Cuando atacan las industrias subvencionadas por el estado

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Recientemente, una fábrica de etanol de maíz en Nebraska que pasó a usar un azúcar más barato para fabricar biofuel, fue demandada por granjeros locales de maíz. La disputa permite echar un vistazo a los mundos en colisión de la agricultura subvencionada y destacar lo que ocurre cuando la gente toma decisiones orientadas al mercado dentro del marco entremezclado de la economía dirigida por el estado.

El maíz y el azúcar son dos de los productos agrícolas más importantes del mundo y han sido fabricados por los seres humanos durante miles de años. En el cinturón maicero estadounidense se cultiva aproximadamente el 40% del maíz del mundo, mientras que el azúcar se produce en otros países (EEUU es un importador de azúcar). Las existencias finales globales de maíz, que son la cantidad de oferta a mano para atender la demanda, fluctúan con el tiempo. Como consecuencia, estos y otros factores hacen que el precio del maíz aumente y disminuya para reflejar estas condiciones de mercado.

Cuando abunda el maíz y los precios son bajos, tiene sentido económico utilizarlo para otros productos, como aumentar el endulzante almíbar de maíz rico en fructosa y el biofuel etanol. Cuando los precios del maíz aumentan por el crecimiento de la demanda global como producto alimenticio o alimento para el ganado en respuesta a una alta demanda de carne o por un periodo de bajas existencias finales, la producción de etanol y almíbar de maíz no pueden justificarse económicamente.

Aparece el gobierno. Como se ha descrito aquí antes, esta relación entre maíz y azúcar ha sido explotada por el gobierno de EEUU durante cierto tiempo. Para elevar artificialmente el precio del azúcar en EEUU, se ha impuesto un arancel sobre el azúcar extranjero barato desde la década de 1980. Esto hace más atractivo utilizar endulzante basado en maíz- Además, la USDA protege a los productores nacionales de azúcar garantizando precios mínimos para préstamos para azúcar y para la compra de azúcar por subasta, para usarlo para fines no alimenticios, cuando el precio del azúcar cae por debajo de estos mínimos.

Al no olvidar a los productores de etanol, EEUU ha impuesto un arancel importador al etanol extranjero (basado en azúcar), proporcionando al mismo tiempo una subvención para el etanol de EEUU (basado en maíz).

Preparando el escenario para la batalla actual, recientemente el gobierno de EEUU, mediante el Programa de Flexibilidad en Materia Orgánica, ha estado permitiendo a las fábricas de etanol (incluyendo la de Nebraska aquí en cuestión) comprar azúcar barato de subastas públicas (recordad las protecciones dadas a los productores nacionales de azúcar) para fabricar etanol a partir de azúcar (porque el precio del maíz estaba relativamente alto). Así, una demanda presentada por la cooperativa de granjeros de Nebraska que ha estado proporcionando maíz indica que la fábrica de etanol violaba sus obligaciones utilizando la línea de vía (propiedad de la cooperativa) para transportar azúcar y no comprar maíz para fabricar etanol.

La parte verdaderamente extraña en esta inminente batalla es que, aunque las demandas actuales presentadas por la cooperativa de granjeros del maíz contra la fábrica de etanol puede realmente resultar un incumplimiento de contrato, todo el marco subyacente que estableció todo esto solo es posible debido a la naturaleza del mercado respaldado por el estado. La disputa no se hubiera producido en un mercado libre.

Y la clave aquí es que la intervención del estado causó una disputa. Si el gobierno no hubiera comprado azúcar barato de EEUU, estimulado la industria del etanol de Maíz de EEUU y luego permitido a las fábricas de etanol comprar ese azúcar artificialmente barato del gobierno para reiniciar líneas de producción ociosas, esta demanda a favor de los “perjudicados” productores de maíz no se hubiera producido nunca.

En una situación de libre mercado, el azúcar barato de países fuera de EEUU inundaría el mercado para su uso en productos alimenticios y parte de él probablemente se usaría para producir etanol. La mayoría de las fábricas estarían cerca de puertos (no en Nebraska) para minimizar el transporte de azúcar por el país. Habría más maíz disponible para comida tradicional (no almíbar de maíz alto en fructosa) y alimentación del ganado, que han sido sus usos primarios durante miles de años. Actualmente en torno al 30% del maíz producido en EEUU se convierte en etanol.

Quizá lo peor de todo esto es que la fábrica de etanol estaba simplemente tratando de comprar un producto alternativo más barato para recuperar la fábrica. En 2012, la empresa de etanol no compró maíz al aumentar su precio y la fábrica solo funcionó durante dos meses. Ambas eran decisiones lógicas e indicadas por el mercado y han generado una demanda legal contra el empresa de etanol.

Aunque los apoyos del estado al sector puedan haber parecido regalos al principio, el marco distorsionado de la economía dirigida por el gobierno empeora todo. En lugar de centrarse en producir productos basados en condiciones reales del mercado, que provienen de los consumidores, las empresas se ven ahora obligadas a usar trucos y pedir favores al gobierno. Los consumidores son los perdedores definitivos cuando esto ocurre.


Publicado el 4 de agosto de 2014. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.