Los amigos de Monsanto en las altas esferas

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[Adaptado de Crony Capitalism in America]

Muchas empresas esperan enviar a un empleado a una agencia pública para que influya en la regulación. ¡Cuánto mejor si el empleado puede realmente dar forma a la regulación pública y vender un producto concreto! Monsanto parece haber conseguido esto… y mucho más.

Michael Taylor está entre varias personas con relación con Monsanto que ha trabajado en el gobierno en años recientes. Trabajo para la FDA en tiempos de Nixon y Reagan en la década de 1970, luego se convirtió en abogado representante de Monsanto. En 1991 volvió a la FDA como subcomisionado de políticas bajo George H. W. Bush y ayudó a conseguir la aprobación de la hormona de crecimiento bovino (de vacas) genéticamente creada por Monsanto, a pesar de estar prohibida en Canadá, Europa, Japón, Australia y Nueva Zelanda.

Fue solo el inicio de Taylor. Tampoco le gustó que algunos productores anunciaran su leche como libre de hormonas de crecimiento bovino. Parecía poner el producto de Monsanto bajo una luz desfavorable. Así que en 1994 escribió un documento guía desde la FDA requiriendo que cualquier etiqueta alimentaria que describiera el producto como libre de hormonas de crecimiento bovino debería también incluir estas palabras: “La FDA ha determinado (…) que no hay ninguna diferencia significativa entra la leche derivada de vacas suplementadas con [HCB] y sin [HCB]”.

Aparentemente no le preocupaba a Taylor que esta nueva declaración de la FDA no estuviera respaldada ni por Monsanto ni por estudios de la FDA. Si una empresa privada hubiera hecho esa afirmación sin respaldo podría haber sido condenada por fraude. Pero como venía de la FDA, los productores de leche se exponían a un riesgo legal si no la imprimían en su etiqueta.

Taylor se trasladó al Departamento de Agricultura de EEUU (USDA, por sus siglas en inglés) a mediados de la década de 1990. Durante este periodo, trató de convencer a la FDA y la Comisión Federal de Comercio (FTC, por sus siglas en inglés) de que dieran un paso más e hicieran ilegal a las empresas lácteas hacer ninguna declaración de ningún producto libre de hormonas de crecimiento bovino. Al fracasar, se dirigió a gobiernos estatales para hacer ilegal dicha declaración a nivel estatal. Esto se vio finalmente bloqueado por una decisión de un tribunal de Ohio de que había en realidad una “diferencia de composición” entre leche tratada con HCB y sin HCB. Mucho antes de esta sentencia de 2010, Taylor había vuelto a Monsanto como vicepresidente y luego volvió a la FDA de Obama, primero como consejero sénior sobre salud alimentaria y luego como subcomisionado de alimentos.[1]

Sin embargo la historia de Taylor no se limita a la leche. Durante su segundo cargo en la FDA, como subcomisionado de políticas en 1991-1994, los científicos de la agencia debatían acerca de la seguridad general de los alimentos de ingeniería genética (normalmente llamados Organismos Modificados Genéticamente). Como señala Jeffrey Smith:

Memo [interno] tras memo, describían toxinas, nuevas enfermedades, deficiencias nutricionales y alérgenos difíciles de detectar. [El personal científico] se mantenía firme en que la tecnología conllevaba “serios riesgos para la salud” y requería una investigación cuidadosa y larga, incluyendo estudios humanos.

La Agencia, bajo Taylor y luego bajo el liderazgo de otros, simplemente ignoró estas conclusiones. No hacía falta ningún estudio humano. Se permitió a los alimentos OMG entrar en la oferta alimentaria sin regulación de la FDA y apenas regulados por el USDA, que los veía como un importante producto de exportación de EEUU. En 2012, en EEUU, el 90% de la remolacha azucarera (que representa más de la mitad de la producción total de azúcar) era OMG, el 85% de la soja (que se encuentra en el 70% de todos los productos alimentarios de los supermercados) y el 80% del maíz, incluyendo el utilizado para hacer sirope de maíz alto en fructosa, un edulcorante utilizado en la mayoría de los refrescos y alimentos procesados.

Los pocos científicos que trataron de realizar una investigación independiente vieron a menudo dañadas sus carreras. La mayoría de la investigación alimentaria, conferencias y organizaciones estaban financiadas por grandes empresas alimentarias, incluyendo a Monsanto, lo que tenía un efecto escalofriante. Incluso colegas simpatizantes podían ser reticentes a respaldar a quienes se atrevían a hablar.

Quienes perseveraban en realizar investigación independiente, a menudo en el extranjero, informaban de descubrimientos preocupantes. Un estudio austriaco descubría que ratones alimentados con maíz OMG parecían bien en la primera y segunda generaciones, pero en la tercera eran estériles. Un estudio ruso de hámsteres alimentado con soja OMG daba unos resultados similares. ¿Podían los seres humanos mostrar una respuesta similar retardada? Nadie lo sabe. Otro estudio no relacionado con este demostraba que el pesticida utilizado en grandes cantidades en cultivos Roundup Ready  es tóxico para las células testiculares masculinas y ataca tanto a la síntesis de la testosterona como a la cantidad de esperma.

Al tiempo que la FDA  trata de permanecer tan en silencio como sea posible acerca de  los OMG, el USDA y otras partes del gobierno de EEUU están haciendo todo lo posible por promoverlos. El USDA tanto bajo George W. Bush como bajo Obama han buscado acelerar lo que es ya un sello automático para nuevos productos OMG, “desregularlos” (incluyendo hierbas como la alfalfa que no pueden restringirse al área plantada) y proporcionar inmunidad ante demandas por la expansión de cultivos OMG a granjas orgánicas vecinas. La inmunidad ante demandas es especialmente paradójica. Durante años, los productores de OMG han amenazado, intimidado, demandado e intentado acosar de todas la maneras imaginables a los granjeros vecinos. Si alguna de las semillas patentadas se desviaba y se encontraba en la granja vecina, se acusaba a ese granjero de “robo”. El mensaje claro: compra las semillas patentadas o afronta la destrucción mediante costes legales. Notablemente, los tribunales están aceptando este engañoso argumento. Pero finalmente los perseguidos empezar a contrademandar con éxito y el USDA inmediatamente se apresuró a proporcionar inmunidad legal a los productores de OMG en forma de una póliza de seguro que los granjeros orgánicos tendrían que comprar y que sería su única forma disponible de indemnización.[2]

Aunque hemos elegido centrarnos en la notable carrera de puerta giratoria de Michael Taylor en la FDA y Monsanto porque esta potencialmente puede afectar a la salud de cientos de millones de personas, historias como estas no son raras. Un artículo de 2012 del Chicago Tribune tiene este título: “Empresas químicas apoyan al nuevo experto de la EPA”. Describe cómo Todd Stedeford trabajó en la EPA de 2004 a 2007 bajo la administración de George W. Bush, luego se incorporó a la empresa química Albemarle Corp. En Albemarle, que fabrica materiales ignífugos, defendió productos químicos utilizados en muchos productos e incluso sugirió que el estándar creado por la EPA para materiales ignífugos era 500 veces demasiado alto. Al volver a la EPA en 2011, bajo el presidente Obama, está ahora “al cargo de (…) un programa que estudia si docenas de productos químicos industriales, incluyendo materiales ignífugos, son demasiado peligrosos”.[3] Uno debe preguntarse: ¿en qué estaba pensado la EPA cuando hizo este nombramiento?

Bill Ruckelshaus, dos veces jefe de la EPA, dijo una vez que “en la EPA trabajas para una causa que está más allá del interés propio. (…) No estás ahí por dinero, estás por algo más allá de ti mismo”.[4] Pero al abandonar la EPA, él mismo se convirtió en director de Monsanto. Entretanto, el grupo Covalence con sede en Ginebra puso a Monsanto en el último puesto en una lista de 581 empresas calificadas por su reputación ética.[5]

Un vistazo a algunos representantes de Monsanto y sus puestos en el gobierno:

MONSANTO

GOBIERNO EEUU

Suzanne Sechen, trabajó en investigación académica financiada por Monsanto Revisora principal de la hormona de crecimiento bovino en la FDA
Linda J. Fisher, VP, cabildera de Monsanto Administradora ayudante en la EPA
Michael Friedman, MD, Sr. VP, GD Searle, filial de Monsanto Comisionado de la FDA
Marcia Hale, cabildera internacional, Monsanto Asesora del presidente bajo la presidencia de Clinton
Michael (Mickey) Kantor, director Secretario de Copmercio y representante comercial de EEUU bajo la presidencia de Clinton
William D. Ruckelshaus, director Jefe de la EPA bajo los presidentes Nixon y Reagan

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[1] http://www.anh-usa.org (12 de octubre de 2010).

[2] Ibíd. (11 de septiembre de 2012).

[3] Michael Hawthorne, Chicago Tribune (10 de septiembre de 2012).

[4] Articulo de Bill Ruckelshaus en Wikipedia.

[5] http://www.huffingtonpost.com (28 de enero de 2010).


Publicado el 9 de novimebre de 2013. Traducido del inlgés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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