El ministro de economía argentino, Axel Kicillof, se ha hecho farmoso por su afirmación de que es posible hoy dirigir centralizadamente la economía porque tenemos hojas de cálculo como Microsoft Excel. Esta afirmación proviene de la visión errónea de que el coste de producción determina los precios finales y revela una profunda incomprensión del proceso del mercado. Sin embargo esto no es nuevo. La primera mitad del siglo XX fue testigo del debate del cálculo económico bajo el socialismo. Aparentemente, los cargos argentinos tienen mucho que aprender de este antiguo debate. El problema no es si tenemos o no hojas de cálculo poderosas a nuestra disposición: el problema es la imposibilidad de crear con éxito un mercado planificado centralizadamente.
Al iniciarse el siglo, Ludwig von Mises, Max Weber y Boris Brutzkus ofrecieron independientemente críticas a la comunidad socialista, entendida como una sociedad en la que no hay medios de producción de propiedad privada. Mises fue sencillo y directo. Al contrario que las familias y las pequeñas tribus, donde hay un conocimiento íntimo entre sus miembros, una gran sociedad requiere precios para organizarse eficazmente. Los socialistas, argumenta Mises, se apresuran a apuntar fallos del mercado, pero callan sobre cómo organizar eficazmente la comunidad socialista en ausencia de precios. Marx, que no ofrece una explicación de cómo funcionaría el socialismo una vez desapareciera el capitalismo, llama a los socialistas que sí describen la comunidad socialista resultante (es decir, Saint-Simon and Fourier) como “utópicos”. Sin cálculo económico para revelar qué actividades añaden valor a la sociedad (beneficios) y cuáles no (pérdidas), es ilusorio suponer que se produzca eficacia. Pueden plantearse argumentos distintos que el del cálculo económico como principios para organizar la sociedad, pero la cuestión de cómo se logra la eficacia económica queda sin responder.
Como respuesta a esta crítica los escritores en la literatura socialista fueron de describir sociedad imaginarias a criticar al capitalismo para tratar de resolver el reto de Mises. Oskar Lange y Wassily Leontief son dos de los autores más famosos que trataron de resolver este problema. Una de las respuestas ofrecidas es la suposición de información perfecta (aún presente en libros de texto de economía). El argumento dice que si suponemos que todos tienen la información necesaria, entonces la economía puede estar en equilibrio y por tanto el reto de Mises es interesante, pero inadecuado. Es posible una economía dirigida centralizadamente, si tenemos información perfecta. En este punto del debate, es Hayek quien responde a la idea los socialistas con cuatro puntos importantes:
(1) La cantidad de información necesaria y las limitaciones del cálculo son prohibitivas para el proyecto socialista, incluso si suponemos una información perfecta. Pero esto es solo un ejemplo de lo que está haciendo Hayek. Aunque socialistas y marxistas normalmente se paran aquí, lo que dice Hayek es mucho más sutil, como demuestran los puntos que siguen.
(2) La suposición de información perfecta es inválida. El reto no es estar en equilibrio, sino la transición al equilibrio. Igual que no es posible abrir una lata de comida suponiendo un abrelatas, no es una respuesta aceptable suponer que se resuelve el reto de Mises suponiendo una información perfecta. ¿De dónde viene esta información perfecta y a quién se da? La suposición de información perfecta no simplifica el problema a resolver: lo altera y los hace irrelevante para el debate. Por esto los austriacos han estado tradicionalmente más preocupados con el proceso del mercado y menos con las condiciones de equilibrio.
(3) Hayek también distingue (es verdad que con cierta confusión) entre información y conocimiento. La información es un concepto cuantitativo y, como tal, puede ser completa (perfecta) o incompleta (imperfecta). A esto se refieren los socialistas como la suposición de información perfecta. Pero el conocimiento es un concepto cualitativo y debido a esto no puede ser completo ni incompleto. Saber cómo montar el bicicleta o cómo dirigir con éxito un negocio no es el tipo de conocimiento que pueda incluirse en una hoja de cálculo de Excel. Esta distinción es importante porque los empresarios son el motor del crecimiento y el desarrollo económico. En otras palabras, Excel no puede resolver el problema del mercado que tienen que resolver los empresarios, porque esto requiere interpretación y conocimiento, no solo datos numéricos. Se logra poco si se da toda la información al equipo de Kicillof si este no sabe interpretarla.
(4) Información y conocimiento no son independientes del proceso del mercado. Sin propiedad privada no hay precios, sin precios no hay información. Hayek está usando la otra cara del argumento de Mises para decir que librarse de la propiedad privada es librarse al mismo tiempo de la información que los socialistas necesitan como dada.
Tan pronto como reconocemos todos los puntos de Hayek, nos damos cuenta de que la aproximación de la hoja de Excel es como construir un coche sin motor (los empresarios) y sin señales de tráfico (el mercado) para indicar el camino correcto. No sorprende que la economía argentina funcione mal sin una ruta clara por parte de los cargos del gobierno. Es un error confundir precios de mercado con precios regulados y los precios que proporcionan información útil son los que emergen de los intercambios libres en el mercado, no los precios impuestos por el gobierno originados en una hoja de Excel. Usar la misma palabra “precio” para describir estos dos fenómenos diferentes equivoca a quien se arroga el derecho a decidir el destino de miles de personas. Es una ilusión creer que la misma información que se deriva de los precios de mercado aparecerá mágicamente de los precios impuestos por el gobierno. Lo que el equipo de Kicillof inserte en la hoja de Excel no son precios, sino expresiones de deseos separadas de la realidad económica.
Sin embargo, el éxito de la política y la regulación del mercado no se evalúa sobre deseos e intenciones, sino sobre resultados. El problema con la aproximación de la hoja de Excel no son las intenciones de los políticos, sino que dichas herramientas no pueden reemplazar al proceso del mercado.
Los innegables problemas económicos de Argentina son mucho más profundos que el número a introducir en la hoja de cálculo de Kicillof. El problema es una lectura confundida de cómo funcionan los mercados y cómo los gobiernos continúan con gasto en déficit al servicio de grupos de intereses favorecidos.
Publicado el 22 de agosto de 2014. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.