Yuri Maltsev explica el Tea Party

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¿Cuáles son los orígenes de lo que ahora se llama el movimiento Tea Party?

Yuri Maltsev: Como explicamos en nuestro libro, el movimiento Tea Party moderno empezó con una recaudación de fondos de partidarios de Ron Paul el 16 de diciembre de 2007 (el 234 aniversario del motín del té de Boston prerrevolucionario) y una respuesta negativa ante las políticas del presidente George W. Bush. Esta recaudación del Tea Party se vio seguida por otra aún mayor, la “bomba monetaria” sin precedentes de Ron Paul del 5 de noviembre.

La tendencia creciente de manifestaciones contra el gobierno vio un enorme aumento en febrero de 2009, después del famoso discurso improvisado del comentarista de la CNBC, Rick Santelli, contra el rescate del gobierno federal de prestatarios irresponsables en la crisis hipotecaria que estaba sufriendo el país. “El gobierno está promoviendo un mal comportamiento”, declaraba, de pie en el parqué del Chicago Mercantile Exchange. Dirigiéndose a los intermediarios que trabajan detrás de él, dijo: “¡Esto es América! ¿Cuántos de vosotros queréis pagar la hipoteca de vuestro vecino, que tiene un baño extra y no puede pagar sus facturas?” El vídeo de su bronca se hizo viral ese mismo día y potenció una ronda de manifestaciones ya preparadas en al menos 40 ciudades en todo el país el 27 de febrero de 2009.

La pronta popularidad del Tea Party atrajo la condena de personajes de la izquierda como Chris Matthews, Keith Olbermann y Paul Krugman, que escribió un artículo titulado “Divididos fracasaremos” y asimismo de personajes consolidados de la derecha, como Trent Lott, Lindsey Graham e incluso Glenn Beck, cuyo nombre posteriormente se convertiría en sinónimo del movimiento.

¿Ha cambiado con el tiempo el carácter del Tea Party?

Yuri Maltsev: Una vez el Tea Party se mostró resistente a las críticas de ambos lados, numerosas organizaciones existentes y arribistas políticos buscaron unirse a él, representarlo o influir en él. Había grupos preexistentes con mensajes que se superponían, otros grupos indignados buscando de buena fe que se les escuchara y, por supuesto, oportunistas políticos en busca de radicalizar o cooptar el movimiento. Se formó una alianza tenue y en perpetuo cambio entre buena parte del Tea Party y partes del establishment republicano. Tres años y medio después del Tea Party de Ron Paul, la “campaña de restauración del honor” de Beck representaba el cambio más visible y publicitado en la percepción de la ideología del Tea Party hacia el conservadurismo social y una política exterior agresiva.

Como base común permanecían asuntos de impuestos bajos, gobierno más pequeño y respeto a la Constitución de EEUU. Fue esta fase del Tea Party la que, según la mayoría, definió las elecciones de mitad de mandato de 2010.

Antes de 2008, la mayoría de los expertos políticos actuaban bajo la ilusión de que ya no quedaban casi votantes que cambiaran de partido, pero como han demostrado las elecciones, sigue habiendo muchos por ahí. La izquierda socialista, unida tras Obama, encontró a los desafectos en 2008 y convirtió a muchos que antes no votaban en seguidores entusiastas. Aún más radicalmente, el Tea Party demostró en 2010 cómo gente antes apolítica podía convertirse en activista. Al faltar cualquier dirección centralizada, el Tea Party llevó a la fama a muchas personas sin experiencia y atrajo el apoyo de un grupo variopinto de arribistas políticos menores. Naturalmente, los medios  se divirtieron con el espectáculo.

El Tea Party permence hoy activo a pesar de su desalentador impacto en las elecciones de 2012. Una encuesta reciente de CBS-New York Times indica que un cuarto de los estadounidenses apoyan al Tea Party.[1] Algunos grupos del Tea Party continúan luchando por ideas libertarias, pero ya no trabajan bajo la bandera del Tea Party, porque esta lleva mucho equipaje.

Como el posterior movimiento Ocupa Wall Street, el movimiento Tea Party politizó a muchos estadounidenses que habían preferido antes quedarse fuera  de la política. En años anteriores, Teddy Roosevelt, George Wallace, Ross Perot, Patrick Buchanan y Ralph Nader intentaron algo similar, con distintos grados de éxito, pero basándose en el culto a la personalidad. Aunque hay grandes diferencias tanto dentro como entre estos movimientos, ambos representan el descontento con ambos partidos y el sistema político. Queda por ver si esto crea los cimientos para un cambio positivo o simplemente ofrece un terreno fértil a los demagogos. El diálogo político parece haber cambiado favorablemente. Ya no es inusual ver opiniones libertarias, incluso radicales, en publicaciones de masas.

Ha habido numerosos intentos de comparar el Tea Party con Ocupa.

Yuri Maltsev: Casi la mitad de los estadounidenses en 2013 se identificaba como seguidor de un movimiento u otro. Contrariamente a las percepciones populares, el movimiento Tea Party atrae más apoyo de oficinistas que de obreros y los seguidores de Ocupa Wall Street no son jóvenes sino más bien de mediana edad.

En un sentido muy amplio, ambos movimientos tienen algo en común, una larga lista de agravios y quejas. Ambos son producto del descontento con el status quo y de un deseo de influir en el debate nacional.  Ninguno tiende a ofrecer ideas y soluciones concretas. Como en todos los movimientos populistas más poderosos de la historia, es común que los miembros sebas contra qué están en lugar de ofrecer soluciones concretas detallas a los problemas o acordar programas detallados proporcionados por otros. Ambos grupos critican el gran gobierno y el totalitarismo de la administración Obama.

Se ha acusado a Hacienda de tratar de forma diferente a los grupos del Tea Party.

Yuri Maltsev: A pesar de sus similitudes, el gobierno ha tratado a los grupos de Ocupa y Tea Party de forma diferente. En mayo de 2013, el informe del Inspector General del tesoro para la Administración de Impuestos describía con detalle el uso de “criterios inapropiados” para investigar a grupos de defensa política por parte de Hacienda. Una unidad de Hacienda para organizaciones fiscalmente exentas creó la lista “Be On the Lookout” para organizaciones del Tea Party. Estos grupos afrontaron largos retrasos y demandas por divulgación de información privada en los datos de sus declaraciones. Esto llevó tanto a la condena política como pública de la agencia e inició más investigaciones.

En el momento del escándalo, el antiguo comisionado de Hacienda, Doug H. Shulman, dijo al Comité de la Cámara de Supervisión y Reforma del Gobierno que Hacienda estaba peligrosamente falta de fondos. El mismo argumento se presentó en el informe oficial de Hacienda: “Hacienda sufre una importante falta de fondos para atender a los contribuyentes y recaudar impuestos”.

En el momento del acoso a los grupos del Tea Party, esa Hacienda “falta de fondos” gastó más de 50 millones de dólares en conferencias, incluyendo 4 millones en una reunión en agosto de 2010 en Anaheim, California, para la que “la agencia no negoció precios más bajos en las habitaciones, a pesar de que es la práctica habitual del gobierno, según una declaración del Comité de la Cámara de Supervisión y Reforma del Gobierno. Por el contrario, algunos de los 2.600 asistentes recibieron regalos, incluyendo entradas para el béisbol y estancias en suites presidenciales que normalmente cuestan de 1.500$ a 3.500$ la noche. Además, a 15 conferenciantes externos se les pagó un total de 135.000$ en tarifas, con uno al que se pagaron 17.000$ por hablar acerca del “liderazgo a través del arte”, dijo en comité de la Cámara. “50.000$ adicionales se gastaron en producir vídeos, incluyendo uno en el que se enseñaba a agentes de Hacienda como bailar country y un vídeo de formación que reproducía el estudio de Star Trek.

¿Pero no son de hecho muchos grupos del Tea Party muy políticos y no educativos?

Yuri Maltsev: La mayoría de la gente de la izquierda cuestiona el estatus no partidista del Tea Party y sin duda tienen razón. Earl Blumenauer apuntaba que muchos de los grupos libertarios y conservadores han adoptado posturas en asuntos políticos polémicos. “Dejemos esta farsa de pretender ser solo organizaciones sociales. Admitamos que son políticas y tratémoslas con tales”, dijo Blumenauer.

No podemos ver ningún fallo en esta línea de razonamiento. Es muy difícil definir que pueda calificarse como defensa del bien público y el bienestar social y qué no. Sin embargo, el gobierno eligió al Tea Party basándose solo en su actitud hacia el programa socialista de la administración Obama.

Todos tipo de grupos izquierdistas obtienen las exenciones fiscales que están reclamando estos grupos del Tea Party. La organización izquierdista Public Campaign recibe “una financiación importante” de la alianza Health Care for America NOW! Pro-Obama, que incluye el centro nacional del sindicato AFL-CIO y otros sindicatos, como AFSCME, SEIU, y la organización activista “progresista” Move On, entre otras.

Las noticias sobre el acoso de Hacienda ayudaron tanto a revitalizar el Tea Party como a reavivar su popularidad en el país. Los miembros del Tea Party realizaron manifestaciones en 50 parlamentos, oficinas regionales de Hacienda y edificios federales para protestar contra Hacienda, recibiendo la atención de los medios de comunicación.

Aunque no esté en los titulares por el momento, el Tea Party continuará siendo un fuerza en la política estadounidense, no solo por su inercia actual, sino porque la realidad económica devolverá el discurso político a los temas del gran gobierno y los mercados libres, lo que siempre ha sido el corazón del Tea Party. La realidad económica también reenfocará al Tea Party hacia su mensaje original y lo alejará de los compromisos que realizó en asuntos de conservadurismo social y política exterior agresiva.


[1] Matea Gold, “Obamacare fight reenergizes tea party movement”, Washington Post, 27 de septiembre de 2013.


Publicado el 28 de enero de 2014. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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