“Todo lo popular es erróneo” – la famosa cita de Oscar Wilde puede verse apoyada por la teoría económica. Uno de los aspectos aparentemente olvidados de las malas inversiones es el efecto que tienen en la percepción popular de productos, servicios y estilos de vida.
Las malas inversiones, aunque mal entendidas por muchos, son sin embargo un concepto fácil de entender. Imaginemos que el gobierno decide que los coches son inseguros y, por tanto, más gente debería conducir camiones. Para animar el uso de camiones en detrimento de coches, ofrece un crédito barato a compradores de camiones mediante un programa federal de préstamos para camiones. El crédito barato crea una demanda artificialmente alta de camiones, aumentando ingresos y beneficios para los fabricantes de camiones a costa de otros sectores.
El crédito barato anima a más gente a comprar camiones de la que los compraría en otro caso. Eso es una mala inversión en pocas palabras: el capital se desvía de un sitio a otro mediante intervención pública.
“Malas inversiones” es una expresión normalmente reservada para el capital mal invertido creado por expansión del crédito. Pero cualquier tipo de intervención pública en la economía crea malas inversiones, ya sea un programa de préstamos, regulación o cualquier otra intervención económica. En muchos casos, si manipula el comportamiento, causa malas inversiones.
El mismo efecto podría obtenerse por regulación. El gobierno podría obligar a quienes conducen coches estudiar para obtener una licencia especial y pagar luego una tas anual por esa licencia. Igual que en el programa de préstamos, esto causaría un desequilibrio en la inversión económica. La gente evitaría comprar coches debido al gasto y las molestias adicionales. Por el contrario, es más probable que compraran camiones, que no requieren la licencia extra.
La intervención pública, en cualquier forma, causa un aumento en ingresos para el sector del camión. Este aumento en ingresos significa mayores presupuestos de mercadotecnia para los fabricantes de camiones. Mayores presupuestos de mercadotecnia permitirían más anuncios proclamando el valor de los camiones por encima de los coches. Dedicarán más dinero a crear y promover investigación que muestre los rasgos negativos de otros tipos de vehículos. Con sus mayores presupuestos de mercadotecnia, pueden llegar a las masas con su mensaje como nunca antes.
Lo que hace que estos mensajes de publicidad sean tan peligrosos es que en realidad son verdad. La investigación que pública el sector del camión será ajustada y convincente. Se mostrará ante los ojos de la población y convencerá a muchos. Pero hay un mensaje perdido que debería estar contrarrestando la mercadotecnia de los fabricantes de camiones. El ingreso desviado de la fabricación de coches a la fabricación de camiones genera más publicidad para los camiones pero también menos publicidad para los coches.
Se crean importantes cantidades de investigación y publicidad para el sector del camión que no deberían haber existido nunca. Por otro lado, la investigación y publicidad que deberían estar informando a la gente acerca de las ventajas de los coches no llegan a existir nunca. Combinad la prevalencia de un mensaje y la ausencia de mensajes en competencia y el resultado es una tormenta perfecta de desinformación extendida. Todo esto es resultado de la intervención pública en la economía.
La educación superior, un sector hinchado con incentivos públicos y malas inversiones, muestra efectos de las malas inversiones a montones. Se dice a los alumnos que los grados proporcionan la vía para potenciales mayores ingresos. Creo que esto es verdad. Sigue quedando valor en el sistema de educación superior. Pero la mala inversión en educación superior ha saturado la economía con este mensaje tan generalizadamente que ni siquiera se consideran las alternativas.
Consideremos el estudiante en busca de una licenciatura en empresariales. ¿Es realmente posible que dedicar cuatro años y 60.000$ sea el mejor método de preparar una carrera en los negocios? 60.000$ bastan para cubrir los costes medios de iniciar dos pequeños negocios. Como empresario, yo diría que muchos conceptos empresariales puede probarse fácilmente en el mercado en tres meses por 4.000$. En cuatro años, alguien que aspire a ser un hombre de negocios podría probar 15 modelos distintos de negocio por el coste equivalente de una licenciatura en empresariales. En términos de preparación efectiva para el éxito, encuentro difícil de creer que un grado universitario pudiera siquiera empezar a competir con cuatro años de experiencia trabajando en la creación de empresas.
Considerad también los cientos de maravillosos recursos educativos disponibles gratis en línea. En la universidad, aprendí más de una hora de un vídeo de YouTube de una clase de Murray Rothbard sobre la Fed que en todas mis clases de macroeconomía en la universidad pública.
Pero estas alternativas no tienen los largos brazos de mercadotecnia que tienen las instituciones acreditadas regionalmente de educación superior. El gobierno no ofrece incentivos para alternativas a la universidad tradicional y, por tanto, poca sabe siquiera que existen. La verdad parcial de que la educación superior ofrece una vía a un mejor futuro domina tan fuertemente el paisaje del “camino hacia un futuro mejor” que podría considerarse una mentira.
La atención sanitaria ofrece otro ejemplo fascinante de mensajes desequilibrados. Las leyes de patentes y la estricta regulación de la FDA proporcionan unos ingresos exorbitantes para las drogas sintéticas, comparadas con productos sanitarios naturales (que no pueden patentarse). Hunter Lewis escribe: “Solo una medicina protegida por una patente pública puede esperar recuperar los enormes costes (de hasta 1.000 millones de dólares) de llevar una nueva medicina a través del proceso público de aprobación”.[1]
El resultado en la psique estadounidense es evidente. Cualquier producto que no haya seguido las rigurosas pruebas clínicas controladas de doble ciego y placebo se considera charlatanería. Los fabricantes de medicinas sintéticas enmascaran su investigación con presupuestos de mercadotecnia de cientos de millones de dólares y convencen a las masas de que no hay nada más seguro o eficaz.
Aunque es verdad que los productos naturales no se han probado tan exhaustivamente, eso no es necesariamente porque sean menos eficaces o seguros. Es porque los creadores del producto no pueden permitirse las pruebas. Los productos naturales nunca tienen una oportunidad de competir porque están atascados jugando en un campo económico completamente distinto.
La historia es la misma en casi cualquier otra área de la economía. La intervención pública en la economía manipula las decisiones de compra de la población. Las malas inversiones resultantes se convierten rápidamente en mala información mensajes desequilibrados de publicidad. Nuestras mentes están dominadas por los mensajes de publicidad que envuelven a nuestra economía en una oscura niebla de verdades parciales.
En una economía libre no hay partes con ventaja o desventaja. El mejor producto obtiene el mayor ingreso y tiene el mayor presupuesto de mercadotecnia. Los mensajes de un sector de equilibran por mensajes de otros sectores en competencia.
Pero nuestra economía es otra cosa. Las verdades parciales enmascaradas como la historia completa, concediendo a productos y servicios inferiores una atención y popularidad indiscutidas. Oscar Wilde tenía razón. “Todo lo popular es erróneo”.
[1] Hunter Lewis, Where Keynes Went Wrong (Mount Jackson: Axios Press, 2009), p.177.
Publicado el 3 de junio de 2014. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.