Por qué debería haber un mercado libre en el etiquetado de alimentos

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Los votantes del estado de Washington rechazaron recientemente un medida que habría obligado a etiquetar los alimentos que contengan ingeniería genética. Los votantes de California hicieron lo mismo en 2012.

Los alimentos modificados genéticamente derivan de los organismos modificados genéticamente (OMG) que han sido alterados para contener una o varias  “nuevas” proteínas. Esto se hace cambiando el código o secuencia del ADN, el patrón para fabricar proteínas. La planta (o animal, pero casi todos los OMG usados en producción agropecuaria son plantas) se cultiva luego y produce la “nueva” proteína (o proteínas), que confiere nuevas características a dicha planta. Por ejemplo, cierto maíz se ha alterado genéticamente para producir una proteína que es tóxica para los insectos.

El propósito de este artículo no es discutir lo apropiado de estas técnicas para crear productos alimenticios, su eficacia, seguridad y cómo llegaron a existir para empezar. La cuestión más amplia de la que quiero ocuparme es si el etiquetado de OMG debería ser ordenado por los gobiernos o no.

Poco después de la votación de los OMG en el estado de Washington, Michael Lipsky explicaba por qué los requisitos de etiquetado no aumentarían los precios delos alimentos. En el artículo dice:

Para empezar, si se obligara al etiquetado, particularmente si (y cuando) lso requisitos de etiquetado sean adoptados por otros estados, aumentaría la demanda de versiones no OMG de maíz, soja y remolacha azucarera (los cultivos básicos de OMG), se expandiría la producción y disminuirían los precios de los ingredientes no OMG. El resultado sería un nuevo precio de equilibrio sin duda menos costoso para los productores de alimentos en los actuales ingredientes no OMG.

Continúa diciendo lo siguiente: “Para continuar, si los alimentos con OMG en realidad son más baratos de producir, habría una demanda en marcha de las versiones menos caras de productos alimenticios y algunos alimentos OMG encontrarían un nicho de mercado en el punto de los precios más bajos”.

Aquí el análisis es correcto: productores y consumidores interactúan, oferta y demanda llevan a precios que reflejan esta información y el mercado llega a cierto tipo de equilibrio. Pero todo esto supone no entender nada.

No debería obligarse a los productores de alimentos a dar esta información. Las empresas de alimentación debería poder poner lo que quieran en sus etiquetas y los consumidores les dirán si es información bastante para elegir comprar sus productos o para no comprarlos e irse a otro sitio. Simplemente no hace falta el gobierno en este proceso. Y la legislación casi siempre crea más problemas de los que resuelve.

Un problema reside en determinar qué son exactamente los OMG. No es tan sencillo como podría pensarse. ¿Podrían las empresas alimentarias simplemente poner una etiqueta básica en cada producto (“Puede contener OMG”, por ejemplo) y cumplir con la regulación? ¿Quién es responsable de su aplicación y de qué no se ocupa como consecuencia de este nuevo requisito de control?

En muchos casos, cuando se usan etiquetas, no está siempre claro qué constituye un OMG y qué no. El idea habitual es que un OMG es una planta que tiene material genético “extraño” insertado en su genoma y está creada por una o varias grandes empresas agrarias. Lo que ignora esta definición es la aparición natural de OMG, incluyendo la transferencia de toxinas, sin intervención humana. Por otro lado, si el objetivo es etiquetar alimentos modificados por intervención humana, esto abarcaría prácticamente todo lo que comemos: plantas y animales han sido criados selectivamente durante miles de años por la humanidad. Esto ha estimulado la retención de ciertas trazas genéticas sobre otras y, por tanto, todo producto alimenticio podría considerarse un OMG.

Siempre que el gobierno da instrucciones sobre etiquetado, la primera orden al fabricante es cumplir con estos requisitos legales. Esto puede satisfacer o no a los consumidores. Parece que si estas normas de etiquetado se hubieran aprobado en Washington o California, los fabricantes de alimentos podrían poner simplemente “OMG” o “puede contener OMG” o “hasta donde sabemos, este producto es posible que contenga OMG” en la misma etiqueta y cumplir el requisito. Los ejemplos dados en la iniciativa del estado de Washington parecen indicar que podía usarse ese lenguaje genérico. Esto haría que los consumidores tuvieran en realidad menos información que antes de que el requisito de etiquetado se pusiera en práctica. Este efecto se demostró cuando la FDA obligó a poner información nutricional en las etiquetas de productos alimenticios. Al ordenar lo que debe incluirse en la etiqueta, los productores de alimentos buscan en primer lugar satisfacer este requisito. Aunque algunos productos sí contienen información adicional en la etiqueta, esta siempre se incluye después de cumplir con todas las instrucciones, incluso cuando a los consumidores no les importa la información obligatoria sobre un producto que pueden estar utilizando por otras razones.

La aplicación es otro problema de estos requisitos de etiquetado. La iniciativa del estado de Washington menciona la porción de sanción por violar la ley, pero no dice nada acerca de quién tomará las muestras, realizará y pagará la prueba de OMG o qué pruebas serían apropiadas. Si se atribuye la tarea a funcionarios agrícolas estatales, ¿qué otras tareas se dejarán ahora de lado? Tal vez algo más importante que aplicar la ley de etiquetado de OMG.

En parte de acuerdo con Mr. Lipsky, los fabricantes de alimentos afirmaban (y los estudios realizados indicaban) que los requisitos de etiquetado de OMG aumentarían los precios de los alimentos. A partir de estos estudios, el artículo dice que “los costes en comida de una familia media aumentarían en varios cientos de dólares anuales”. Además, el cumplimiento con los nuevos requisitos podría lograrse “utilizando ingredientes certificados no OMG o productos orgánicos”.

Mucha gente no quiere pagar más por algo con ingredientes más caros, tal vez especialmente comida, pero las propias empresas alimentarias sustituyen constantemente ingredientes o prácticas de producción y cobran más por ella, con la esperanza de que los consumidores compren estos productos prémium. Por ejemplo los huevos Eggland’s Best se producen con prácticas costosas que aumentan el contenido nutricional de los huevos y esto se muestra de forma destacada en su envasado. En consecuencia, cobran más por este producto alimenticio, comparado con otros huevos. Las empresas alimenticias llevan una asombrosa variedad de productos al mercado regularmente, siendo siempre intentos de evolución para adaptarse a preferencias y precios cambiantes. Y, al hacerlo, aumentan constantemente los precios de sus productos. Es solo una consecuencia natural de cambias como se hace algo (todo). Los precios reflejan estos cambios y las decisiones de los consumidores indican si debían haberse realizado los cambios para empezar. Un producto con un precio por encima de lo que los consumidores están dispuestos o pueden pagar no se mantendrá mucho tiempo en el mercado.

Los artículos de Lipsky y de los fabricantes de comida no lo han entendido. El precio de cualquier bien o servicio podría alterarse mediante la regulación estatal del etiquetado de los productos OMG (y establecerse un nuevo precio de equilibrio) pero no hay necesidad de que ocurra esto. Productores y consumidores pueden ocuparse y se ocupan de esto por sí mismos. Asimismo, los aumentos y disminuciones de precios son una consecuencia natural de cualquier mercado en funcionamiento. El precio es una señal para productores y consumidores y se usa para asignar recursos escasos, como el alimento. El aumento en los precios crea oportunidades para los productores, mientras que su bajada indica o bien que la demanda del bien o servicio está disminuyendo, o bien que la oferta es demasiado abundante respecto de la demanda. Es la distorsión de estas señales de precios lo que causa los problemas reales, no el hecho de que los precios suban y bajen.

Así que es ampliamente sabido que algunos consumidores se preocupan sobre si están comiendo alimentos OMG o no, mientras que otros no. Los productores alimentarios están a la escucha. Se produjo un proceso similar cuando el movimiento de la comida orgánica empezó hace muchas décadas: se creó un “nuevo” mercado alimentario basado en las demandas del consumidor. No hay ninguna razón para pensar que las decisiones y etiquetas alimentarias no puedan cambiar sin instrucciones legales del gobierno. De hecho, son las instrucciones las que eliminarían las decisiones y el conocimiento en las etiquetas de productos alimentarios para consumidores.


Publicado el 31 de enero de 2014. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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