El sistema de banca centralizada de la Reserva Federal fue una respuesta a los pánicos financieros de 1903 y 1907que agitaron el sistema financiero de EEUU. Uno de los objetivos clave, si no el único real, fue contrarrestar la nefasta naturaleza de la banca de reserva fraccionaria. Ahora hemos experimentado un siglo de vida con un banco central y debemos concluir que ha fracasado como contrapeso al hacer la banca de reserva fraccionaria un amo aún mayor y más nefasto. Las evidencias son claras y la reforma del sistema no es la respuesta. Solo la abolición de esta institución empezará a poner a nuestro sistema económico por el buen camino.
Nunca debió crearse el banco central como un “prestamista de último recurso”, lo que puede sonar como algo bueno o beneficioso, pero es justamente lo contrario.
Tener un “prestamista de último recurso” simplemente asegura que los bancos ganarán a costa de todos los demás. Con tal sistema implantado, los bancos están más dispuestos a apalancar sus depósitos (cometer más fraude) y aumentar el riesgo de su préstamo. Si una persona con un problema de ludopatía tiene un tío rico dispuesto a rescatarles, ¿es más o menos probable que se meta en líos haciendo apuestas más grandes y arriesgadas?
Eliminado algunos de los riesgos de una corrida bancaria, el banco central también eliminaba el miedo que mantenía prácticas sensatas de crédito. Por supuesto, el miedo a las corridas bancarias es un aspecto beneficioso de estas, ya que sirven de poda para el sistema bancario. Cuando usamos los bancos centrales para asegurarnos de que algunos bancos son demasiado grandes como para quebrar, hemos distorsionado seriamente el aspecto de pérdidas y ganancias del sistema bancario y, por tanto, una parte importante del sistema capitalista.
Algunos economistas afirman que el mandato dual de la Fed fue un error y que pequeñas reformas (como limitar el mandato a la inflación) podrían poner por el buen camino a la política monetaria. Los estadounidenses solo tienen que mirar al otro lado del charco a Europa para ver que dicha reforma simplemente pondría la política monetaria en un camino equivocado diferente.
El Banco Central Europeo (BCE) es tan culpable como la Fed de crear burbujas inmobiliarias al principio de este siglo. Aun así, el BCE se estructuró legalmente para ser mucho más conservador que la Fed. Los alemanes aceptaron en concepto del euro como precio para la reunificación con Alemania del Este, pero obligaron a que la estructura del banco central se asemejara esencialmente a una copia literal del Bundesbank.[1] El único objetivo del BCE era la estabilidad de precios y este mandato dejaba claro que la financiación de la deuda pública era imposible. Su oficina principal está en Frankfurt como para recalcar que sería un estiló alemán de banco central (es decir, de moneda fuerte).
Sin embargo, incluso con una estructura tan conservadora, ha estado cometiendo esencialmente los mismos errores que la Fed.
El primer problema con la política monetaria del BCE es que define la estabilidad de precios como un índice de precios del consumo (IPC) llano. La teoría cuantitativa original del dinero, relaciona este con el precio de las transacciones, no solo el producto interior bruto (PIB) real. Cuando la inflación se define como IPC, en lugar del precio de todo lo que puede comprar el dinero (incluyendo precios de activos), la política monetaria se centra en un grupo sano de árboles mientras que el resto del bosque está enfermo. Más aún, la inflación cero puede estar reflejando en realidad una política monetaria completamente agresiva si los precios medios deberían haber caído.
El segundo problema es la forma en que está estructurada actualmente la política monetaria del BCE. Es una máquina creadora de burbujas. El BCE proporciona liquidez sobre el colateral; cuanto mayor es la calidad del colateral, mayor es la liquidez. Los bancos europeos se dieron cuenta rápidamente de que el mejor colateral eran los bonos públicos en la Eurozona, ya que a todos ellos se les daban clasificaciones AAA por las agencias de calificación. La suposición, por supuesto, es que los gobiernos nunca quiebran.
Con una gran demanda de bonos públicos, los tipos de interés cayeron rápidamente en toda la Eurozona a niveles que experimentaron solo los alemanes antes de la creación del euro. Al rebajar el coste de tomar prestado, países como Grecia e Italia tuvieron un incentivo mucho mayor para tomar prestado para pagar gastos públicos para conseguir votos (especialmente aumentos en salarios del sector público). Los gobiernos emitieron una cantidad excesiva de bonos, lo que llevó a una cantidad excesiva de liquidez y crédito y llevó a enormes burbujas inmobiliarias y malas inversiones experimentadas entre 1999 y 2007 en toda la Eurozona. Sin esa estructura de política monetaria, Grecia, España e Italia nunca habrían sido capaces entrar en este problema de exceso de deuda. La burbuja en bonos públicos puede atribuirse directamente a la estructura de concesión de liquidez del BCE. Lo que es increíble es que este sistema siga en pie y que el BCE parezca totalmente inconsciente de lo que ha hecho y continúa haciendo. Los bancos europeos están actualmente hasta las cejas de deuda pública, pero el BCE para desconocer su papel en esta farsa masiva.
El BCE implantó recientemente tipos negativos de depósito y está considerando una especie de QE. Sería más sensato imposibilitar el uso de bonos públicos como colateral para préstamos baratos del BCE mientras se adoptan restricciones claras e inmediatas (incluyendo la abolición directa) de la capacidad de crear dinero, tomar prestado y gravar, ya sea mediante impuestos directos de los estados, banca privada de reserva fraccionaria o acciones de un banco central.
[1] Algunos de los conceptos están tomados del excelente libro del Dr. Philipp Bagus, The Tragedy of the Euro.
Publicado el 30 de junio de 2014. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.