El homeschooling alcanza la mayoría de edad

1

A finales de los años 60 y principios de los 70 el moderno movimiento a favor del homeschooling estaba en su infancia. En aquel tiempo, la mayoría de los estadounidenses veían la modalidad de educación en el hogar como una pintoresca atracción turística o como el estilo de vida elegido por aquellos decididos a soportar unas condiciones más duras de lo necesario.

Como han cambiado las cosas en unas pocas décadas.

El homeschooling ha experimentado un transformación extraordinaria. De inconformista  a convencional, el movimiento ha adquirido un glamoroso brillo popular.

Hojeando algunos ejemplares de Sports Illustrated, alrededor de 2007,  no son pocas las noticias acerca de los fotogénicos estudiantes de homeschooling que han superado las pruebas atléticas. Como Jessica Long, nacida en Rusia, residente de Baltimore y destacada nadadora. A los 15, Jessica fue la primera paralímpica que ganó el prestigioso premio Sullivan, el cual honra al mejor atleta amateur del país. También está el elegante Joey Logano quien, a los 17 años, ya ha ganado la carrera Nascar.

Incluso aspirantes a la presidencia y sus esposas se han subido al vagón de la auto enseñanza. El congresista Ron Paul (Republicano – Texas) ha ofrecido un entusiasta respaldo a las familias que realizan homeschooling, y Elizabeth Edwards, esposa del senador John Edwards (Demócrata – North Carolina) dijo al Wall Street Journal que tiene planeado para este otoño educar en su casa a sus dos hijos más jóvenes con la ayuda de un tutor.

En cuanto a los logros académicos, la competición nacional de esta temporada ha sido memorable, viendo a jóvenes educados en el hogar coronarse como campeones en tres eventos principales. Un niño de doce años llamado Matthew Evans ganó el concurso del National Word Power, patrocinado por Readerś Digest. Con trece años,  Evan O’Dorney, de California,  ganó el Scripps National Spelling Bee, y Caitlin Snaring, de Washington, con catorce años fue bautizada como la campeona National Geographic Bee.

Ahí está también Micah Stanley, de Minnesota, quien nunca ha recibido  una lección  en un edificio de aulas de ladrillo y cemento. En los últimos años, se matriculó en el Oak Brook College of Law, un centro de estudios de derecho a distancia cuya oficina de operaciones está en Sacramento. El pasado mes de febrero, realizó el riguroso examen general para recibirse como abogado, de tres días de duración, en California (California permite a los estudiantes a distancia presentarse a los exámenes para ejercer como abogado), y él ahora puede añadir el título de abogado a su curriculum. En su tiempo libre finalizó un libro titulado How to Escape the Holding Tank: A Guide to Help You Get What You Want.

Micah tiene 19 años.

Un adolescente abogado y autor en ciernes que, sin embargo, no sorprendió a John Taylor Gatto, un declarado crítico de las leyes de educación obligatoria y antiguo Maestro del Año del estado de New York. Escribiendo en Harper’s Magazine, Gatto señala con honestidad que “los genios son tan comunes como la suciedad”.

Probablemente. Pero es comprensible que cuando las personas escuchan hablar cada día de alumnos de homeschooling como los Joeys y las Caitlins y los Micahs, se sienten algo intimidados – como si esta opción educativa fuera de dominio exclusivo de madres y padres obsesivo-compulsivos con dinero para derrochar, tiempo de sobra y críos motivados, hijos del Tipo A.

Aun cuando es encomiable que los jóvenes alcancen metas hercúleas, el homeschooling tiene que ver más con la libertad y la responsabilidad personal que con obtener una beca de la Ivy League o jugar en Wimbledon.  Por lo general, atrae a familias de clase trabajadora de todas las etnias y religiones, dispuestas a proporcionar una enriquecedora y estimulante experiencia de aprendizaje.

Por supuesto, los intrépidos aventureros son siempre un encanto básico de este movimiento. La familia Burns, de Alaska, se embarcó  en un velero de 36 pies este verano para viajar por el mundo durante tres años. Chris Burns (el padre) dijo al Juneau Empire que espera “conectarse con las aulas Juneau y albergar sesiones de preguntas y respuestas mientras está en el mar”, así como educar en casa  a los dos pequeños Burns.

Por la parte legal, la educación en casa sirve como claro recordatorio del complejo asunto en que se ha convertido casos que son materia de estudio por parte de la Corte Suprema: ¿Tiene el Estado autoridad para obligar a los jóvenes a asistir a la escuela y sentarse en un pupitre durante 12 años? Aun cuando los niños tengan la aptitud y madurez para tal contrato a largo plazo (¿o es una servidumbre involuntaria?) continúa siendo una asunto incómodo porque, en el muy aceptado mantra del día, “la educación es un derecho”.

Este es un debate nacional largamente pospuesto, dado que hay multitud de síntomas – una costosa educación suplementaria y aumento de la deserción escolar, por mencionar dos – que indican que el modelo educativo tradicional no es muy atractivo para los niños.

El homeschooling, después de todo, empezó a conectar con las masas a raíz de que un ex empleado del Departamentos de Educación de los Estados Unidos declarase que los niños, al igual que las delicadas plantas de invernadero, requieren de un determinado tipo de entorno para  producir nuevos  brotes y florecer, y son los cariñosos padres y no las instituciones quienes mejor pueden crear estas condiciones.

Fue en 1969 cuando el finado Dr. Raymond Moore inició una investigación en áreas de la educación que previamente habían sido ignoradas. Dos de las preguntas que Moore y un equipo de colegas con ideas afines plantearon a fin de ser contestadas fueron (1) Es el confinamiento  de niños en una institución una buena tendencia educativa? y (2) Cuál es la mejor edad para ingresar en la escuela?

En el proceso de análisis de miles de estudios, veinte de los cuales compararon niños escolarizados a temprana edad con otros que lo fueron más tardíamente, Moore concluye que el desarrollo de problemas como la hiperactividad, la miopía y la dislexia son muchas veces el resultado de una prematura y agobiante imposición al sistema nervioso y mente de los niños con continuas tareas académicas como lectura y escritura.

El grueso de la investigación convenció a Moore de que la educación formal debería retrasarse hasta al menos la edad de 8 o 10 años, e incluso hasta los 12. Tal y como explicó, “Estos hallazgos han despertado nuestro interés y nos han convencido para enfocarnos en dos áreas primarias: el aprendizaje formal y la socialización. Al final, este trabajo condujo a un inesperado interés en la educación en el hogar”.

Moore escribió los libros Home Grown Kids y Home-Spun Schools. El resto, como suele decirse, es historia. De los libros, publicados en los años 80, se vendieron cientos de miles de copias y ofrecen consejos prácticos para los potenciales padres educadores.

Hoy en día, existe una vasta cantidad de material de autoayuda, decenas de productos comerciales y alternativas online dedicadas exclusivamente a animar a las familias a aprender juntas en la comodidad de sus hogares. El homeschooling se ha establecido como una opción, probada en el tiempo, que permite a los niños desarrollarse, aprender a su ritmo, y que frecuentemente inspira otras historias de éxito. Así como nuestra nación es famosa por animar a los inmigrantes a reinventarse a sí mismos y alcanzar el Sueño Americano, el homeschooling hace otro tanto por los jóvenes ya estén estos floreciendo tardíamente o sean candidatos para MENSA.

El mérito del homeschooling es, sobre todo, que permite la experimentación, la flexibilidad y el ensayo y error. Este es el gran contraste con el sistema educativo provisto por el Estado. Al igual que con cualquier sistema controlado por burócratas, la escuela pública está encasillada en una rutina, perpetuando fallos, respondiendo con lentitud a los cambios que requiere el paso del tiempo y resistiéndose a las reformas. Los errores no son identificados y confinados sino que se expanden por todo el sistema. Ya es suficientemente malo cuando este tipo de sistema es empleado para controlar contratos laborales o el servicio postal; es una trágica pérdida cuando se le emplea para gestionar la mente de los niños.


Artículo original se encuentra aquí. Traducido del inglés por José Manuel García.