Canadá, un estado federal compuesto por 13 unidades federales (diez provincias y tres territorios), tiene un historial relativamente largo de políticas agrícolas. Aunque a veces son similares a las políticas agrícolas estadounidenses, hay diferencias claves con la agricultura canadiense que pueden ayudar a ilustrar los costes económicos de intervención en distintas economías.
Mientras que la Ley de Granjas de EEUU tiene sus orígenes en el New Deal de 1933, como un intento de aumentar los precios de los productos agrícolas, la política agrícola canadiense se origina a finales del siglo XIX con la llegada masiva de inmigrantes a áreas ahora conocidas como las Provincias de las Praderas (Manitoba, Alberta y Saskatchewan). Esta expansión migratoria fue subvencionada principalmente por el estado en el siglo XIX como parte de la “carrera” no oficial por territorio entre el Dominio Británico de Canadá y Estados Unidos. Las Praderas fueron pobladas rápidamente por inmigrantes del este de Europa a quienes el estado les asignaba gratuitamente tierras de cultivo. Uno de los principales motivos era colonizar ese territorio y así reclamarlo como parte del Dominio de Canadá. Por supuesto, el estado tenía que asegurarse de que los inmigrantes que llevaba permanecían en el territorio y así la agricultura se convirtió en una política para conseguir objetivos territoriales nacionales.
Uno de los primeros textos legislativos que pretendía mantener a los granjeros en el territorio fue la Ley de Transporte de Grano del Oeste Canadiense, de 1897, que estuvo en vigor durante casi 100 años (hasta 1995). La Ley imponía obligaciones legales para el gobierno para subvencionar el transporte de grano del oeste al este de Canadá. Después de que se derogara esta ley en 1995, se hizo más rentable embarcar el grano canadiense hacia el sur, a EEUU, que venderlo en el interior del país. En este caso, los consumidores de EEUU se beneficiaron de la abolición de esta ley canadiense.
Mientras que la política de EEUU ha mantenido su enfoque en regular los precios que los granjeros reciben por productos concretos, la política canadiense tendía a repetir la aproximación del apoyo completo al granjero de las políticas del siglo XIX. La Ley de Granjas de EEUU de 2104 proporciona provisiones de apoyo de precios para la mayoría los cultivos agrícolas y garantías de margen de beneficio para la leche. Además, la Ley garantiza ciertos niveles de ingresos agrícolas para la mayoría de cultivos. Por otro lado, los programas de apoyo a las granjas canadienses se centran en subvencionar todo el margen de beneficio de la granja, en lugar de controlar precios o ingresos asociados con distintos productos agrícolas.
Como ejemplo, un cultivador de maíz de EEUU recibiría un pago del gobierno que cubriría la mayoría de sus pérdidas si el precio medio del maíz en 2014 cayera por debajo del llamado precio de referencia, que está actualmente en 3,70$ por bushel. El granjero vendería primero su maíz en el mercado al precio actual y el gobierno “cubriría” la mayoría de la diferencia entre el precio de referencia y el precio de mercado. Sin embargo, incluso si el precio del maíz en el mercado no cae por debajo del precio de referencia, un granjero podría conseguir pagos del gobierno si sus ingresos por las ventas de maíz caen por debajo del ingreso medio de los últimos cinco años, excluyendo los años de más y de manos ingresos. Esto es parte del llamado programa de Cobertura Media de Ingresos (CMI). Si un granjero decide no participar en el programa CMI, sigue teniendo una opción de contratar un seguro de cultivo en el que el gobierno subvenciona el 65% de la prima. Algunas estimaciones sugieren que, desde 1995 a 2012, el gobierno de EEUU gastó unos 65.000 millones de dólares en seguros de cultivo. Puesto en perspectiva, es aproximadamente el PIB anual de Croacia, un país con 4 millones de habitantes.
Sin embargo, en Canadá, es todo el margen de beneficios de la granja el que se subsidia en lugar de precios de cultivo o ingresos de la granja. Bajo el programa llamado AgriStability, los granjeros pagan en una cuenta de apoyo a la renta, donde el 45% de la prima la paga el granjero y el 55% restante proviene de los presupuestos públicos federal y provincial. El segundo programa (el llamado Programa AgriInvest) incluye una opción para pagar en una cuenta de ahorro con intereses que recibe una contribución pública equivalente. Si en cualquier año concreto el margen de beneficio del granjero cae por debajo del nivel de la media de los pasados cinco años, excluyendo dos años con los márgenes mayor y menor (es decir, el margen de referencia), la mayoría de esta pérdida puede cubrirse con los dos programas de apoyo a la renta.
Por ejemplo, si el margen de referencia de un granjero es de 100.000$ y su renta de este año es de 40.000$, podría recibir un pago en torno a los 50.000$delos dos programas de apoyo a la renta. Las grandes granjas podrían recibir hasta 3 millones en pagos de apoyo a la renta. De hecho, hay evidencias de que las grandes granjas son las mayores beneficiarias de los programas públicos de apoyo a la renta. Además del apoyo a la renta de estos dos programas, los granjeros pueden conseguir un pago de un programa de seguro de un cultivo subvencionado si la pérdida de renta se debió a una mala cosecha.
Los programas de apoyo a la renta se dirigen directamente a mejorar el flujo de rentas agrarias, pero hay también piezas legislativas que afectan indirectamente a dichas rentas. Estas leyes afectan a las ventas de algunos productos agrícolas, como cereales, aves, huevos y leche. Hay organizaciones legalmente autorizadas para ser las únicas compradoras y vendedores de productos agrícolas. El propósito de estas organizaciones, a las que se llama habitualmente consejos de mercadotecnia, es proporcionar a los granjeros una mejor posición negociadora en relación con los procesadores de productos agrícolas. Estos consejos de mercadotecnia son cárteles legalizados que eliminan la competencia entre granjeros y aumentan el precio del producto agrícola. Aunque esto posibilita que los granjeros obtengan un precio más alto por su producto, también hace ilegal que vendan sus productos a cualquier otro que no sea el consejo de mercadotecnia de ese producto concreto.
También hay leyes que permiten a algunos consejos de mercadotecnia limitar la cantidad de producción en la provincia y por tanto aumentar el precio de mercado. Esto paso con la leche, las aves y los huevos. Para que funcionen estos programas, hay restricciones legales adicionales sobre la importación de leche, aves y huevos más baratos en el mercado mundial. Por ejemplo, Canadá permite que hasta aproximadamente el 5% de su demanda de productos lácteos sea importada. Todas las importaciones que excedan esa cantidad están gravadas con una tasa por encima del 200%, lo que impide en la práctica más importaciones. Hay debates y negociaciones a nivel de la Organización Mundial del Comercio de que se rebajen estas restricciones a las importaciones, pero la ronda final de negociaciones lleva en marcha desde 1996 y no ha habido ningún cambio importante en las leyes de importación.
Por ejemplo, durante los 40 años pasados, la producción de leche en Canadá se ha regulado legalmente a nivel federal y provincial. A nivel federal, la producción está limitada a unos 79 millones de hectolitros anuales. Cada provincia tiene una parte estrictamente definida en la producción nacional total que no puede excederse. Para que funcione todo el sistema, la leche puede producirse solo por un granjero que esté registrado en un consejo provincial de mercadotecnia. A cada granjero se le permite producir una cantidad concreta de leche, a la que se llama cuota. El intercambio de cuotas también está regulado con detalle y debe estar aprobado por los consejos provinciales de mercadotecnia. Actualmente, los granjeros están dispuestos a pagar más de 30.000$ a cambio de la transferencia de derechos para aumentar el tamaño de su rebaño en una vaca lechera. Sin embargo, los crecientes precios de las cuotas han creado barreras para nuevas entradas en el sector. Una persona que quiera crear una pequeña granja lechera tiene que pagar más de 1 millón de dólares solo para que se le permita producir leche. Estas barreras de entrada han generado controles en los precios de las cuotas en Ontario y Quebec, las provincias con mayor producción lechera. Los controles de precios, en la práctica, han reducido la voluntad de los granjeros de vender sus cuotas. Ahora el consejo lechero de mercadotecnia de Ontario está ofreciendo cuotas a precios subvencionados a un número limitado de nuevo participantes (es decir, no más de diez por año).
Aunque las políticas agrícolas restrictivas proporcionan beneficios a muchos granjeros en forma de mayores precios de salida, menos presión competitiva y mayores valores en las cuotas, también restringen su libertad para tomar decisiones empresariales independientes de los consejos de mercadotecnia. Un ejemplo popular de un granjero lácteo que pensó que esta pérdida de libertad era un precio demasiado alto a pagar por la supuesta seguridad financiera ofrecida por el sistema de cuotas es Ian Cumming. Cumming vendió su granja en Ontario y se mudó al estado de Nueva York para continuar con su trabajo agrícola. Michael Schmidt es otro granjero que lucha contra las regulaciones provinciales. Está defendiendo el reconocimiento legal de los derechos delos granjeros a vender leche no pasteurizada a compradores voluntarios. Los granjeros han llegado a ir a la cárcel por tratar de vender sus productos sin la aprobación de consejo provincial de mercadotecnia. Pero no solo los granjeros están tratando de eludir las restricciones políticas. Recientemente, hemos escuchado noticias propias de la época de la ley seca acerca de pizzerías canadienses tratando de pasar de contrabando queso más barato de EEUU a Canadá con la ayuda de policías corruptos.
A pesar de las consecuencias no pretendidas de las políticas agrícolas, el apoyo nacional por los grupos productores parece mantenerse fuerte. Los consumidores tienden a no ser conscientes de cómo les están afectando las políticas, pero muchos ven la agricultura como como un símbolo de orgullo nacional y pueden estar dispuestos a pagar el precio de las políticas de apoyo agrícola.
Publicado el 22 de mayo de 2014. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.