Por qué más rápido es a veces mejor, pero no siempre

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Aparentemente todo lo que se necesita para obtener reconocimiento hoy del National Bureau of Economic Research es cronometrarte haciendo problemas matemáticos.

En este nuevo trabajo del NBER, S. Boragan Aruoba y Jesús Fernández-Villaverde resuelven el familiar modelo de crecimiento neoclásico estocástico utilizando diverso software, lenguajes de programación y sistemas operativos, en busca de la forma más rápida y eficaz de hacer economía. Críticas del modelo aparte, vemos que la economía ortodoxa contemporánea tiene un patrón propio. Sin ningún problema matemático nuevo, los economistas han recurrido a cronometrar sus trabajos informáticos para resolver los problemas matemáticos existentes. Esto plantea algunas preguntas muy importantes: ¿Dónde está la economía “fresca”  y es una producción más rápida necesariamente mejor?

Desde mi asiento en el ala de investigación del Instituto  Mises, estoy cerca de algún trabajo interesante y (en términos de una conexión con actores reales y humanos del mercado) relevante en economía. Peter St. Onge, cuyo artículo podéis haber leído hace un par de semanas., está trabajando en una aproximación mengeriana a la estrategia corporativa en ofertas de productos, basándose fuertemente en la teoría de la utilidad subjetiva y y la teoría austriaca del emprendimiento. Audrey Redford trabaja duramente sobre una extensión valiosa de Economics of Prohibition, de Mark Thornton, centrándose en la historia de la Ley Harrison de Impuestos a los Narcóticos de 1914, utilizando un marco misesiano para analizar anteriores intervenciones públicas. Dante Bayona acaba de presentar un intento muy prometedor de expandir la macroeconomía basada en capital de Roger Garrison a economías abiertas y comercio internacional y está acabando un trabajo sobre la praxeología aristotélica de Rothbard.

La lista de grandes investigaciones, solo en esta ala, continúa, incluyendo el trabajo de Kyle Marchini sobre certificación privada de productos, el trabajo de Jingjing Wang sobre la historia del pensamiento sobre emprendimiento, el trabajo de Matei Apavaloaei sobre emprendimiento político y proteccionismo, el trabajo de Ludvig Levasseur sobre alertas kirznerianas y el trabajo de Arkadiusz Sieron sobre efectos Cantillon a lo largo de un ciclo económico. Y ni siquiera he mencionado la gran cantidad y calidad de los trabajos de la facultad al fondo del vestíbulo: los profesores Klein, Salerno y Thornton, que estarán todos enseñando esta semana en la Universidad Mises.

Formas indirectas, auges y tiempo de producción

Aunque la predicción de acontecimientos futuros es de por sí problemática, especialmente respecto de la acción humana, puedo decir con confianza que ninguno de los economistas en esta oficina patrullará nunca los pasillos con un reloj, cronometrando nuestra producción de investigación. Sería absurdo porque entendemos que la “forma indirecta” de la producción se relaciona causalmente con el valor del producto: los empresarios solo elegirían procesos más largos de producción si estiman que las valoraciones del producto por los consumidores son mayores que los costes de producción, incluyendo el coste de espera para el proceso que realmente fabrica los bienes (por supuesto, esto solo es sostenible e induce el crecimiento en ausencia de manipulación artificial de los tipos de interés). Una producción más larga (no tan intuitivamente) significa productos mejores y más valorados.

Advirtamos que esto no significa que una producción más larga sea valiosa por el mero hecho de ser más larga (un error común de la teoría de Böhm-Bawerk), igual que la producción más larga solo se emplea cuando las estimaciones de aumento en el valor del producto excedan el aumento en los costes asociados a la espera.

La manipulación artificial de los tipos de interés crea un embrollo con toda esta coordinación de valoraciones de tiempo, capital y producción de consumidor y productor. Cuando se llevan a cabo procesos de producción más largos para que parezcan más rentables y se hace que el ahorro parezca menos rentable, se produce una redirección masiva del capital. Los empresarios, viendo los menores coste de producir bienes y servicios, desvían capital a procesos de producción más largos, mientras que los consumidores al mismo tiempo aumentan sus gastos en bienes y servicios finales. Dado un suministro escaso de capital, el mercado de capital se convierte en un juego frenético de Tragabolas, que aumenta los precios para estos factores y por tanto los costes de producción en su conjunto.

El auge lleva al declive, incluso en la educación superior

Los consumidores tienen sin embargo la última palabra. Como propietarios principales de los fondos, expresan sus preferencias temporales reales y no modificadas no comprando los bienes finales a los precios inflados, inflados porque los empresarios preveían que los proceso de producción más largos (con mayor espera) ¡eran rentables! Tan pronto como se aprecia este proceso insostenible, incluyendo la apreciación de que la reasignación inicial de recursos se basaba en estimaciones incorrectas y mal informadas de demandas de los consumidores, el mercado se viene abajo: cae la demanda de factores, incluyendo salarios y empleo total, los consumidores pagan por la indulgencia previa y la actividad económica se estanca en su conjunto, atrapada en la incertidumbre y el pesimismo mientras capital y mano de obra vuelven a líneas de producción valiosas y sostenibles.

¿Podría este tipo de descoordinación llegar a instituciones de educación superior e investigación? ¿Podría la supercomputadora diseñada para simular todo el planeta que se encuentra en la oficina de algún profesor de economía ser una mala inversión? Probablemente. El investigador económico con la máxima preocupación por una computadora con todos sus extras me recuerda al nuevo propietario de vivienda, menos que digno de crédito, con la máxima preocupación por una casa son todos los extras y el tamaño en metros cuadrados de un castillo medieval.

El trabajo de Aruoba y Fernandez-Villaverde es lo bastante inocente como para presentar a jóvenes universitarios distintos programas informáticos y estimular sus aptitudes en diversos lenguajes de programación. Pero su papel es tan revelador como inocente. Quizá la comunidad académica económica debería poner al realismo por encima de la RAM, el rigor conceptual por encima de la velocidad de computación y el respeto por lo las complejidades dinámicas de la acción por encima de los problemas matemáticos complejos.


Publicado el 21 de julio de 2014. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.