¿Tiene sentido resucitar la Ley Glass-Steagall?

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A finales de enero, el presidente Barack Obama anunció que planeaba introducir nuevas regulaciones para el sector bancario, para impedir una especulación excesiva. Según el presidente, ningún banco ni institución financiera que contenga un banco poseería, invertiría o patrocinaría un fondo de cobertura o fondo de capital privado o realizaría operaciones propietarias de trading en su propio beneficio.

El impulsor de este plan es el antiguo presidente del Consejo de la Reserva Federal, Paul Volcker, quien, parece, quiere resucitar la Ley Glass-Steagall de 1933. En lugar de la separación de la banca comercial y de inversión, ahora tendríamos una separación del negocio bancario del trading propietario, los fondos de cobertura y de capital privado. En su testimonio en el Senado del 2 de febrero de 2010, Volcker dijo:

De lo que se trata es de la propiedad o patrocinio de los fondos de cobertura y los fondos de capital privado y el trading propietario, es decir, de poner en riesgo capital bancario en busca de un beneficio especulativo, en lugar de responder a necesidades del cliente.

Algunas disposiciones de la Ley Glass-Steagall, como la Regulación Q, que permitía a la Rserva Federal regular los tipos de interés en cuentas de ahorro, fueron derogadas en 1980. Las disposiciones que prohibían a una empresa de un holding bancario poseer otras empresas financieras fueron derogadas el 12 de noviembre de 1999. La derogación permitía a los bancos comerciales suscribir y comerciar con instrumentos como valores con respaldo hipotecario y establecer vehículos de inversión estructura (VIE) que compraban esos valores.

La mayoría de los expertos opinan que la derogación de la Ley Glass-Steagall contribuyó a la crisis financiera global de 2008-2009. Creen que la derogación de la ley fue esencial en la creación de la burbuja de las hipotecas subprime, que ven como impulsora de la crisis financiera.

El año anterior a la derogación, los préstamos subprime eran en torno al 10% de todos los préstamos hipotecario. En 2005 se aproximaban al 21%.

Con esta forma de pensar, parecería que una reforma siguiendo las líneas sugeridas por Volcker estabilizaría los mercados financieros e impediría los ciclos de auge-declive.

Los opositores al plan de Volcker, como el gobernador del Consejo de la Reserva Federal, Kevin Warsh, son de la opinión de que el plan solo debilitaría la economía. En sus comentarios publicados en un artículo de opinión del Financial Times (2 de febrero de 2010), decía:

Debemos resucitar la disciplina de mercado como complemento a la supervisión prudencial. De otra manera, el espíritu del apoyo público amenaza con confundir señales de precios y crear una clase de instituciones que opera bajo reglas diferentes. (…) La economía de EEUU corre graves riesgos si nos inclinamos por un modelo de servicios cuasipúblicos.

Según los opositores, la mejor manera de arreglar el problema es permitir que las fuerzas del mercado hagan el trabajo.

¿Menos controles bancarios significan siempre un mercado más libre?

Los defensores de menos control en el sector bancario sostienen que menos restricciones implican un mejor uso de recursos escasos, que llevaría a la generación de más riqueza real.

Es verdad que un entorno de banca libre es un agente de promoción de riqueza mediante el uso eficiente de recursos escasos reales, mientras que la banca controlada obstaculiza el proceso de formación de riqueza real. Sin embargo, los opositores al plan de Volcker olvidan que el sistema bancario actual no tiene nada que ver con una banca libre o un mercado libre.

Lo que tenemos actualmente es un sistema bancario dentro del marco del banco central, que promueve inflación monetaria y la destrucción del proceso de generación de riqueza real mediante banca de reserva fraccionaria.

En el sistema actual, cuanto más irrestrictos estén los bancos, más dinero pueden generar “de la nada” y más daño pueden infligir al proceso de generación de riqueza.

Esto debe compararse con la banca genuinamente libre, es decir, la ausencia del banco central, en la que el potencial para la creación de dinero de la nada es mínimo.

La banca de reserva fraccionaria crea dinero de la nada

A través de la banca de reserva fraccionaria, los bancos pueden crear dinero de la nada. Creemos, sin embargo, que en un entorno de genuina banca libre, la probabilidad de que los bancos practiquen banca de reserva fraccionaria sería mínima. He aquí por qué.

Tomemos, por ejemplo, al granjero Joe, que vende su kilo de semillas ahorrado por 100$. Luego deposita estos 100$ en el Banco A. Advirtamos que los 100$ están completamente respaldados por el kilo de semillas. Observemos también que Joe está ejerciendo su demanda de dinero manteniéndolo en depósitos a la vista del banco. (Joe podría asimismo haber ejercitado su demanda de dinero guardándolo en casa en una jarra o bajo el colchón).

Siempre que un banco toma una porción del dinero depositado de Joe y la presta, pone en marcha problemas serios. Digamos que el Banco A presta 50$ a Bob tomando 50$ del depósito de Joe. Recordemos que Joe todavía ejerce su demanda por 100$. Ningún ahorro adicional respalda estos 50$. Una vez Bob usa el dinero, en realidad se dedica a un intercambio de nada por algo. Esto equivale a un consumo improductivo de riqueza real. Lo que tenemos aquí son 150% respaldados por 100$. (Recordemos que los 100$ están respaldados totalmente por un kilo de semillas, de ahorro real).

Ahora Joe demanda dinero, no para guardarlo, sino para usarlo como medio de intercambio. Así que digamos que Joe decide usar sus 100$ para comprar bienes a Sam, que trabaja con el Banco B. Al día siguiente, el Banco B presentará el cheque de 100$ al Banco A. En resumen, 100$ pasan de A a B. Ahora no queda dinero en el Banco A.

Digamos que Bob, que tomó prestados 50$ del Banco A, también compra bienes a Sam, que guarda su dinero en el Banco B. Esto plantea un problema para el Banco A, ya que no tiene los 50$ para pagar al Banco B una vez el cheque de 50$ contra A es presentado por B. En resumen, el Banco a está “atrapado”, por decirlo así.

Al aumentar el número de bancos y disminuir el número de clientes por banco, aumentará la posibilidad de que los clientes gasten dinero en bienes de personas que están trabajando con otros bancos. Esto a su vez aumenta el riesgo de que el banco no pueda atender sus cheques si este banco practica banca de reserva fraccionaria (es decir, presta derechos ficticios o dinero creado de la nada).

Inversamente, al disminuir el número de bancos en competencia, es decir, al aumentar el número de clientes por banco, disminuye la propiedad de verse “atrapado” practicando banca de reserva fraccionaria. En el caso extremo, si solo hay un banco, puede practicar banca de reserva fraccionaria sin ningún miedo a verse “atrapado”, ya que siempre liquidaría sus propios cheques. Así Sam, que vende bienes a Bob, simplemente depositaría el cheque en el Banco A.

Todo lo que ocurriría en ese caso es que la propiedad del depósito se transferiría de Bob a Sam. Si Joe decide gastar sus 100$ en bienes de Tom, de nuevo tendríamos una transferencia del propietario del depósito.

Podemos así concluir que en un entorno de banca libre con muchos bancos competitivos, si un banco concreto tratara de expandir el crédito practicando banca de reserva fraccionaria, correría el riesgo de verse atrapado. Así que es bastante probable que en una economía de libre mercado, el riesgo de quiebra llevara al mínimo la práctica de la banca de reserva fraccionaria.

La existencia de un banco central estimula la banca de reserva fraccionaria

Sin embargo no es así en el caso de la existencia de un banco central. Por medio de política monetaria, el banco central protege la banca de reserva fraccionaria y por tanto la creación de dinero de la nada.

Si al Banco A le faltan 50$, podría tomar prestado del banco central. ¿De dónde saca el dinero el banco central? En realidad lo crea de la nada.

El sistema bancario moderno puede verse como un enorme banco monopolista, guiado y controlado por el banco central. Y como hemos visto, un banco monopolista puede practicar banca de reserva fraccionaria sin correr el riesgo de verse atrapado.

A través de una gestión monetaria constante, es decir, inyecciones de dinero, el banco central se asegura de que todos los bancos se dedican conjuntamente a la expansión del crédito creado de la nada.

La expansión conjunta garantiza a su vez que se compensen los cheques presentados al cobro por los bancos entre sí. Por medio de inyecciones monetarias, el banco central se asegura de que el sistema bancario es suficientemente líquido como para que los bancos no se hagan quebrar unos a otros.

El mito de la desregulación financiera

Antes de la desregulación financiera de la década de 1980, teníamos banca controlada. La conducta de los bancos estaba guiada por el banco central. Dentro de este tipo de entorno, los márgenes de beneficio de los bancos estaban casi predeterminados, porque la Fed imponía topes en los tipos de interés y controlaba los tipos de interés a corto plazo. Por tanto, la vida de los bancos era bastante fácil, aunque aburrida.

La introducción de desregulaciones financieras y el desmantelamiento de la Ley Glass-Steagall cambiaron todo eso. El entorno desregulado generó un fiera competencia entre bancos.

Los márgenes previamente fijados fueron recortados severamente. Esto a su vez llevó a un aumento en los volúmenes de préstamos para mantener los niveles de beneficios.

Este aumento culminó en una explosión en la creación de crédito creado de la nada. De hecho, en el entorno desregulado, la capacidad de los bancos de amplificar las inyecciones de la Fed ha aumentado enormemente.

Advirtamos que la relación AMS respecto a tendencia se mantuvo muy cera de 1,0 de 1959 a 1979.[1] Desde principios de la década de 1980, está relación ha estado creciendo visiblemente, llegando a 1,77 en noviembre de 2008.

Creemos que es esta explosión masiva de dinero la que ha dañado gravemente las existencias de ahorro real y puesto los cimientos para la actual crisis económica. En lugar de promover una asignación eficiente de ahorro real, el actual sistema monetario “desregulado” ha estado canalizando dinero creando la nada por toda la economía.

De esto se deduce que, en el actual sistema bancario, lo que hace falta para reducir un mayor debilitamiento del proceso de generación de riqueza real es introducir controles más rígidos sobre los bancos.

Como dice Murray Rothbard:

Muchos defensores del libre mercado se preguntan: ¿cómo es que soy un defensor de los mercados libres, la privatización y la desregulación en todo lo demás, pero no en el sistema bancario? La respuesta debería estar clara ahora: La banca no es un sector legítimo, que proporciona un servicio legítimo, mientras continúe siendo un sistema de banca de reserva fraccionaria: es decir, la realización fraudulenta de contratos que es imposible cumplir.[2]

Prestemos atención a que no sugerimos suprimir el mercado libre, sino la capacidad de los bancos de generar crédito de la nada. El actual sistema bancario no tiene nada que ver con una verdadera economía de libre mercado.

Debe reiterarse ahora que más controles en el marco de la banca centralizada solo pueden ralentizar el ritmo de erosión de la formación de riqueza real. No pueden impedir la erosión. (Recordemos que la Fed continúa inyectando dinero para dirigir la economía). Más control simplemente suprimiría la capacidad de los bancos para amplificar las inyecciones de la Fed. En este sentido, los controles son preferibles al llamado sector bancario desregulado.

¿Más controles, por ejemplo manteniendo intacta la Ley Glass-Steagall, habrían impedido la actual crisis económica? Creemos que la crisis no habría sido tan grave, ya que los controles habrían impedido la explosión monetaria masiva desde principios de la década de 1980, que puso a las existencias de ahorro real bajo seria presión.

Las desregulaciones financieras han acelerado la erosión del proceso de generación de riqueza real. Consecuentemente, en lugar de tener una crisis grave en 20 años, la tenemos ahora.

Por qué el plan de Volcker no puede impedir los ciclos de auge-declive

Ahora bien, si los controles eran la respuesta para la inestabilidad económica, ¿entonces por qué, antes de la desregulación financiera de principios de la década de 1980, la economía de EEUU experimentó dañinos vaivenes económicos?

El gráfico que aparece a continuación muestra agudos vaivenes en la tendencia de crecimiento de la producción industrial de EEUU durante el periodo de la Ley Glass-Steagall. Por ejemplo, después de llegar a un máximo del 11,76% en noviembre de 1972, la tasa anual de crecimiento de la producción industrial se desplomó al -12,3% en mayo de 1975.

En el caso presente, los políticos de la Fed son de la opinión de que pueden de alguna manera dirigir la economía por el camino del crecimiento económico estable. Su dirección a través de inyecciones de dinero lleva a fluctuaciones en la tasa de crecimiento de la oferta monetaria. Esto a su vez lleva a los ciclos de auge-declive, que la Fed supuestamente está tratando de suavizar o eliminar por completo.

Conclusión

A finales de enero, el presidente de EEUU, Barack Obama, anunció que planeaba introducir nuevas regulaciones en el sector financiero para impedir una excesiva especulación. El impulsor de este plan es el antiguo presidente de la Fed, Paul Volcker, que parece querer resucitar la Ley Glass-Steagall. En lugar de la separación de banco comercial y de inversión, ahora tendríamos una separación del negocio bancario del trading propietario, la intermediación bursátil y los fondos de cobertura.

El presidente de EEUU opina que esto ayudaría a estabilizar el sistema financiero. Algunos críticos del plan propuesto opinan que esto solo empeoraría más las cosas al obstaculizar la asignación eficiente de recursos reales escasos. Nuestro análisis sostiene que la razón clave para la inestabilidad financiera no es la derogación de la Ley Glass-Steagall como tal, sino la existencia del banco central. Es el banco central el que permite a los bancos practicar la banca de reserva fiduciaria y así contaminar la economía con dinero creado de la nada.

Mientras tengamos un banco central, tiene sentido imponer controles más rígidos para minimizar el daño que infligen las políticas del banco central. Por supuesto, una alternativa mejor sería tener una genuina banca libre sin el banco central.


[1] Sobre al AMS, ver Frank Shostak, “The Mystery of the Money Supply Definition”, Quarterly Journal of Austrian Economics, volumen 3, número  4 (Invierno de 2000).

[2] Murray N. Rothbard, Making Economic Sense, Ludwig von Mises Institute, p. 279.


Publicado el 16 de febrero de 2010. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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