La actual política de la Fed: Un ejercicio de locura keynesiana

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En su Teoría General del Empleo, el Interés y el Dinero, John M. Keynes criticaba, sin citarla o mencionarle explícitamente, la primera recomendación política (austriaca) de Hayek : la mejor manera de evitar un declive es la prevención. Hayek sabía que evitar el auge creado por el crédito impide que las malas inversiones y el exceso de consumo asociados con los ciclos de auge-declive se evitarían mediante la prevención o reducciones significativas en la creación del crédito.[1] Sin embargo Keynes pensaba otra cosa:

¡Así que el remedio para el auge no es un tipo de interés más alto, sino un tipo de interés más bajo! Pues eso puede permitir que dure el llamado auge. El remedio correcto para el ciclo económico no ha de encontrarse en abolir auges y mantenernos así permanentemente en semi-derpresión, sino en abolir las depresiones y mantenernos así permanentemente en casi-auge.

Una buena interpretación de la planificación central monetaria de la Fed de Bernanke desde el fin de la “Gran Recesión” con su política de tipos de interés a casi cero unida a múltiples rondas de flexibilización cuantitativa (QE, por sus siglas en inglés), determinada por una apoplitorismofobia, es que la Fed ha estado tratando de seguir el consejo de Keynes.[2] La forma de evitar una nueva recesión es mantener los tipos de interés tan bajos como se pueda como manera de superar una falta de “espíritus animales” y sostener así el casi-auge. Mientras la inflación sea baja, no hay daño ni falta. De hecho, tal y como funciona, un poco más de inflación podría ser beneficioso.

Comentarios de Peter Schiff en “Reaction to the Federal Reserve Policy Statement”:  “seguir la anunciada intervención limitada de la Fed de la QE III apoya esta interpretación de las intenciones de la Fed”. Schiff apunta: “Pocas dudas puede haber de que el anuncio de hoy de la Fed es un intento épico de audacia retórica. El mensaje que esperan transmitir es que están reforzando la política monetaria al aflojarla”. Luego apunta: “Hay pocas evidencias que sugieran que las tendencias son autosostenibles. Pero datos aparentemente sólidos han hecho que los argumentos a favor de una QE continua sean cada vez más insostenibles. Como ya no podían mantener el rumbo, la Fed tuvo que hacer algo. En último término decidieron jugar en ambas direcciones”. Luego Schiff explica lo que no se ha declarado, sino que está entre líneas: la flexibilización continua es el propósito de la Fed:

Pero estas “operaciones de boca abierta” probablemente representen todo el inventario de las opciones políticas de la Fed. Sospecho que cuando los datos económicos empiecen a resultar desalentadores, la Fed rápidamente invierta el rumbo y aumente el volumen de sus compras mensuales. De hecho, la declaración de hoy de la Fed tenía cuidado en evitar cualquier compromiso con intervenciones adicionales en el futuro. Simplemente decía que más cambios en la cantidad de compras dependerán de los datos. Esto significa que la QE podría ir en cualquier dirección.

Si los intereses suben mucho, creo que la Fed tendrá que intervenir para rebajarlos. En otras palabras, la Fed encontrará mucho más difícil abandonar que empezar la QE.

Los austriacos hace mucho que demostraron la locura de dichas políticas. El importante ensayo de Hayek Profits, Interest and Investment (1939) proporciona una respuesta austriaca temprana al sinsentido de Keynes.[3] En el que es uno de los artículos más difíciles de Hayek, este argumenta explícitamente que una política como esa en último término no solo fracasará en alcanzar el objetivo declarado, sino que llevará a un daño importante a la economía a largo plazo. La política podría parecer temporalmente que aumenta el empleo, pero el efecto es una ilusión.[4] La creación de crédito y los tipos de interés artificialmente bajos, incluso si se aplican a una economía con recursos actualmente no utilizados sigue dirigiendo mal la producción, lo que lleva a episodios de auge-declive y un mayor desempleo futuro. Adrián O. Ravier actualiza estos argumentos en dos excelentes artículos en el QJAE, “Rethinking Capital-Based Macroeconomics” y “Dynamic Monetary Theory and the Phillips Curve with a Positive Slope”. En el primero, Ravier proporciona

una explicación de por qué las políticas monetarias expansionistas fracasan a largo plazo en resolver los problemas de desempleo asociados a las recesiones. Esta extensión proporciona un perspectiva nueva en los debates entre Hayek y Keynes en la década de 1930 y en la “flexibilización cuantitativa” actual.

En el segundo artículo, Ravier demuestra:

Aunque es verdad que después del auge y declive la economía vuelve a la tasa natural de desempleo, lo esencial es que la “tasa natural” al final del ciclo es bastante diferente de la evidente a su inicio. Esto requiere una curva “austriaca” de Phillips con una pendiente positiva.

Durante un auge artificial, el empleo puede disminuir inicialmente. Sin embargo, después de una vuelta a la “normalidad”, el desempleo puede en realidad ser mayor del que habría sido normal antes del auge inducido políticamente.

Joe Salerno advierte que aparte de los riesgos a largo plazo explicados antes, un entorno de tipos de interés artificialmente bajos puede en realidad impedir una recuperación sana.[5] Salerno apunta:

Para que la recuperación empiece de nuevo, tiene que observarse en los mercados financieros un aumento acusado en el tipo de interés “real”, o ajustado a la inflación. Los tipos altos de interés no perjudican la recuperación sino que son una señal segura de que se está procediendo al reajuste de los precios relativos necesario para realinear la estructura de producción con la realidad económica. La mal llamada “deflación secundaria”, esté o no acompañada por una contracción monetaria incidental, es por tanto una parte integral del proceso de ajuste. Es el prerrequisito para la renovación de la audacia empresarial y la restauración de la confianza en el cálculo monetario. Las decisiones de bancos y empresarios capitalistas de retener temporalmente en lugar de prestar o invertir una porción de los ahorros acumulados en emplear los factores de producción y el correspondiente aumento en los tipos natural y de préstamo por encima de alguna tasa de preferencia temporal estimada como “real” no impiden sino que aceleran la recuperación. Esto, por supuesto, implica que cualquier intento político de detener o invertir el declive en precios de factores y activos mediante manipulaciones monetarias o programas de estímulo fiscal retrasará o descarrilará el proceso de ajuste de la recesión.

La actual política de la Fed es una política de ilusión o, mejor aún, de desilusión.


[1] Para una explicación más detallada de Keynes y los austriacos, ver mi “Capital-Based Macroeconomics: Austrians, Keynes, and Keynesians”, que es una versión en borradorpara un capítulo futuro de P. J. Boettke y C. J. Coyne (Eds.), Oxford Handbook of Austrian Economics. Oxford: Oxford University Press.

[2] Ver también John H. Cochrane “The Federal Reserve: From Central Bank to Central Planner”.

[3] Ver David Sanz Bas “Hayek’s Critique of The General Theory”.

[4] Ver  Unemployment and Monetary Policy: Government as Generator of the “Business Cycle”. San Francisco: Cato Institute.

[5] “A Reformulation of Austrian Business Cycle Theory in Light of the Financial Crisis”, p. 38.


Publicado el 6 de enero de 2014. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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