El progreso lógico de la “acomodación pública”

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Con las recientes sentencias judiciales (y su falta) en el caso respecto a Elaine y Jonathan Huguenin y su rechazo a fotografiar la ceremonia de compromiso de una pareja lesbiana, nos encontramos cada vez más abajo en lo que parece una resbaladiza pendiente hacia la esclavitud.

Una revisión superficial de la sentencia del Tribunal Supremo del Estado de Nuevo México sugiere que es simplemente una aplicación de un derecho positivo concedido a aquellos cruzan el umbral de cualquier negocio. Sin embargo, la sentencia tiene implicaciones que llegan mucho más lejos.

Como estoy en contra de la creencia de que el individuo posea algún tipo de derecho colectivo a la acomodación pública frente a los deseos del propietario de un negocio, ya me he ocupado de la opinión que prevalece en el tribunal. Sin embargo, tras pensarlo algo más, crece mi desdén por este ejemplo de jurisprudencia.

Una implicación de un derecho positivo a un servicio de una empresa es el derecho positivo derivado a un servicio de calidad. Así que no es solo que Elane Photography deba tomar fotos de la ceremonia de compromiso, sino que también deben ser fotografías de calidad.

Ahora, si yo entrara en una tienda y explicara mi deseo de servicios fotográficos, solo para acabar en una acalorada discusión con el dueño, no intentaría convencerle para que me atendiera. Por el contrario, buscaría a alguien interesado en hacer un buen trabajo, no alguien que se limite a pasar con rencor por los acontecimientos.[1]

Lo propio en la demanda de un servicio es la demanda de calidad (calidad ajustada al precio, por supuesto). Ahora, si yo tengo derecho al trabajo de otro, es justo suponer que no le gustaría esta afirmación y su implicación de servidumbre. Así que no es irracional suponer que sus esfuerzos serían inferiores a los ejercidos en un intercambio libre.

Basándonos en la dirección actual de las sentencias judiciales, si Elane Photography aceptara el contrato bajo coacción y procediera a tomar malas fotografías, la pareja lesbiana tendría otra reclamación contra los estudios, por proporcionar un nivel desigual de servicio.

En otras palabras, no basta con que el estudio tome fotografías, estas deben ser iguales (en opinión de la pareja, supongo) a las tomadas en bodas tradicionales. Debe ser así.

Y hay más. Supongamos que el fotógrafo enviado por el estudio vistiera una camiseta expresando su desacuerdo con las bodas del mismo sexo. ¿Permitirían los tribunales una acción así? En otras palabras, ¿puede el fotógrafo hacer algo que perjudicara el acto (a los ojos de la pareja, de nuevo)?

O imaginemos que el fotógrafo hace muecas y muestra abiertamente su desagrado por la ceremonia. Supongamos que rechaza dar la mano, mirar a los ojos o realizar actos amables semejantes. ¿Qué pasaría si su grosero comportamiento estropeara el acontecimiento? ¿Permitirían los tribunales ese comportamiento? Por supuesto que no. Si los tribunales permitieran la rebelión de los individuos, sus sentencias resultarían inútiles.

Tengamos en cuenta que el estudio no puede renunciar por ningún medio, así que no debe permitirse ninguna forma de veto molesto y cualquier intento de veto ha de ser castigado severamente. En otras palabras, el estudio y sus empleados no deben actuar de una forma que, bajo un intercambio libre, hiciera que la pareja cancelara el contrato: el estudio está obligado por ley a proveer el servicio de la forma definida por la pareja.

Todo sabemos hacia dónde va esto. Algunos gritarán: “la falacia de la pendiente resbaladiza”, pero incluso ellos saben que su grito no es sincero. Sin duda mañana será casi igual que hoy. Pero mirar atrás a las condiciones de hace unos años revelará que la pendiente es real, similar a mirar hoy desde un punto de vista de hace una década.

Y quienes alaban el crecimiento del gobierno cuando este abusa de otros tienen que darse cuenta de que todo lo que viene va y de que el gobierno estará encantado en el futuro de abusar también de ellos.[2]

Ludwig von Mises señaló que o se aplican los derechos negativos a la persona y la propiedad o estamos en la pendiente hacia la esclavitud: no hay vías intermedias.[3]¿Creéis que podéis encontrar un punto de parada en medio de la ladera? Buena suerte. El tipo que lleva el trineo delante de vosotros está quitando la cera.


[1] Tampoco iniciaría fuerza a través del  gobierno para que le obligara a atenderme.

[2] La contrarrevolución puede ser tan violenta como la propia revolución.

[3] De Liberalismo de Mises: “Simplemente no hay otra alternativa que esta: o abstenerse de interferencias en el libre juego del mercado o delegar toda la gestión de la producción y la distribución al gobierno. O capitalismo o socialismo: no existe una vía intermedia”.


Publicado el 21 de abril de 2014. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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