Cómo llegó al éxito Marshall Field

0

[Esta entrevista está extraída de How They Succeeded (1901)]

Este comerciante de fama mundial no es fácilmente accesible para entrevistas y no busca la fama por sus logros empresariales. Sin embargo, no hay historia más importante, ni más llena de ánimo e inspiración para la juventud.

Respecto de cómo lo dijo, he eliminado mis propias preguntas, en la medida de lo posible, de la entrevista.

“Nací en Conway, Massachusetts”, dijo, “n 1835. La granja de mi padre estaba entre las rocas y colinas de esa sección y no era muy fértil. Todos eran pobres entonces. Mi padre era un hombre con buen juicio y tuvo éxito en el negocio granjero. Mi madre tenía inclinaciones más intelectuales. Ambos padres ansiaban que sus chicos llegaran a algo en la vida y su interés y cariño me ayudaron.

“Solo tenía unos pocos libros, pocos a decir verdad. No había mucho tiempo para la literatura. Los libros que teníamos, los usé.

“Me inclinaba hacia los negocios y empecé en ellos lo antes posible. Era de natural ahorrador: Tenía que serlo. Eran tiempos de ahorro. Un dólar nos parecía mucho en aquel tiempo y como teníamos un trabajo difícil para ganarlo, no lo gastábamos con rapidez.

“Sin embargo yo estaba decidido a no seguir siendo pobre”.

“¿Acudió al colegio y la universidad?”

“Acudí en casa a las escuelas primaria y secundaria, pero no mucho tiempo. No tuve formación universitaria. De hecho, no puedo decir que haya tenido mucha educación en la escuela pública. Dejé mi casa con 17 años y por supuesto no tuve tiempo para estudiar con detalle.

“Mi primera aventura comercial fue como empleado en una tienda en Pittsfield, Massachusetts, donde se vendía de todo, incluyendo textiles. Estuve allí durante cuatro años y tuve mi primer conocimiento del negocio.

“Ahorré mis ganancias y me ocupé estrictamente del negocio y así hice que esos cuatro años me resultaran valiosos. Antes de irme al oeste, mi empleador me ofreció una cuarta parte del negocio si permanecía con él. Incluso después de haber estado aquí durante varios años, me escribió y me ofreció un tercio si volvía.

“Pero ya estaba demasiado bien acomodado. Siempre me había interesado el lado comercial de la vida. Dediqué a esto mis energías y siempre pensé que tenía que ser comerciante.

“En Chicago, entré como empleado en la casa de textiles Cooley, Woodsworth & Co., en South Water Street. No había ninguna garantía en ese momento de que este lugar se fuera a convertir en la metrópolis del oeste: el pueblo tenía bastante ambición y coraje, pero las posibilidades de grandeza apenas eran visibles”.

Es interesante advertir a este respecto lo muy relacionada que está la historia de Mr. Field con el maravilloso crecimiento de Chicago. La propia ciudad era una oportunidad en sus relaciones con el Oeste.

Puede establecerse un paralelismo casi exacto entre la carrera individual y el crecimiento del pueblo. Chicago se organizó en 1837, dos años después de que naciera Mr. Field en la remota granja de Nueva Inglaterra y el lugar tenía entonces una población de poco más de 4.000 habitantes. En 1856, cuando Mr. Field, completamente listo para una exitosa carrera mercantil, se convirtió en residente de la futura metrópolis del oeste, la población había crecido hasta poco más de 84.000 habitantes. La prosperidad de Mr. Field aumentó con el crecimiento de la ciudad; como Chicago, se vio golpeado, pero no aplastado, por el gran fuego de 1871 y, como Chicago, volvió a grande logros y una mayor prosperidad que antes de la calamidad.

“¿Cuál era su bagaje para el éxito cuando empezó como empleado aquí, en Chicago, en 1856?”

“Salud y ambición y lo que creía que eran unos principios sólidos”, respondió Mr. Field. “Y aquí encontré que en un pueblo en crecimiento nadie tenía que esperar para promocionarse. Las buenas cualidades para los negocios se descubrían de inmediato y los hombres prosperaban rápidamente.

“Después de cuatro años, en 1860, me hicieron socio, y en 1865 hubo una reorganización parcial y la empresa después de esto se constituyó con Mr. Leiter, Mr. Palmer y yo (Field, Palmer, and Leiter). Dos años después Mr. Palmer renunció y hasta 1881 la firma de la empresa fue Field, Leiter & Co. Mr. Leiter se retiró ese año y desde entonces ha sido la actual (Marshall Field & Co.)”.

“¿Qué es lo que más ha contribuido al gran crecimiento de su negocio”, pregunté.

“Responder a esa pregunta”, dijo Mr. Field, “supone revisar la condición del Oeste desde el momento en que empezó Chicago hasta el incendio de 1871. Todo se produjo así: inmigración, ferrocarriles y tráfico acuático y Chicago estaba disfrutando de tiempos de ‘descarga’.

“Había cosas a aprender sobre el país y el hombre que aprendiera más rápido conseguiría más. Por ejemplo, las novedades comparativas de comunidades y asentamientos rurales hacían imposible un conocimiento de la solvencia local. Prevalecía el viejo sistema de banca estatal y prevalecía la especulación de todo tipo.

“El pánico de 1857 acabó prácticamente con todo, salvo la casa para la que yo trabajaba, y aprendí que la razón por la que sobrevivió fue porque entendieron la naturaleza del nuevo país y trabajaron con efectivo. Es decir, compraban en efectivo y vendían a 30 y 60 días, en lugar de dar a los clientes, de cuya condición financiera difícilmente podían decir algo, todo el tiempo que quisieran. Cuando llegó el pánico, no tenían deudas y poseían pocas, así que se las arreglaron bien. Aprendí lo que considero mi mayor lección y fue trabajar con efectivo”.

“¿Cuáles fueron algunos de los principios que aplicó a su negocio”, pregunté.

“Insistí en que todos los productos deberían ser exactamente lo que representaban ser. Era norma de la casa que debía mantenerse un escrutinio exacto de la calidad de todos los bienes adquiridos y que nada iba a inducir a la casa a poner en el mercado ninguna línea de productos ninguna sospecha de variación respecto de su valor real. Todo artículo vendido debe considerarse como garantizado y debe hacerse que todo comprador se sienta seguro”.

“¿Ha sufrido alguna pérdida o revés durante su carrera?”

“Ninguna pérdida, excepto por el incendio de 1871. Este acabó con todo, unos 3,5 millones de dólares. Por supuesto, estábamos protegidos por seguros, que habrían sido suficientes contra cualquier calamidad normal similar. Pero el desastre fue tan absoluto que algunas de las empresas que habían asegurado nuestra propiedad se bloquearon y pasó mucho tiempo antes de que nuestras demandas contra otros fueran resueltas. Sin embargo conseguimos empezar de nuevo. No quedaban en pie edificios de ladrillo o piedra, pero había algunas grandes estructuras de almacenes de carretas en las calles State y 20 que no habían ardido y las alquilé. Pusimos carteles anunciando que continuaríamos en el negocio sin interrupciones y luego nos dedicamos a la tarea de ajustar las coas y conseguir existencias”.

“¿Afectó a su negocio el Pánico de 1873?”

“En absoluto. No teníamos ninguna deuda”.

“¿Puedo preguntarle, Mr. Field, cuál considera que ha sido el punto de inflexión en su carrera, el punto después del cual no hubo más peligro?”

“Ahorrar lo primeros 5.000$ que tuve cuando podría haber gastado el moderado salario que tuve. La posesión de esa suma, una vez la tuve, me dio la capacidad de aprovechar oportunidades. Considero a ese el punto de inflexión”.

“¿Qué aspecto de su carácter considera que ha sido más esencial en su carrera?”

“La perseverancia”, dijo Mr. Field. Pero Mr. [Harry Gordon] Selfridge, su ayudante de confianza, en cuya oficina privada nos encontrábamos, insistió en añadir a esto el “buen juicio”.

“Si se me obliga a reclamar esos aspectos”, añadió Mr. Field, “es porque he tratado de practicarlos y el intento me ha valido de mucho. He tratado de realizar todas mis acciones y movimientos comerciales como resultado de una determinada consideración y un juicio sensato. Nunca hubo grandes aventuras o riesgos. Practiqué métodos de negocio honrados de lento crecimiento y traté de respaldarlos con energía y un buen sistema”.

En este momento, en respuesta a posteriores preguntas, Mr. Field rechazó haber trabajado en exceso en su negocio, aunque después del incendio del 71 trabajó unas 18 horas diarias durante varias semanas:

“Sin embargo, mi fortuna no se hizo así. Creo en un horario razonable, pero con gran atención durante ese horario. Nunca trabajé muchas horas diarias. La gente no trabaja tantas horas como hizo en otro tiempo. La jornada laboral se ha acortado en los últimos 20 años para todos”.

“Mr. Field”, dije, “¿cuál considera el primer requisito para el éxito en la vida, en lo que se refiere al joven principiante?”

“Las cualidades de honradez, energía, frugalidad e integridad son hoy más necesarias que nunca y no hay éxito sin ellas. Se han reclamado tantas veces que se han convertido en un lugar común, pero realmente se ven más recompensadas que nunca. Y cualquier buena fortuna que llegue por esos métodos es merecida y admirable”.

“¿Cree que una educación universitaria para los jóvenes será una necesidad en el futuro?”

“No para los negocios. Una mejor formación se hará cada vez más necesaria. La verdad es que, para la mayoría de los jóvenes, una educación universitaria significa que justo en el momento en que se les debería inspirar principios empresariales y se les debería reunir con energía para su trabajo en la vida, se les envía a la universidad. Entonces se produce lo que muchos jóvenes recuerdan como el periodo más divertido de su vida: cuatro años de universidad. A menudo, cuando sale de la universidad, el joven no está preparado por este periodo de diversión para aplicarse al trabajo duro y el resultado es un fracaso en percibir oportunidades que le habrían abierto el camino para una carrera de éxito”.

Respecto de retirarse de los negocios, Mr. Field señalaba:

“No creo que, cuando un hombre ya no atiende sus negocios privados en persona todos los días, haya perdido en interés por dichos negocios. Puede, de hecho, debería, hacer un trabajo más amplio y mayor.

“Indudablemente no hay placer en la ociosidad. Un hombre, renunciando a los negocios, no deja de trabajar, pero realmente hace o debería hacer más en un sentido amplio. Debería interesarse por los asuntos públicos. No hay felicidad en los meros dólares. Después de adquirirlos, solo puede usar una cantidad moderada. Puede un hombre comer mucho, vestir mucho y tener mucha vivienda y no puede usar más. Cuando el dinero ha proporcionado esto, su misión, en lo que respecta al individuo, se ha cumplido y un hombre debe mirar más allá y más alto. Solo en los más amplios asuntos públicos, donde el dinero es una fuerza motriz para el bienestar general, puede encontrar placer el poseedor del mismo y eso solo haciendo constantemente cada vez más”.

“¿Cuál es”, dije, “en su opinión, el mayor bien que puede hacer un hombre?”

“El mayor bien que puede hacer es cultivarse, desarrollar sus poderes, para poder ser de mayor utilidad a la humanidad”.


Publicado el 21 de febrero de 2011. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

Print Friendly, PDF & Email