La dicotomía no es democracia o dictadura

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Los demócratas (desde Habermas, pasando por Hillary Clinton y Fukuyama entre una larga serie de propagandistas del democratismo) han sembrado la ilusión de que no tenemos más remedio que elegir entre la democracia de masas y la dictadura. Es decir, que si no elegimos todos por todos, la otra única posibilidad es que elija alguien por todos. En realidad hay, siempre hubo -y para al menos el 90% de asuntos de la vida humana es así como vivimos- una tercera y más pulcra alternativa: la libertad individual. La libertad individual se ejerce sobre el propio cuerpo, nuestras acciones con y desde dicho cuerpo, nuestros bienes propios y los bienes ajenos a los que tengamos acceso por invitación -es decir, mediante tratos libres.

En realidad el continuo es uno de Dictadura > Democracia > Sociedad Libre.

En una Dictadura, un hombre o una cúpula deciden por todos (recordemos que el poder no es ni liderazgo ni influencia, en el mejor de los casos a estos dos últimos se les puede llama “soft power” con el léxico de la ciencia política). Es decir que deciden (no presiona, no inspiran, no sugieren: mandan) sobre los cuerpos y bienes de otros. La Democracia puede parecer una mejora sustancial, pero en realidad la Ley de Hierro de la Oligarquía(observación de Michels, sociólogo de izquierda, para más señas) nos indica que aunque las decisiones sean colectivas, su ejecución -y amplios poderes para ello- de todas maneras será irremediablemente asunto de una cúpula. Eso significa que el ropaje democrático es siempre útil para el Establishment político: le da legitimidad a cualquier acción arbitraria “porque nos lo hacemos a nosotros mismos”.

Esto es secundario en realidad, el principal problema de la democracia es que decidimos -imponemos- por los demás en temas ilegítimos. ¿Cómo saber qué es legítimo de votarse o delegarse mediante voto? Es bastante simple en realidad: todo lo que no permitiríamos a un vecino imponernos (decirnos qué comer o no, cómo vestirnos, qué pensar, si utilizar drogas para curarnos/placer/mejorarnos y cuáles, cuánto aportar a X o Y causa social/religiosa/ecológica) la suma de vecinos (- eso es la sociedad que tanto nos gusta idealizar: la suma de los vecinos geográficos- tampoco puede imponernos. La suma de vecinos no adquiere legitimidadpara imponer que los vecinos individualmente no tienen sobre nosotros. La mayor parte del tiempo la democracia es una dictadura de las mayorías, directa (si es democracia directa) o indirecta (si hay centralización de poder territorialmente o en ciertos personajes). La democracia ha causado cortoplacismo (consumismo) cultural, países endeudados, tiranías y guerras para imponerla.

La Sociedad Libre (o Sociedad Abierta) en cambio se construye mediante el respeto máximo posible (y sobre el término posible hay un vigoroso y necesario debate entre localistas-autonomistas, republicano-liberales, minarquistas y anarcoliberales) a la autonomía del individuo. Se parte de la premisa de que podemos hacer cualquier cosa en nosotros y nuestros bienes que no invada o destruya la integridad física o bienes de terceros que no lo consienten.

Todos los sistemas políticos antiguos y contemporáneos han sido dictaduras, democracias o sociedades libres. Hay abundantes casos de cada uno de los tres en diversos grados y con inevitables resultados. Desde luego, pues todo país tiene ocasionales comportamientos mafioso-dictatoriales, democracias o asambleas comunales o grandes espacios de autonomía individual que se ven bajo amenaza de los dos primeros utilizando leyes e impuestos todo el tiempo. La próxima vez que alguien le diga que usted debe elegir entre dictadura y democracia, respóndale que no es necesario ni justo elegir entre dictadura individual o dictadura de las mayorías: es posible ir devolviendo autonomía a los individuos para trazar sus redes de cooperación personal y productiva según su propio ritmo y deseo. Quizás es hora de atreverse a ver más allá de la democracia.

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