Las Capta Huellas como consecuencia del control Socialista

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“Cualquier paso que nos aleje de la propiedad privada de los medios de producción y del uso del dinero, nos aleja al mismo tiempo de la economía racional”.

Ludwig Von Mises

Es pertinente hablar sobre el mecanismo biométrico de identificación de usuario, conocido en Venezuela como Capta Huella. Innovación tecnológica orientada a la identificación a través de la huella dactilar, su utilización ha estado ligada a seguridad, privacidad y control de bienes, documentos y otros. Su aparición en Venezuela se vincula al sistema electoral, a fin de evitar la doble votación y el fraude, es decir, el sistema no es nuevo para el común denominador en la población, lo nuevo, es su utilización para restringir el acceso a productos en tiendas y supermercados  públicos y privadas de todo el país.

La primera aparición de las Capta huellas en forma masiva está vinculada a la votación y control de electores, como se ha hablado en el párrafo anterior; la anunciada segunda masificación de las capta huellas, está asociada a una idea maniaca de racionamiento que pretende aplicar el Gobierno de Venezuela, con el objetivo de eliminar la escasez, especulación y contrabando de extracción. Medida extrema y desesperada que busca poner el cerco más alto para el acceso a bienes y servicios, se ocupa de restringir lo inexistente, de distribuir la escasez, y no de eliminarla; se entiende así, porque no representa una ampliación de la capacidad de producción de la industria nacional, tampoco es una incorporación de nuevos procesos de importación, para cubrir parcial o temporalmente los problemas de escasez, es simplemente una penalización del consumo, una nueva forma de libreta de racionamiento Cubana.

Las capta huellas no son una causa, sino una consecuencia; son la consecuencia más clara de un proceso continuo de involucramiento del Estado en los asuntos económicos y del empeño en destruir el comportamiento empresarial y la propiedad privada. Es consecuencia de un Control de Cambio y Precios con más de 11 años de vigencia, que se ha afianzado, con la intención de limitar cada vez más las libertades civiles y económicas, para que el Estado pueda entonces ejercer un rol coordinador y guardián del “buen desempeño económico”. Un control de precios, que ha sido perjudicial, llevando a empresarios a vender en situaciones extremas, conduciendo incluso a la extinción de bienes y servicios por la imposibilidad de mantener el nivel productivo que demanda el control de precios.

El control de cambio es quizás el padre genuino de las capta huellas. De él se desprende el estrangulamiento progresivo al que se ha sometido al sector industrial y empresarial, con el fin de acceder a divisas para la importación de materia prima, productos intermedios o terminados. El crecimiento de la burocracia y la corrupción alrededor del sistema de control de cambio ha hecho que la producción nacional sea desestimada y pormenorizada, ante la posibilidad de ser sustituida parcialmente o casi por completo, por productos importados a dólares subsidiados. En condiciones ventajosas, el Estado se pone a competir en forma desleal y vergonzosa con la producción nacional, creando algo insostenible para la economía, una especie de burbuja económica. Y el problema de esta burbuja, como el de todas las burbujas, es que llegará el momento en que se pinche o explote, revelando una fuerte crisis y desajuste en los factores productivos, consecuencia de las distorsiones inducidas por el sostenimiento de las mismas políticas económicas erradas que permitieron la evolución y desarrollo de la burbuja en primer lugar.

La abundancia de divisas hizo que el gobierno tomara una apuesta arriesgada. Con abundancia de dólares e innumerables interesados en hacer su negocio con la importación, decidió jugar en contra del mercado y de la empresa nacional y emprender una guerra, avanzando en su intención de sustituir la producción nacional por la importada, limitando el espacio y oxígeno de la primera y apostando cada vez más por su extinción. Por fortuna, la ruleta del mercado gira y gira, dándole oportunidad a todos (incluso al Estado), y cuando el juego cae nuevamente en manos del mercado, los agentes dejan en evidencia cualquier ejercicio insostenible, desmantelando las fallas estructurales inducidas por el involucramiento del Estado y el uso de un modelo erróneo.

La corrupción asociada al control de cambios y la fortalecida presencia del mercado negro, cada vez más diverso y visible en cualquier espacio, han sido detonados por un esquema insostenible por definición. El control de cambios ha resultado en pérdidas fantasmales de miles de millones de dólares. Y peor aun, funcionarios del Estado aceptan desconocer el destino de más de U$D 25 mil millones extraviados, según el Ex ministro de Planificación y Finanzas Jorge Giordani.

Los experimentos empresariales del Estado, en su impertinente arremetida contra la propiedad privada y la libre iniciativa, se han ido a la quiebra, y el tiempo y los recursos perdidos son irrecuperables. La confianza de los inversionistas ante políticas tan agresivas y perjudiciales, puede que tampoco se recupere, al menos mientras esté vigente el modelo socialista.

La materia prima de esta burbuja socialista son los dólares (control de cambio), y como tal, la fluidez de los mismos alimentará la capacidad del gobierno para sostener el volumen de importaciones, y marcará su longevidad. ¿Acabara el espejismo, cuando se agoten los dólares?. La particularidad del caso Venezolano, muestra un Estado gigantesco, que golpea, fulmina y extingue las acciones privadas en la economía, y que azota a los pocos quedan vivos, compitiendo en condiciones desleales, con su manejo absoluto de las divisas, las instituciones parcializadas y el monopolio de la ley y la fuerza. Por ello, debido a que solo los dólares pueden mantener en pie el crecimiento de esta burbuja socialista, una vez agotado el modelo importador y con una industria nacional altamente debilitada, incapaz de responder y cubrir las necesidades del mercado, el modelo del espejismo socialista fracasará. Cuando ello suceda, será oportuno y vital abordar medidas que conduzcan a una salida de la crisis, o por el contrario la agudización de la misma será inevitable.

La aparición de las Capta Huellas y otros sistemas de regulación, racionamiento y control dejan en evidencia el delicado estado del aparato productivo del país y la imposibilidad del gobierno para ofrecer una solución adecuada, que vaya más allá del incremento de las restricciones. Éste intento, tal como los anteriores, está condenado al fracaso, no por mero empeño crítico, sino porque, al no ser una solución verdadera, solo complica más la crisis.

Las políticas deben estar orientadas a recuperar la confianza de los inversores y el ciudadano común, promover el respeto a la propiedad privada, y garantizar una perspectiva de estabilidad a todo aquel que desee hacer negocio o invertir en Venezuela. Deben desregularizar el mercado cambiario, a fin de reducir la interferencia gubernamental sobre los interesados en hacer negocios en el país y aumentar el flujo de capitales. Y deben reforzar la producción nacional, dejando el espacio correspondiente para el desarrollo y la competitividad.

No es tarea difícil rescatar la maltratada economía venezolana, solo es cuestión de sensatez, voluntad y buen criterio. Sin revanchismo social, pero sí, con una enorme intención de empoderar a la gente, crear ciudadanos libres, menos dependientes y más capaces de emprender con esfuerzo, trabajo y nuevas ideas, y capaces de prosperar en libertad.

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