El europeo Mario Draghi protagoniza ahora el show de Bernanke

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En cuanto el profesor Bernanke abandona el centro del escenario al final del Acto I de la comedia monetaria que creó, la  escena se traslada a Frankfurt. El protagonista del Acto II es el jefe del BCE, Mario Draghi. Cuando comienza la historia, M. Draghi ha estado lanzando una defensa contra una amenaza fantasma de deflación.

Entretanto, nuestro protagonista retirado está ocupado cobrando altas tarifas de “fans” que le aprecian, especialmente en Wall Street, un área donde una vez admitió que “tenía que taparse la nariz”. ¿Qué esperan obtener estos fans de su adulación de la exsuperestrella Bernanke es este nuevo mundo de transparencia monetaria, que proclama orgullosamente haber creado? ¿Son las ideas privilegiadas que vienen de hacer redes y saber cómo manejará la maquinaria el actor que le sustituye para manipular los tipos de interés a largo plazo? Se ha dicho que la nueva jefa, la estrella en ascenso, Janet Yellen, es “uña y carne” de su predecesor.

Mario Draghi aún tiene que reconocer cuánto del éxito delActo II depende de la flexibilización cuantitativa del Acto I, escrito y coreografiado por el profesor Bernanke. El ilusionista del BCE se ganó su primera gran ovación en el centro del escenario al proclamar que haría “lo que hiciera falta para salvar el euro”. La plaga de la inflación de precios de los activos globales creada por la Fed de Bernanke convirtió estas palabras en una realidad virtual inmediata. Los inversores irracionalmente exuberantes en su búsqueda de rendimiento han estado buscando cualquier explicación medianamente razonable. Europa, con su antiguo grupo de mercado de alta rentabilidad ha sido un terreno fértil para esas hipótesis especulativas, incluyendo la jactancia de Draghi.

El presidente del BCE es impasible ante las críticas que dicen que su nueva estrategia de inyectar una corriente adicional de inflación de precios de los activos en las venas de la economía europea, aunque estimule a la Unión Monetaria Europea (UME) a corto plazo, podría ser fatal a largo plazo. No es cosa de risa, porque el colapso de la UME en la próxima gran deflación de precios de los activos en mercado globales podría producir una revolución monetaria.

La esencia de la comedia es la inflexibilidad, no el volumen de la risa. Don Juan es cómico porque incluso cuando se le concede la última oportunidad de arrepentimiento o afrontar la muerte en la hoguera, no puede cambiar su modo de ser. En la actual comedia de la que es autor Bernanke, los actores del banco central no pueden dejar de temblar por miedo a la deflación. Pero no ha habido ninguna deflación monetaria real o amenazante durante todos los años de este veterano show (ni mucho antes).

Bajo un hipotético régimen de estabilidad monetaria, la mano invisible de las fuerzas del mercado causaría periodos de subidas y bajadas de precios. La determinación de la Reserva Federal de luchar contra estas oleadas naturales de bajadas de precios, como las que se producen en contracciones empresariales o bajo la influencia del cambio tecnológico, han sido el origen de estallidos de inflación de precios de activos, que culminan con grandes recesiones y una disminución del dinamismo económico a largo plazo.

Los personajes de la comedia de Bernanke siguen sin embargo convencidos de que cualquier caso de precios a la baja significaría una catástrofe económica y han evocado toda una mitología, que va de la Gran Depresión a la Década Perdida de Japón, para demostrar su equivocada afirmación. El jefe del BCE, Mario Draghi, cita la lucha contra la deflación como la razón principal para introducir tipos negativos de interés en depósitos del BCE y un posterior paquete de préstamos por debajo del coste de mercado a los bancos débiles.

Sí, los precios e incluso algunos salarios han estado bajando en España e Italia. Pero esto es sencillamente el resultado de los insostenibles altos niveles que generó la inflación de activos y crédito de la pasada década y que ahora están alineándose lentamente con las tendencias de equilibrio real. En Alemania, la inflación de bienes y servicios está por encima del 1% anual y la inflación de los precios inmobiliarios está por encima del 10% en muchas ciudades.

Comprensiblemente, los medios de comunicación alemanes airean quejas porque los ahorradores se ven penalizados con el propósito camuflado de ayudar a banqueros capitalistas compinches en el sur de Europa. Mario Draghi da la respuesta estándar a la fobia deflacionista del banquero central: Herramientas políticas no convencionales estimularán una fuerte recuperación que acabará beneficiando al rentista. ¿A quién quiere engañar?

Parece que está engañando a muchos. El auge en el carry trade (la suposición de divisa, crédito o riesgo de madurez en busca de mayores rendimientos), un síntoma clave de la enfermedad de la inflación de precios de los activos que creó la lucha contra la deflación del BCE y la Fed, genera ahora rendimientos a diez años en bonos públicos españoles, por debajo de los bonos de EEUU.

Muchos en el mercado cuestionan ahora si hubo realmente alguna vez una crisis en la Unión Monetaria Europea. Me viene la mente la caricatura de David Low, con John Bull frotándose sus ojos el 13 de marzo de 1939, preguntándose si la crisis de Múnich del noviembre anterior fue solo un mal sueño. No sorprende que el euro permanezca en niveles altos.

De vuelta al escenario, los comediantes de Bernanke son ahora marionetistas, moviendo los hilos de sus muñecos, vistiendo su nuevo traje de emperador (en forma de maquinaria de manipulación de tipos, cuya efectividad depende de la irracionalidad del mercado) y agitando sus varitas. La cuestión de si los comediantes son ellos mismos marionetas no nubla las mentes de la audiencia hipnotizada por el espectáculo y que espera recoger sus beneficios antes de que caigan las temperaturas especulativas. El actor y autor retirado, en el ocaso de su carrera, sabe que sus ingresos por aparecer dependen del poder continuado del show para hipnotizar a la masa.


Publicado el 24 de junio de 2014. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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