El mito de Suecia

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Recientemente, el llamado modelo sueco (es decir, el sistema económico sueco con altos impuestos y un gran estado de bienestar) ha sido alabado de nuevo en la prensa.

El supuesto éxito reciente de la economía sueca ha permitido que las estadísticas del bienestar tanto dentro como fuera de Suecia argumenten que altos impuestos y un estado extenso de bienestar son buenos para la economía. Para entender totalmente esta falacia, deberíamos revisar la historia económica de Suecia.

Hasta la segunda mitad del siglo XIX, Suecia era bastante pobre. Pero reformas de mercado libre de largo alcance en la década de 1860 permitieron a Suecia beneficiarse de la Revolución Industrial en expansión.

Y así, durante finales del siglo XIX y principios del XX, Suecia vio cómo su economía se industrializaba rápidamente, impulsada por los muchos inventores y empresarios suecos.

Durante ese tiempo, Suecia produjo extraordinariamente muchas invenciones, dada su pequeña población, incluyendo: la dinamita, inventada por Alfred Nobel (que creó el premio Nobel); El rodamiento autoalineado, inventado por Sven Wingquist (que lo usó para crear la empresa SKF); la válvula solar, inventada por Gustav Dahlén (que la usó para fundar la empresa de gas industrial AGA); el refrigerador de absorción de gas, inventado por Baltzar von Platen (que fue usado posteriormente por Electrolux).

Además, había incontables empresarios no inventores durante ese periodo: los fabricantes de coches Volvo y Saab y la empresa de telecomunicaciones Ericsson. De hecho, con solo unas pocas excepciones, casi todas las grandes empresas suecas empezaron a finales del siglo XIX y principios del XX, que no solo fue un periodo de fuerte crecimiento, sino también el momento en que se pusieron los cimientos para el posterior crecimiento económico.

Otro factor que continuó la prosperidad sueca fue el hecho de que Suecia fue capaz de mantenerse fuera de ambas guerras mundiales y de hecho de todas las demás guerras. Suecia es en realidad el país como el periodo consecutivo más largo de paz, sin haber luchado en ninguna guerra desde 1809, cuando fue invadida por Rusia, perdiendo Finlandia.

Así que Suecia ha disfrutado de 5 años más de paz que Suiza, que participó en las guerras napoleónicas en 1814. Como consecuencia de sus políticas de libre mercado, la iniciativa de su gente y su alusión con éxito de la guerra, Suecia tuvo el crecimiento más alto de renta por cabeza en el mundo entre 1870 y 1950, momento en el que Suecia se  había convertido en uno de los países más ricos del mundo, solo por detrás de Estados Unidos y Suiza, y Dinamarca (quien desde entonces también ha caído más atrás debido a los altos impuestos).

Pero los cimientos para problemas futuros ya se habían creado. En 1932, los socialdemócratas llegaron al poder frente a la Gran Depresión. Y como FDR en Estados Unidos y Adolf Hitler en Alemania, empezaron a extender el poder del gobierno sobre la economía. Hasta 1932, el gasto público se había mantenido por debajo del 10% del PIB en Suecia, pero los socialdemócratas, bajo su líder Per Albin Hansson, querían cambiar esto y rehacer Suecia como un “flokhem” (“hogar del pueblo”), un término que los socialdemócratas suecos adoptaron de los fascistas de Italia.

Incluso a principios de la década de 1950 Suecia seguía siendo una de las economías más libres en el mundo y el gasto relativo del gobierno respecto del PIB estaba de hecho por debajo del nivel estadounidense.

Pero entre 1950 y 1976 Suecia experimentó una expansión en el gasto público sin precedentes durante un periodo de paz, con el gobierno gastando respecto del PIB desde aproximadamente un 20% en 1950 a más del 50% en 1975. Prácticamente todos los años aumentaron los impuestos mientras que el estado de bienestar se expandía sin parar, tanto en forma de aumento acusado en el número de funcionarios públicos como en más transferencias de pago de prestaciones.

Durante los primeros 20 años, esta inacabable expansión del gobierno tuvo lugar aparentemente sin efectos dañinos, ya que Suecia se benefició de un rápido crecimiento global, aunque el crecimiento de Suecia ya había empezado a caer en términos relativos, de muy por encima de la media y simplemente la media. Esto cambió en la década de 1970, después de que Olof Palme, del sector izquierdista del partido socialdemócrata, se convirtiera en Primer Ministro. Palme aceleró la transformación socialista en Suecia, aumentando rápidamente las regulaciones contra empresas y aumentando enormemente los impuestos al trabajo.

Los aumentos en los impuestos al trabajo, junto con las crecientes demandas salariales de los sindicatos, hicieron a las empresas suecas muy poco competitivas en los mercados globales, algo que Palme decidió resolver devaluando la corona sueca. Como consecuencia, la inflación de precios aumentó de forma acusada, llevando a repetidas devaluaciones. El descontento popular por los males económicos creados por la recesión económica global, los aumentos masivos de impuestos, las mayores regulaciones y la creciente inflación permitieron al centro derecha llegar al poder en 1976, rompiendo 44 años de gobierno socialdemócrata ininterrumpido.

Pero como los partidos del centro-derecha no estaban dispuestos a llevar a cabo reformas más radicales de libre mercado, continuaron los males económicos, incluyendo el ciclo de inflación devaluación. Por esta razón y debido a que los tres partidos de la coalición (el Partido Moderado conservador, el Partido Liberal y el Partido del Centro) fueron incapaces de mantenerla, los socialdemócratas volvieron al poder en 1982.

Inmediatamente pusieron en marcha una devaluación “big bang” del 16%, que afirmaron que sería la última. Habían afirmado lo mismo en todas las devaluaciones previas, incluyendo la del 10% que el gobierno de centro-derecho había decidido el año anterior. Esta vez parece que era verdad, pero como el chico que gritó “que viene el lobo”, nadie les creyó.

Las expectativas inflacionistas y por tanto las demandas salariales de los sindicatos siguieron siendo muy altas. Y en 1985, el gobierno decidió desregular los préstamos bancarios. Aunque esta reforma era necesaria para mejorar la asignación de capital, tuvo efectos colaterales desastrosos dado que, en ese momento, los tipos de interés estaban bastante por debajo de cero, dedicados impuestos e inflación. Esto causó una expansión masiva del crédito, lo que a su vez ayudó a agravar más la inflación de precios del consumo, creando al tiempo una burbuja masiva en la bolsa y el mercado inmobiliario. Al permanecer fijo el tipo de cambio, las competitividad sueca se vio socavada rápidamente.

Después de que Palme fuera asesinado por una persona desconocida en febrero de 1986, el pragmático Ingvar Carlsson se convirtió en primer ministro. Preocupado por que el crecimiento sueco estuviera por debajo de la mayoría de los demás países, el gobierno de Carlsson implantó una serie de reformas de libre mercado. Entre ellas estaba el levantamiento de todos los controles de divisa en 1989 y una reforma fiscal que reduciría enormemente los tipos impositivos marginales (aunque también redujeron varias deducciones, incluyendo deducciones por pagos de intereses). Aunque estas reformas podría decirse que han contribuido a mejorar el rendimiento económico a largo plazo de Suecia, contribuirían a precipitar la profunda recesión económica de principios de la década de 1990.

Entretanto, al empezar a ralentizarse significativamente la economía en 1990 después de una serie de medidas endurecedoras, se ralentizó la inflación de los precios del consumo. Con la combinación de tipos nominales de interés continuamente altos, gravamen reducido de impuestos al capital (y con ello, deducciones reducidas para pago de intereses) y una inflación de precios a la baja, los tipos reales de interés empezaron a aumentar de forma importante, ayudando a acabar con las burbujas de precios. Por encima de todo esto estuvo la sacudida en el precio del petróleo tras la invasión de Kuwait por Saddam Hussein y una recesión económica en socios comerciales clave como Estados Unidos, Reino Unido y Finlandia. El resultado final fue que Suecia entró en recesión a finales de la década de 1990.

Al caer Suecia en recesión y empezar a deteriorarse rápidamente su equilibrio presupuestaros altamente cíclico, la confianza inversora en el plan de tipo fijo de cambio sueco empezó a deteriorarse rápidamente.

Y con los controles de divisa abolidos pocos años antes, la corona era presa fácil para especuladores de divisas. A contrario que en el pasado, el gobierno estaba decidido a no devaluar y consideraba impensable una vuelve a controles estrictos de divisas, así que no tenía otra alternativa que defender la divisa aumentando los tipos de interés. Pero como los especuladores sabían que estos tipos de interés no podían mantenerse, renovaban sus ataques, sabiendo que su ganancia en un régimen de divisa colapsada sería mucho mayor que los tipos de interés que el Riksbank podía ofrecer. El resultado final fue que los tipos de interés reales después de impuestos llegaron a niveles de dobles dígitos, después de haber sido negativos solo unos pocos años antes. Esto a su vez hizo más profunda la recesión.

Sin embargo, al final, el sistema de tipos fijos de cambio se derrumbó en noviembre de 1992. El aumento desmesurado en los tipos de interés y la profunda recesión habían creado al mismo tiempo una gran cantidad de préstamos malos, haciendo que todos los grandes bancos estuvieran quebrados en la práctica. (La excepción era el Handelsbanken, conocido por sus prácticas de préstamo más cautelosas). Solo después de que el gobierno sueco prometiera rescatar a los bancos con todo el dinero que necesitaran se evitó un colapso bancario general.

En total, la recesión se convirtió en la más profunda de Suecia con mucho desde la Gran Depresión, siendo el PIB de 1993 un 5% inferior al de 1990, cayendo el empleo más del 10% y aumentando el déficit público a más del 10% del PIB. Pare entonces, Suecia había caído al 15º y 20º lugar en las comparaciones de renta internacionales, una caída de la que nunca se ha recuperado.

Después de esta profunda recesión, Suecia ha funcionado mucho mejor por diversas razones. La caída en el 20% en el valor de la corona a finales de 1992 dio un fuerte impulso a las exportaciones y, junto con la enorme reducción en los tipos de interés, esto ayudó a iniciar una recuperación cíclica a finales de 1993. Además, varias reformas de libre mercado implantadas por Ingvar Carlsson y el conservador Carl Bildt (que fue primer ministro entre 1991 y 1994) habían ayudado a aumentar el potencial estructural de crecimiento de la economía sueca.

Aparte de las reformas ya mencionadas de tipos fiscales marginales más reducidos y controles de divisas abolidos, préstamo bancario desregulado e inflación significativamente inferior, estas incluían privatizaciones de varias empresas públicas y desregulación de varios sectores clave, incluyendo en de ventas al por menor, las telecomunicaciones y la industria aeronáutica. Asimismo, cuando se eliminó el enorme déficit público, incluso los socialdemócratas se dieron cuenta de la necesidad de recortes profundos del gasto, que junto con el típico declive cíclico en la carga del gasto durante los auges ayudó a reducir algo la carga extremadamente hinchada del gasto público.

Todo esto ha ayudado a Suecia a recuperarse en términos relativos del estancamiento de las décadas de 1970 y 1980 y la profunda recesión económica de principios de la década de 1990. Es esta recuperación relativa la que ahora se atribuye a los socialdemócratas y sus simpatizantes dentro y fuera de Suecia cuando afirman que tiene éxito el modelo sueco de altos impuestos y un gran estado de bienestar.

Pero, como debería haber quedado claro, la mejora relativa en el rendimiento se debe, no a los altos impuestos (más bajos ahora que antes), sino a las reformas de libre mercado.

La razón por la que Suecia ya no va por detrás del resto de Europa es que estas reformas, que no se han implantado en la mayoría de los países europeos continentales, han hecho a la economía sueca relativamente más libre.

E incluso con estas reformas, Suecia, de hecho, no ha funcionado mejor que el resto de Europa. Aunque el crecimiento del PIB general ha sido ligeramente más alto, esta ventaja desaparece cuando se tiene en cuenta que las condiciones comerciales de Suecia se han deteriorado de forma importante.

Y si excluimos a los pesos pesados rezagados Alemania e Italia, Suecia de hecho han continuado estando por detrás del continente, incluso con el lamentable rendimiento de Europa comparado con la mayoría de las demás partes del mundo.

Si miramos más allá de las cifras de producción agregada, podemos ver profundos problemas estructurales. El número de personas empleadas es ahora un 6% menor que en 1990, un desarrollo más débil que en cualquier otra economía occidental. Por el contrario, incluso con el crecimiento más débil en el empleo en años recientes (para patrones estadounidenses), el empleo en Estados Unidos es un 20% superior al de 1990.

Y la cifra de personas empleadas en Suecia es en realidad también inferior a la de 1980. Hay que remontarse a mediados de la década de 1970 para encontrar cifras de empleo más bajas que las actuales. Aunque el empleo total ha permanecido prácticamente sin cambios desde 1975, esto oculta un declive importante en el empleo masculino. Y si miramos solo al sector privado, el empleo está ahora a un nivel inferior al de 1950.

Los socialdemócratas aún afirman a menudo que Suecia tiene una tasa de empleo relativamente alta, pero esta afirmación se basa en estadísticas engañosas de empleo que cuentan como empleados a muchos que han estado de baja laboral prolongada o han estado de alguna otra manera en el extremo receptor de programas de pagos de transferencias, aunque no estén trabajando realmente.

Además, el “quedarse en casa de mamá” es muy raro en Suecia. Debido a los incentivos creados por la construcción feminista del estado sueco del bienestar, las madres en su mayoría dejan a sus hijos en centros públicos de atención diaria. Incluso si crees que las madres que permanecen en casa para ocuparse de sus hijos son las víctimas de una opresión patriarcal, no puedes negar que la atención infantil constituye mucho trabajo, pero solo los que cuidan de los hijos de otros cuentan como empleados. Pero si se traslada la atención infantil del hogar al sector público, el gobierno exagera aún más las cifras suecas de empleo.

La tasa general de desempleo en Suecia es de solo un 5-5,5%, pero esta cifra es extremadamente engañosa, ya que solo incluye un pequeño grupo de gente a la que la gobierno paga por no trabajar. Muchos desempleados se envían a las llamadas “actividades políticas del mercado laboral”, actividades cuyo único fine s reducir la tasa oficial de desempleo.

Si ignoramos esta treta, el desempleo es del 8%. Y si se incluye el enorme número de prejubilados y gente que vive de prestaciones de enfermedad, la tasa de desempleo se acerca más al 25%. El número de prejubilados es de 540.000, más del doble de los desempleados oficiales. Entre los inmigrantes no occidentales, la tasa real de desempleo es mayor del 50%.

Todo esto es exactamente lo que deberíamos esperar de prestaciones de transferencias de pagos a gente que no trabaja, de enormes impuestos al trabajo, impuestos a la renta y e impuestos del valor añadido. Esto ha inhibido en buena medida el crecimiento del sector de los servicios privados intensivos en mano de obra, que podría haber proporcionado trabajos a muchos de los inmigrantes desempleados.

Sin embargo, durante el año más reciente, el crecimiento a repuntado significativamente en Suecia. En cierto modo, esto refleja el impulso al alza cíclico global, pero aquí hay también un factor sueco nacional en funcionamiento, que ha ayudado a impulsar el crecimiento sueco más alto que en la mayoría de los países europeos. Después del doloroso fracaso del régimen de los tipos fijos de cambio en 1992, Suecia adoptó en su lugar el objetivo de inflación.

Este régimen de política monetaria parece estar lejos de haber sido significativamente más exitoso, pero la política está creando nuevos problemas. Debido a la regulación y al aumento en la competencia en varios sectores en años recientes, la inflación de precios del consumo ha sido bastante baja, de hecho por debajo del objetivo del 2% la mayor parte del tiempo. Por ejemplo, los precios de los alimentos han estado cayendo ya que la competencia feroz de las cadenas de bajos precios como Lidl, Netto y Willys, han obligado a las grandes cadenas de supermercados a recortar precios para mantener sus clientes.

Los bajos precios son buenos para los consumidores, por supuesto, pero según el dogma del objetivo de inflación, una tasa demasiada baja de inflación de precios es un problema en sí mismo, un problema que debe ser compensado con una mayor inflación monetaria. Así que el Riksbank se han visto obligado a rebajar enormemente los tipos de interés para impulsar la oferta monetaria lo suficiente como para ayudar a lograr una tasa de inflación de precios del consumo del 2%.

Como la inflación de precios del consumo está ahora empezando a acercarse poco a poco al 2%, parece que tendrán éxito, pero esto tendrá el precio de desatar una burbuja en el precio de los activos y la deuda inmobiliaria similar a los niveles experimentados a finales de la década de 1980.

La oferta monetaria aumentó un 11,5% en Suecia en el año hasta mayo, aún más que el 8,9% visto en la Eurozona. Es la enorme aceleración de la inflación monetaria en 2005 la que ha impulsado temporalmente el crecimiento sueco. El momento de este auge es, debería advertirse, muy conveniente para los socialdemócratas en el gobierno y sus aliados parlamentarios, el Partido Verde y el comunista Partido de la Izquierda, dado el hecho de que afrontan elecciones este año en septiembre.

En definitiva, este auge artificial tendrá que terminar y aunque la consiguiente crisis probablemente no sea tan profunda como la de principios de la década de 1990, el aparentemente impresionante auge sueco probablemente se revele como un fraude, igual que toda la historia del éxito del modelo económico sueco es también un fraude.


Publicado el 7 de agosto de 2006. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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