Guardianes del estado de guerra

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Un análisis de los secretarios de guerra y defensa de EEUU (el nombre se cambió de secretario de guerra a secretario de defensa en 1947) nos da alguna idea de la naturaleza de las relaciones dentro del “complejo militar-industrial”. Aunque estas secretarías no son los únicos guardianes del estado de bienestar y guerra (y tal vez no sean las más importantes), realizan una función crucial al coordinar a las entidades empresariales colectivistas y en busca de beneficios con los partidos políticos y sus programas en buena parte socialdemócratas.

En las 41 secretarías desde 1900, vemos a 39 individuos, ya que dos han servido dos veces bajo distintos presidentes. Estos 39 secretarios vienen de solo 19 estados. La abrumadora mayoría son de la costa atlántica. Sorprendentemente, el 41% de estos secretarios de defensa y guerra provenían de solo tres estados: Nueva York, Pennsylvania y Ohio. Aumentando nuestra red un poco más abarca a dos tercios de los secretarios. Estos tres estados son populosos, es verdad, pero en todo el periodo, su porcentaje medio de la población de EEUU estaría por debajo del 20%. Además, muy pocos provenían de las grandes ciudades. Los secretarios de Nueva York era más probable que provinieran de Clinton (Elihu Root) o Glen Falls (Robert Patterson) que de la ciudad de Nueva York. Estos eran principalmente chicos de pequeños pueblos del oeste de Pennsylvania, el norte de Nueva York y distritos adyacentes.

Tal vez sea menos sorprendente que el 52% estudiara en instituciones de la Ivy League (algunos de ellos solo a las escuelas profesionales). De lo miembros de la Ivy League, 11 fueron secretarios republicanos y diez demócratas. Pero a pesar de sus conexiones educativas con la élite, la mayoría de los secretarios provenían de la clase media y, en varios casos, con antecedentes claros en la clase media-baja.

No todos, por supuesto. Robert Lovett (bajo Truman) era un esqueje del dinero de la Union Pacific (por tanto, relacionado con varios emporios bancarios). Elliott Richardson (bajo Nixon) provenía de una familia de sangre azul de brahmanes de Boston. William Howard Taft (bajo Theodore Roosevelt) era de la poderosa familia Taft de Cincinnati, Ohio.

Sus biografías muestran que, al menos en un amplio resumen, incluso el más atípico de los 39 no queda muy lejos del siguiente retrato, una especie de tipo ideal de secretario de guerra.

Nuestro secretario de guerra o defensa modelo es un individuo del oeste de Pennsylvania. Proviene de un entorno de una fuerte clase media que permite a este joven brillante y trabajador conseguir una educación en la Ivy League, muy probablemente en Yale. Escribe o edita en una de las publicaciones de la universidad. Como nuestro hombre está en Yale, es reclutado por una sociedad secreta y entra en, por ejemplo, Calavera y Huesos (lo más frecuente, aunque hay representadas otras), codeándose allí con las familias y fortunas de la élite.

Si hay una guerra en marcha después de la universidad, nuestro hombre servirá durante un corto periodo en el ejército. Luego estudiará derecho en Harvard, trabajando después de un bufete legal o un banco de inversión. Abriéndose paso en la política estatal o nacional, ocupará varios cargos legislativos o ejecutivos.

Nuestro hombre ideal (y son todos hombres) estaría finalmente en el Consejo de Relaciones Exteriores (después de 1922). Después de haber ejercido durante tres o cuatro años como secretario de guerra o defensa, nuestro hombre volverá a los “negocios”, casi con seguridad a la banca de inversión. (Esto es realidad en casi todos los casos, incluso para quienes no fueron banqueros antes). También sería miembro de muchos consejos, ocuparía cargos consultivos y otras conexiones con la industria de armamento. Y estaría relacionado con los mundos tanto de las fuerzas de trabajo público como de las grandes fundaciones libres de impuestos (Fundación Ford, Rand, etc.) y mantendría relaciones cercanas con Lehman Brothers, Morgan, Jacob Schiff y Goldman Sachs.

Dejadme ahora que diga que hay muchas variantes secundarias en el grupo. Algunas interesantes. Un secretario de guerra tuvo dos descendientes (nieto y biznieta) que serían nominados a los Óscars (George Dern, uno de los secretarios de guerra de FDR). Un secretario de defensa ocupó dos veces el cargo y entretanto trabajó en una gran farmacéutica y consiguió la aprobación de la FDA del aspartamo (Rumsfeld). Un secretario de guerra creó la Copa Davis de tenis (Davis)- Dos secretarios habían sido anteriormente compañeros de habitación en la universidad (Rumsfeld y Carlucci). ¡Y uno de los secretarios de guerra de FDR era un estricto no intervencionista (Woodring)!

Como se ha dicho antes, solo unos pocos de los secretarios provenían del viejo dinero y el privilegio: en general, estos hombres no son ni los oscuros banqueros manipuladores de marionetas ni los corruptos capitalistas imaginarios, sino más bien hijos de granjeros, abogados de pueblos pequeños y profesores de escuela cuya ambición les llevó a cargos influyentes. De hecho, algunos ejercitaron una enorme influencia en política: pensemos en Stimson, McNamara y Rumsfeld, por ejemplo. Algunos mucha menos. No hubo verdaderos Metternich o Richelieu entre ellos, ningún “cochero de Europa”, por decirlo así. Más bien fueron altos funcionarios del estado de bienestar y guerra. Y debe decirte que fueron personas trabajadoras, inteligentes y capaces.

Todo este trabajo duro se aplicó a conseguir material bélico, obteniéndolo de las fuentes favoritas, formando las organizaciones estadounidenses de defensa para llevar a cabo los planes militares del presidente y sus consejeros. Tal vez incluso asegurando que la destrucción infligida fuera tal que la reconstrucción generara posteriormente beneficios a sectores y empresas favorecidas. Estas secretarías indudablemente proporcionarían una de las relaciones garantizadas entre la política y los niveles más altos de tomas de decisiones de “hombres sabios”.

Estoy sugiriendo que este perfil concreto puede ser crucial para el proceso político de llegar a acuerdos entre los partidos, la administración, las altas finanzas, los militares y las fábricas de armas. El imperio moderno, igual que en el estado del Rey Sol, necesita gestores altamente competentes de temperamento equilibrado y total lealtad. La “democracia” de hoy (en parte teatro, el parte terapia, en parte oligarquía) podría producir gente rara y original como secretarios de estado, senadores y presidentes. Pero los secretarios de defensa, maquinaria crucial del estado de guerra perpetua, son partes bien pulidas de algo concreto.

Entre paréntesis, y sin atribuirle importancia especial, observo una tendencia a una diferencia partidista en estilo entre nuestros ministros de defensa. El Partido Demócrata ha tendido a elegir unos pocos secretarios más fuera de sincronía que el Partido Republicano. También unos pocos secretarios demócratas provinieron de fuera del Triángulo de las Bermudas (de Nueva York, Pennsylvania y Ohio) de los secretarios de guerra.

Por otro lado, probablemente sea cierto que Defensa sea el cargo en el gabinete que probablemente cruce más frecuentemente las líneas de partido, como en el caso del secretario Hagel. Está claro que, a veces, estos guardianes son simplemente intercambiables.

Por supuesto, ambos partidos políticos han actuado como fachada para la élite del estado, para el sistema del estado de bienestar y guerra. La apariencia de tensión entre los dos partidos en asuntos bélicos ha sido teatro en muchos aspectos, aunque muchos participantes sean, sin duda, verdaderos creyentes. Pero esas ideas han de contrastarse delante del telón de fondo de una actividad belicista agresiva real por parte de ambos partidos cuando están en el poder.

La interfaz indispensable entre partidos, empresas y élites está guardada por una clase especial de leales, normalmente personas extremadamente brillantes de estatus familiar y social modesto, elegidos por la élite del estado para hacer este trabajo y verse posteriormente recompensados en consonancia. Cuando miramos a estos hombres y estas funciones, es difícil imaginar cómo podría ser de otra manera.


Publicado el 6 de diciembre de 2013. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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