Las guerras humanitarias y sus soldados de las ONG

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En febrero de 2011, Soliman Bouchuiguir dijo una mentira. Una muy grande. Como jefe de la Liga Libia por los Derechos Humanos, Bouchuiguir presentó una petición que acabó siendo firmada por 70 organizaciones no gubernamentales (ONG), reclamando que EEUU, la UE y la ONU “movilicen a las Naciones Unidas y a la comunidad internacional y tomen acciones inmediatas para detener las atrocidades masivas que está ahora perpetrando el gobierno libio contra su propio pueblo”.

La petición invocaba la doctrina de “responsabilidad de proteger”, una política de la ONU de 2005 que se aleja de la soberanía nacional para dar luz verde a “intervenciones humanitarias”, incluyendo el uso de fuerza militar, dondequiera que se sospeche que se hayan violado derechos humanos.

La petición de Bouchuiguir estaba pensada para cubrir todas las casillas necesarias de los criterios de la RdP. Indicaba que el líder libio Gadafi estaba matando deliberadamente a manifestantes pacíficos y a transeúntes inocentes. Estaba usando francotiradores para disparar al azar contra libios, utilizando helicópteros de combate y reactores de caza para atacarlos e incluso lanzando obuses de artillería contra la multitud. Fue en la petición donde vimos por primera vez la idea tan repetida de que el régimen de Gadafi estaba empleando mercenarios extranjeros contra su propio pueblo.

Hablando en apoyo de su petición ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU pocos días después, Bouchuiguir afirmaba que Gadafi ya había matado a 6.000 personas de su propio pueblo y estaba decidido a matar muchas más. Basándose en su testimonio y la petición firmada por las 70 ONG, se suspendió la membresía de Libia en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Bajo la fuerza de esa suspensión, el asunto se trasladó rápidamente al Consejo de Seguridad de la ONU, donde pronto se pondrían en marcha la campaña para una intervención militar.

¿Qué hay detrás de esta ONG de derechos humanos? La Liga Libia por los Derechos Humanos es un miembro de la Federación Internacional de Derechos Humanos, que, como organización, asumió y añadió el peso de sus muchos miembros a la petición de Bouchuiguir. No debería ser una sorpresa saber que la Federación Internacional de Derechos Humanos se apoya fuertemente en fuentes públicas para financiarse. La financiación pública de las ONG ha sido una herramienta crecientemente eficaz para movilizar el apoyo popular a políticas públicas. Una apropiación de tierras o recursos no es tan convincente para las masas como una supuesta crisis de derechos humanos cuando se planifica una intervención en el extranjero.

A partir de esto, no debería sorprender que el gobierno de EEUU, a través de su bien financiada ONG de “promoción de la democracia”, la National Endowment for Democracy (NED), sea un importante apoyo de la Federación Internacional de Derechos Humanos. De hecho, el veterano presidente de la NED, Carl Gershman, fue uno de los primeros firmantes de la petición de Bouchuiguir de cambio de régimen en Libia.

En la vigorosa película Lies Behind the Humanitarian War in Libya, el cineasta Julien Teil pregunta a Bouchuiguir si fue difícil llegar a las 70 ONG que hubo tras su petición. Contesta: “a decir verdad, no es muy difícil en absoluto, porque todas las ONG son conocidas”. Esa es la clave: las ONG están todas bajo el paraguas de EEUU y otras organizaciones financiadas públicamente, como la Federación Internacional de Derechos Humanos. La aparente diversidad de las 70 firmas es en realidad una aldea Potemkin, escondiendo la verdadera uniformidad de opiniones y patrocinadores.

¿Por qué es tan importante la historia de la petición de Bouchuiguir que se convierte en una acción del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, que se convierte en una acción del Consejo de Seguridad de la ONU, que se convierte en una guerra de la OTAN en Libia? Sus declaraciones eran todas mentiras. Eran todas invenciones, como él mismo admite en el documental de Teil.

Preguntado meses más tarde por Teil cómo podrían documentarse las cifras de muertes, violaciones, heridos y desaparecidos, Bouchuiguir contestaba “no hay manera de hacerlo”. Añadía que obtuvo las cifras que usó de los propios rebeldes libios, un hecho que nunca se apuntó cuando se citaron las cifras por primera vez. El Consejo de Seguridad de la ONU asumió sus afirmaciones sin investigarlas, aprobando la funesta Resolución 1973 del Consejo de Seguridad de la ONU que autorizaba el uso de la fuerza contra Libia. Presionado por última vez en la película para que diera evidencias de sus declaraciones, Bouchuiguir respondía finalmente: “¡no hay evidencias!”

Por sus esfuerzos, Bouchuiguir fue nombrado embajador libio en Suiza una vez terminada la invasión de la OTAN y nombrado el gobierno rebelde. La comunidad internacional reunión a sus ONG y empezó con el siguiente objetivo: Siria. Cerca del 99% de los artículos en los medios de comunicación de masas en Siria se basan en una sola fuente: el Observatorio Sirio de Derechos Humanos. Es una organización de un solo hombre en Londres dirigida por Rami Abdulrahman, cuyo trabajo es dirigir una pequeña tienda de ropa. De nuevo un hombre y una ONG han sido capaces de encender la opinión internacional a favor de una intervención “humanitaria”. Nos haría mucho bien examinar más de cerca el papel de las ONG en la promoción de los conflictos internacionales, particularmente a los gobiernos que hay detrás de ellas.


Publicado el 4 de octubre de 2013. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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