Nuevas lecciones del “rescate” y del estímulo fracasado

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El Wall Street Journal publicaba una larga historia sobre la resaca de la crisis financiera y la gran recesión y las lecciones supuestamente aprendidas. En “Lessons of the Rescue: A Drama in Five Acts”, su autor, David Wessell, afirma: “Cinco años después de la crisis financiera, ha pasado tiempo suficiente como para identificar momentos clave en la guerra por salvar la economía mundial y sacar lecciones de la confusión” (cursivas añadidas). Wessell también declaraba que “Cinco años después del casi-colapso del sistema financiero global, los estadounidenses pueden cantar victoria justificadamente”. Wessell presenta alguna crítica limitada desde la ortodoxia de la política mondustrial de la Fed y el Tesoro durante la “crisis” del otoño de 2008, el fracasado estímulo fiscal de 2009 y las rondas casi continuas de flexibilización cuantitativa durante este periodo de lenta recuperación. Pero Wessell presenta en general un panorama en el que, sin esas políticas mondustriales, las cosas habrían sido mucho peores y el mayor error en las políticas fue que fueron demasiado pocas y tardías.

Wessell parece olvidar completamente el hecho de que en ausencia de la Fed como posibilitadora con su política abiertamente expansionista de creación del crédito, primero en la década de 1990 y luego a mediados de la de 2000, no se habrían producido ni el auge-declive de las punto com, con su inacabada recesión, ni el auge general y posterior declive de la burbuja inmobiliaria, que precipitaron la crisis financiera. Roger Garrison lo resume sucintamente:

Los auges artificiales conllevan poner el turbo a lo que esté pasando en ese momento. La crisis punto com de la década de 1990 se produjo porque tuvo lugar una expansión del crédito durante un momento en que las innovaciones tecnológicas asociadas con las revoluciones digitales crearon una fuerte demanda de fondos de inversión en ese sector. La crisis inmobiliaria de 2008 se produjo porque tuvo lugar una expansión del crédito durante un momento en que el gobierno federal estaba impulsando con fuerza un aumento en la propiedad de las viviendas para familias de bajos ingresos. Comprensiblemente identificamos estos distintos episodios cíclicos (la crisis punto com, la crisis inmobiliaria) con “lo que pasaba en ese momento”. Sin embargo el denominador común es la propensión de la Fed a expandir el crédito. (cursivas añadidas)

La “guerra por salvar la economía” era innecesaria ya que fue una crisis completamente resultado de acciones previas por uno de los supuestos salvadores de la economía.

Wessell sí se refiere a John Taylor, que argumenta que aunque algunas  de las respuestas producidas por el deslumbre durante la crisis del otoño de 2008 podrían haber sido necesarias para prevenir el colapso financiero, “La política del gobierno ha sido la causa del problema”, pero en último término Wessell se alinea con el grupo de “las cosas podían haber ido peor”:

Los políticos que lideraron la respuesta a la crisis argumentan que la economía habría ido aún peor si no hubiera sido pro el estímulo. Y hay un apoyo importante para esa opinión entre economistas del sector privado.

Es más probable que la recuperación hubiera llegado antes, con menos daño a largo plazo, si la política hubiera sido menos activa, incluso quizá si no se hubiera hecho nada. Como se apuntaba en “Review and Outlook” del Wall Street Journal del 6 de marzo de 2009: “Las recesiones no duran eternamente, pero las malas políticas pueden prolongar el dolor”. En 2010, el Journal planteó una pregunta muy importante en “A Tale of Two Recoveries” (21 de septiembre de 2010, p. A20): ¿Hicieron las políticas keynesianas más mal que bien? El Journal, sonando como Robert Higgs, responde afirmativamente. “Nuestra opinión es que las políticas hipercinéticas del gobierno han hecho más mal que bien, llevando a incertidumbre y mayores costes que han socavado las confianza de empresas y consumidores y ralentizado los poder recuperativos de la economía, por otra parte naturales”. Poco ha cambiado desde entonces.

Wessell también se equivoca con respecto a los rescates. Un mejor retrato de los rescates lo proporciona Vern McKinley en Financing Failure: A Century of Bailouts. McKinley documenta cómo fueron contraproducentes e innecesarias muchas de las acciones de la Fed y el Tesoro. McKinley describe mucho de lo que se hizo como “toma de decisiones sobre la marcha” (pp. 305-306):

“Sobre la marcha” no es una expresión halagüeña de los métodos de los reguladores, pero su uso se justifica para describir las acciones en medio del pánico durante la crisis de la década del 2000. Es sencillamente natural que bajo la presión del plazo el juicio fuera defectuoso, se cometieran errores y se magnificara la exposición del contribuyente y ese ha sido claramente el caso. Con la posible excepción de la decisión sobre Lehman Brothers (…) todas las grandes decisiones de rescates durante la crisis de la década del 2000 se realizaron bajo la coacción del pánico durante un periodo muy corto de tiempo con información a mano muy limitada y con información de un número limitado partes objetivas implicadas en la toma de decisiones. No es sorprendente que estas respuestas sobre la marcha no inspiraran confianza y no hubiera evidencias claras recogidas de que la esperada recesión negativa se hubiera producido de verdad.

A partir de una cita de un participante clave en los rescates y el posterior estímulo, Timothy Geithner, que declaró que “Las crisis financieras requieren gobierno”, McKinley resume su análisis de los rescates fracasados (pp. 311-312):

Basándose en el contexto en este caso, Geithner parece querer decir que la acción del gobierno es esencial como respuesta a una crisis financiera, pero repito que no deja claro en absoluto por qué la acción del gobierno rescatando instituciones financieras es una postura preferible a cerrarlas. Basándose en las historia delas crisis, resulta ser más cercano a la realidad un significado distinto de la intención de Geithner. Está claro que las crisis financieras requieren gobierno en el sentido de que el gobierno es el responsable de producir las crisis.

McKinley atribuye luego correctamente la depresión de la década de 1930 a la política monetaria, la de la década de 1980 a los problemas creados por una política monetaria excesivamente inflacionista a finales de la década de 1960 y en la de 1970 (aquí) y “en la década del 2000, fue la amplia presión hacia la propiedad inmobiliaria a través de la política pública que llevó a burbujas en los precios facilitadas por una política monetaria acomodaticia y las circunstancias se vieron exacerbadas por defectos regulatorios”. Resume:

Así que, basándose en la evidencia histórica, puede decirse claramente que es el gobierno el que está en el centro de la inflación y el empeoramiento de las crisis financieras y debería estar en la respuesta central en el sentido de que actúe para cerrar las instituciones quebradas.

Si solo se lee a Wessell, es muy probable que se aprendan lecciones equivocadas. Somebody in Charge: A Solution to Recessions?, de Peter Lemieux (reseñado aquí), Financing Failure: A Century of Bailouts, de Vern McKinley, o Alchemists of Loss: How Modern Finance and Government Regulation Crashed the Financial System, de Kevin Dowd y Martin Hutchinson (reseñado aquí), son guías mucho mejores de lo que ocurrió realmente, qué lo causó y por qué es más probable que las numerosas políticas empeoren y no mejoren las cosas.

La crisis financiera y la Gran Recesión fueron consecuencias de la planificación monetaria centralizada a gran escala que creó dos veces burbujas, auges y consiguientes declives al poner el turbo primero al crecimiento en la productividad generado por las punto com y luego usando simultáneamente una política de dinero y crédito fáciles para impedir la necesaria reestructuración de la economía. Tras el declive de las punto com, estas políticas llevaron a una “recesión inacabada”, mientras que la creación de nuevo crédito empezaba una nueva ronda de mala dirección de la producción creando la burbuja inmobiliaria, el auge general y el consiguiente declive. Mi evaluación de 2010 de una vía austriaca a una prosperidad sigue sosteniéndose bastante bien:

Acabar con la intervención pública en la economía y volver a una política monetaria fuerte. Una política así ha sido calificada como dura o demasiado drástica, pero el dolor de una recesión grave y corta, seguido por un crecimiento y prosperidad renovados y sostenibles pueden ser realmente “cómodos y moderados comparados con el infierno económico de inflación, estancamiento, alto desempleo y depresión inflacionista permanentes” que es el probable resultado de una continuación de nuestra política actual.

Ya estamos en un estancamiento al estilo japonés o en una eurosclerosis semipermanente. La “guerra para salvar la economía mundial” dirigida por el banco central y las altas finanzas era, si no completamente innecesaria, sí en su mayor parte. Para evitar crisis futuras, una institución fallida que debería echar el cierre es la Fed.


Publicado el 30 de septiembre de 2013. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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