Se ha escrito mucho acerca de la economía del control de armas de fuego, incluyendo el artículo de 2009 de Kjar y Robinson que apuntaba la falta de aplicación de economía básica al asunto y que hay muchos sustitutivos disponibles para la pretensión de personas que quieren matar gente. Aunque la violencia por armas de fuego “disminuyó drásticamente en toda la nación” a lo largo de las últimas dos décadas, la mayoría de los homicidios siguen cometiéndose con este tipo de armas. Además, el FBI ha informado de que la tasa de asesinatos en EEUU ha disminuido constantemente durante la mayoría de los últimos 20 años mientras la posesión de armas de fuego ha llegado a un máximo histórico. Por desgracia, los tiroteos masivos no han seguido esa tendencia. Los datos muestran la incidencia de los tiroteos masivos no ha cambiado relativamente en las últimas dos décadas. Las noticias sin duda hacen que parezcan más comunes, pero en realidad, siguen siendo extremadamente raros. Sin embargo, podemos recordar fácilmente tiroteos recientes como el de Newtown, Connecticut, y, aún más recientemente, en la Academia Naval. De hecho, una sencilla búsqueda en Google de “mass shootings in 2012 and 2013” produce un abrumador número de resultados, siendo el primero “Mass Shootings in America: A history, 1999 through 2013”. El artículo señala que, desde Columbine, ha habido otros 29 tiroteos masivos en EEUU hasta la tragedia de Sandy Hook en Newtown. Hemos tenido más tiroteos desde entonces.
¿Hay una correlación entre la incidencia de los tiroteos masivos y los intentos de los legisladores de prohibir cargadores de alta capacidad y ciertos tipos de rifles semiautomáticos; discusiones de nuevas leyes sobre armas de fuego y nuevas leyes requiriendo toma de huellas dactilares y creación de un “registro” de propietarios de armas? ¿Las repetidas reclamaciones de Obama de más regulación da la industria de las armas de fuego está contribuyendo a una demanda relativamente inelástica de armas de fuego y accesorios complementarios? Las evidencias sugieren que ese podría ser precisamente el caso.
Ningún presidente en la historia contemporánea ha sido tan insistente en aprobar legislación sobre control de armas como el presidente Obama, que aprobó 23 órdenes ejecutivas relativas a dicho control tras Sandy Hook y continúa cabildeando por más “acción” después de cada tiroteo masivo. Tampoco ningún presidente en la historia contemporánea ha tenido la cifra de tiroteos masivos que ha tenido el presidente Obama.
Desde Sandy Hook, se han aprobado nuevas leyes en muchos estados, incluyendo Colorado, donde dos senadores a favor del control de armas perdieron recientemente sus escaños en la reelección. Fabricantes de armas de fuego y productos complementarios (por ejemplo, Magpul Industries, fabricante de cargadores de alta capacidad) que operan en esos estados han evaluado la situación y están planeando traslados de sus negocios a estados más amigables con su sector. El impacto económico de perder el sector de las armas de fuego en algunos de estos estados devastará la comunidad local y generará una pérdida importante de ingresos fiscales. Estos hechos parecen ser irrelevantes en la gran batalla del control de armas.
Combinado con estos esfuerzos por el control de armas a nivel estatal y local, las repetidas llamadas del presidente Obama a un aumento de la regulación crearon en la práctica una sacudida en la oferta del sector. Cada vez que el presidente Obama habla de prohibir rifles “del tipo asalto” (más apropiadamente conocidos como rifles semiautomáticos o rifles deportivos modernos), las armerías aumentan su trabajo, los precios suben, repunta la venta de armas de fuego y la munición salta de los mostradores más rápidamente de lo que puede recargarse. Los altos precios no han disminuido las ventas en absoluto, apuntando una demanda relativamente inelástica, al menos a corto plazo, tras un incidente de tiroteo y la ahora previsibles llamada a una mayor regulación.
Walmart continúa restringiendo las ventas de munición a no más de tres cajas por persona y día (esto es, si puedes encontrar alguna en la estantería). Después de Sandy Hook, Walmart vendió todos sus rifles semiautomáticos en al menos cinco estados y el precio de los AR-15, así como de los cargadores de alta capacidad se disparó hasta casi doblar el precio sugerido de venta en muchas armerías locales y vendedores en línea de armas de fuego. Aun así, los compradores encontraron vacíos los expositores durante meses.
¿Podría ser que cuánto más discuta la nación acerca del control de armas y mayor sea la amenaza percibida de legislación inminente que reduzca el derecho a portar armas, mayor será la probabilidad de que los consumidores traten de comprar más armas y más munición? Está claro que ese discurso público, como mínimo, promueve más ventas de armas de fuego a corto plazo.
Veamos el récord de compra de armas de fuego en las pasadas semanas en Maryland antes de que se pusieran en práctica las nuevas leyes sobre armas. The Baltimore Sun informa de que se han multiplicado por siete las cifras interanuales de ventas de armas de fuego, por encima de las 1.000 diarias. Además, The Wall Street Journal y Bloomberg han notado ambos el “efecto Obama” en ventas de armas de fuego. Una revisión de las estadísticas verificación de antecedentes realizadas por el FBI desde noviembre de 1998 muestra un aumento importante interanual en las verificaciones de antecedentes por arma de fuego desde 2010 hasta agosto de 2013, con el año actual mostrando casi 2,5 millones más de verificaciones en agosto que en todo 2012. 2012 tuvo la mayor cifra de verificaciones de antecedentes por arma de fuego por encima de las 19,5 millones, más de 3 millones más que el año anterior.
El presidente Obama podría descubrir que podría tener mejores resultados reduciendo la incidencia de los tiroteos masivos abandonando sus repetidas reclamaciones de más regulación en el sector de las armas de fuego, disminuyendo las sacudidas de oferta que están vendiendo armas, cargadores de alta capacidad y munición en cifras récord y produciendo beneficios récord en el sector. Es solo un caso más en que la interferencia del gobierno en el mercado produce un resultado muy poco intencionado. Sin embargo, en este caso, lo que está en juego podría ser mucho más que solo oferta y demanda.
Publicado el 8 de octubre de 2013. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.