corona tratando de recuperar competitividad internacional mediante su depreciación. Pero, al estar bloqueada por el euro, Irlanda fue incapaz de seguir el mismo camino y por el contrario tuvo que hacerse más atractiva para los extranjeros rebajando sus precios interiores (es decir, desinflación o abierta deflación).
  3. Islandia impidió la fuga de capital aplicando controles monetarios dirigidos a mantener la inversión dentro del país. Al ser parte de la Unión Europea, Irlanda mantuvo su compromiso con los mercados libres de capital y lo inversores pudieron entrar o salir a placer.

Las evidencias son diversas respecto de qué solución fue más eficaz. Islandia parece haber aliviado el golpe inmediato de su recesión, pero el crecimiento actual en Irlanda es más fuerte. Igualmente, el desempleo en Islandia fue menor y sigue siendo más bajo hoy en día.

Para nuestros propósitos ahora, quiero centrarme solo en los efectos de sus respectivas políticas monetarias y en cómo las ganancias a corto plazo de la respuesta inflacionista de Islandia palidecen ahora en comparación con la respuesta más contenida de Irlanda.

Gráfico 1: PIB nominal (2008=100). Fuente: Banco de la Reserva Federal de St. Louis.

El Gráfico 1 muestra el relato común. La política inflacionista de Islandia estimuló las exportaciones, ocultó alguna deuda mala y en general le permitió salir de la tormenta relativamente indemne. Por el contrario, Irlanda está languideciendo con un crecimiento lento y cinco años después la renta del país sigue un 10% por debajo de su máximo anterior al declive.

Un análisis así olvida los efectos perniciosos de la inflación en la economía islandesa. Esta política aumentó la oferta monetaria en casi un 20% solo en 2008 y llevó a un aumento inmediato en los precios.

Gráfico 2: PIB real (2008=100). Fuente: Banco de la Reserva Federal de St. Louis.

En el Gráfico 2 tenemos una mejor impresión de cómo sintieron la situación el islandés y el irlandés medio. Al inflar la oferta monetaria el Banco Central de Islandia, se disparó la inflación, Los islandeses sintieron continuamente que su seguridad financiera empeoraba al desplomarse su poder adquisitivo. Esto no era visible para el resto del mundo, fijándose como estaba en los precios nominales que mostraba la economía islandesa. En su mínimo a finales de 2010, la renta ajustada a la inflación en Islandia había bajado un 35%.

En Irlanda este declive se acalló debido a la deflación de precios. Como cayeron los precios internos, a los ciudadanos irlandeses les resultó más fácil hacer que sus menores rentas nominales llegaran más lejos. En su peor momento, la economía irlandesa se desplomó un 10% en términos reales.

Esto parece sugerir que Irlanda tuvo la mejor solución al no seguir una política monetaria inflacionista. Sin embargo algunos señalarán que la recuperación de Islandia desde 2010 ha sido bastante fuerte.

De hecho, si miramos la caída en la tasa de empleo en ambos países, es más probable que sintamos más simpatía por las masas de irlandeses desempleados.

Gráfico 3: Tasa de empleo (2008=100). Fuente: Banco de la Reserva Federal de St. Louis.

Sin embargo, profundizando más encontramos que no todo es como parece. Muchos islandeses están pluriempleados para llegar a fin de mes. Este efecto fue cada vez más pronunciado a lo largo de la recesión, ya que la inflación hizo más difícil sostenerse con un salario. Como consecuencia, muchos islandeses perdieron un empleo durante la recesión, pero las estadísticas de desempleo no reflejaron esto al seguir empleados en otra cosa. Está claro que no es el caso de Irlanda, donde la norma no solo es un trabajo por trabajador, sino que los precios a la baja facilitaban a una persona empleada llegar a fin de mes mientras continuaba la recesión.

Una mejor manera de estimar la situación del empleo es mirar los cambios en las horas trabajadas.

Gráfico 4: Hora anuales trabajadas (2008=100). Fuente: Banco de la Reserva Federal de St. Louis.

Aquí podemos ver que la situación se invierte. Desde la recesión hasta 2010, el número de horas trabajadas por el islandés medio ha caído un 6%, mientras que en Irlanda la bajada correspondiente fue de solo un 3,5%, casi la mitad.

Ambos países siguen teniendo problemas. Los controles monetarios de Islandia han obstaculizado notablemente la inversión necesaria, mientras que a Irlanda le queda una gran deuda del rescate de sus bancos, y esto está ahogando el crecimiento. Sin embargo hay algo que está claro: los efectos de la política monetaria están claros y los beneficios proclamados de la política inflacionista de Islandia se compensan por la inflación de precios que les siguieron.

No dejéis que se desperdicie una buena crisis; aprended algo de ella. Como demuestra la historia de estos dos países, inflar la propia divisa puede dar la apariencia de recuperación, pero la verdad es algo menos risueña.


Publicado el 4 de noviembre de 2013. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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