El explosivo crecimiento en el número de partidarios del libertarismo desde que Ron Paul se presentó por primera vez a presidente es uno de los acontecimientos más excitantes de mi vida. Pero me gustaría emitir una nota de precaución.
Existen diversas formas mediante las que un joven libertario puede distinguirse. Puede ser un efectivo comunicador de las ideas libertarias como escritor u orador. Puede emplear su talento – como artista, animador, entrevistador o cualquier otro – para canalizar el mensaje libertario en nuevas y convincentes formas. Puede convertirse en especialista en alguna área de investigación académica relevante para el libertarismo. O puede contribuir a la construcción del pensamiento libertario resolviendo problemas de vieja data, reexaminando de forma crítica viejos planteamientos, o aplicando la teoría libertaria a nuevas áreas como el desarrollo de tecnología y la evolución de la civilización.
Puedo pensar en personas que encajan en toda esta descripción. Lo que les distingue a todos ellos es que trabajan muy duro para establecer su muy merecido nicho en la comunidad de pensadores libertarios.
En contraste, las personas pueden establecer sus nichos desarrollando su propia y particular versión del libertarismo, y proclamar que su descubrimiento es el planteamiento realmente acertado. Este método no solamente es más fácil que los descritos anteriormente, sino que permite a su creador el placer de pronunciar sacrosantos juicios sobre aquellas ignorantes almas aferradas al viejo y llano concepto libertario, sin etiquetas, sin advertencias y sin disculpas.
¿Podríamos ganarnos la simpatía de la izquierda repitiendo como loros su lenguaje de igualitarismo y proclamando en voz alta nuestra lealtad a las restricciones morales del estado? Supongo que no es del todo imposible. Pero considero que es más probable que al final la izquierda se reirá ante tan claros intentos de confraternización y continuará viendo a los libertarios con el mismo desprecio de antes.
Por supuesto que es maravilloso colaborar en asuntos importantes con personas que poseen perspectivas diferentes a las nuestras. No quiero que se malinterprete como que me opongo a ello. Le resultará sumamente difícil encontrar una página web más ecléctica que LRC. Al propio Señor Libertario, Murray N. Rothbard, le agradaba conversar y aprender de cualquiera, y su extensa librería, propiedad del Instituto Mises, ampliamente lo atestigua.
Pero si tratamos de engañar a las personas para que se hagan libertarias, fracasaremos. Y si pensamos que los flirteos libertarios con el igualitarismo es una buena idea, habremos fracasado ya.
Si, creemos en cosas fuera de moda como la abolición de la ley antidiscriminación. Si no lo hiciéramos no seríamos libertarios. Anclado en el principio de la libertad de asociación está definido cada principio libertario: propiedad personal, el significado de los títulos de propiedad y de no agresión.
Es fácil defender los derechos de la personas que son populares y cuyos puntos de vista están de moda. Es mucho más difícil -ingrato incluso – defender los derechos de aquellos a los que la sociedad menosprecia. Los libertarios no necesitan respaldar o ser como tales personas – no conozco a nadie que proponga tal cosa – pero si no defendemos sus derechos somos un fraude.
Algunas cosas en las que creemos pueden ser difíciles de aceptar para las personas cuando las escuchan por primera vez. Pero en el largo plazo, es más probable que sean persuadidas por alguien consecuente y coherente con los principios libertarios que por quien obviamente trata de congraciarse con ellos.
Considere el ejemplo de Ron Paul. Él dio respuestas libertarias directas a cualquiera de las preguntas que le fueron realizadas durante su campaña presidencial. Tal y como debemos hacer nosotros, él identifica a su público y explica aquellas ideas en la forma en que mejor puedan comprenderlas y apreciarlas. Pero nunca retrocedió. ¿Se oponía a las leyes antidiscriminación? Si. ¿Disiente de la versión recibida de la Guerra Civil, de la cual deriva mucha de la legitimidad del régimen? Si. Y así sucesivamente en la línea de las respuestas tan fuera de moda a las preguntas de los hábiles entrevistadores.
¿El resultado? El mayor incremento del interés de los jóvenes por el libertarismo en toda su historia.
Ron siempre se ha comportado como un caballero, por supuesto, y su actitud amable, junto con sus espontáneas y honestas observaciones son sin duda un añadido a su atractivo. Pero las personas se sienten atraídas por él porque a diferencia de sus oponentes en los grupos de discusión, él les dice la verdad sin avergonzarse ni excusarse.
Al libertarismo le preocupa el empleo de la violencia en la sociedad. Eso es todo. No es otra cosa. No es el feminismo. No es el igualitarismo (excepto en el sentido funcional: la igualdad de todos en la ausencia de autoridad para agredir a otro cualquiera). No tienen nada que decir acerca de la estética. No tiene nada que decir acerca de la religión, raza, nacionalidad u orientación sexual. No tiene nada que ver con las campañas de izquierdas contra el “privilegio de los blancos”, salvo que ese privilegio sea provisto por el estado.
Permítame repetirlo: el único “privilegio” que le preocupa al libertario como libertario es aquel que se logra con el cañón del arma del estado. Puede estar en desacuerdo con esto si lo desea, pero en ese caso, el término libertario debería reemplazarlo con alguna palabra diferente para describir su filosofía.
Los libertarios son libres, por supuesto, de preocuparse por asuntos como el feminismo e igualitarismo. Pero su interés en esos asuntos no tiene nada que ver y no es un requisito o una característica fundamental de su libertarismo. En consecuencia, no pueden imponer esas preferencias a otros libertarios, o presentarse ellos mismos como los mayores, más coherentes o más completos libertarios. Hemos visto muchas de nuestras palabras tergiversadas y apropiadas por otros. No estamos dispuestos a dejarles apropiarse de libertario.
Como Rothbard indicó:
Hay libertarios que ciertamente son hedonistas y devotos de estilos de vida alternativos, y hay también libertarios que son firmes partidarios de las convenciones burguesas o de la moral religiosa. Hay libertarios libertinos y hay libertarios que se ciñen firmemente a la disciplina de la ley natural o a la religiosa. Hay otro libertarios que no poseen una teoría moral aparte del imperativo de no violar los derechos. Esto se debe a que el libertarismo per se no posee un teoría moral personal o general.
El libertarismo no ofrece un estilo de vida; ofrece libertad, de forma que cada persona es libre para adoptar y actuar según sus propios valores y principios morales. Los libertarios están de acuerdo con Lord Acton en que “la libertad es el fin político más alto” – no necesariamente el fin más alto en la escala de valores de todos.
Lo libertarios no son adecuados para el negocio del control del pensamiento. Ya es suficientemente difícil tratar de persuadir a las personas para que adopten puntos de vista dramáticamente opuestos a aquello que les enseñaron a lo largo de sus vidas. Si logramos persuadirlos del principio de no agresión, deberíamos estar encantados. No hay necesidad de complicar las cosas imponiendo arbitrariamente un listado de opiniones aprobadas por el régimen por encima de los fundamentos de las enseñanzas del libertarismo.
El libertarismo es un hermoso y elegante edificio de pensamiento y práctica. Se inicia y lógicamente se levanta sobre el principio de la autopropiedad. En la sociedad proclama que, nadie puede iniciar el uso de la fuerza física contra ninguna otra persona. Qué dice esto de la visión libertaria acerca de las enormes atrocidades que abarcan desde la esclavitud hasta la guerra debería ser obvio, pero el compromiso libertario con la libertad va más allá de los claros y obvios flagelos de la humanidad.
Nuestra posición no es solamente que el estado es un mal moral, también que la libertad del hombre es un enorme bien moral. Los seres humanos deben interactuar entre sí en base a la razón – su característica distintiva – antes que con verdugos y armas. Y cuando lo hacen así, el resultado, por una feliz coincidencia, es el incremento del nivel de vida, una explosión en avances creativos y de tecnología, y paz. Incluso en las sociedades del mundo parcialmente capitalistas, cientos de millones o billones de personas han sido liberadas de las miserables, desalmadas, condiciones de existencia precaria transformándose en vidas más trascendentes y plenas.
El Libertarismo, en otras palabras, en su más puro y denso sentido, es intelectualmente riguroso, moralmente consistente y totalmente excitante y emocionante. No necesita y no debe mezclarse con ninguna ideología extraña. Esto solo puede acarrear confusión, diluyendo la propuesta moral central y el contenido general del mensaje de libertad.
El artículo original se encuentra aquí. Traducido del inglés por José Manuel García.