Los costes del salario mínimo que no se ven

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Un artículo reciente de Pat Garofalo en US News and World Report citaba a escritor de Associated Press, Christopher Rugaber, que dice que en “Los estados de EEUU que han aumentado su [salario] mínimo al principio del año, la cifra de empleos creció una media del 0,85% de enero a junio. La media para los demás 37 estados fue del 0,61%”. Sin embargo esto parece ser otro ejemplo de la falacia de la ventana rota, refutada por Frédéric Bastiat en su famoso ensayo “Lo que se ve y lo que no se ve”. En la introducción, Bastiat dice que

En la economía, un acto, una costumbre, una institución, una ley, daan lugar no solo a un efecto, sino a una serie de efectos. De estos efectos, solo el primero es inmediato: se manifiesta simultáneamente con su causa (se ve). Los otros que se desarrollan en sucesión, no se ven: sería bueno que se vieran. Entre un economista bueno y otro malo, esta constituye toda la diferencia: que no tiene en cuenta el efecto visible y el otro tiene en cuenta ambos efectos, los que se ven y aquellos que es necesario prever.

Aumentando los salarios, la gente puede ver que los que ganan el salario mínimo en sus estados hacen más dinero. Este es el factor que se ve. Lo que no se ve es el número de empleos destruidos o los ciudadanos que podrían haber conseguido empleos si no se hubiera subido nunca el salario mínimo en esos estados.

Pero ni siquiera las estadísticas públicas añaden ni de cerca tanto apoyo a lo que deduce el grupo a favor del salario mínimo. Por ejemplo, Florida fue uno de los trece estados que aumentó su salario mínimo a 7,93$ la hora el 1 de enero de 2014. Viendo los datos de empleo y desempleo mensual ajustados a la estación para Florida, comparando de enero a mayo de 2014, encontramos que la tasa de desempleo en realidad aumentó del 6,1% al 6,3%, respectivamente. La tasa de desempleo de Florida podría ser varias veces mayor si no fuera por el hecho de que solo aquellos que siguen buscando empleo activamente se consideran a emplear y no se incluye a quienes están subempleados o han renunciado a buscar un trabajo. Además, estos datos muestran claramente que la tasa de desempleo de Florida estaba disminuyendo en Florida antes de que se aumentara el salario mínimo, desde el 7,4% en julio de 2013 al 5,9% en diciembre de 2013, antes de aumentar al 6,3% tras la introducción del nuevo salario mínimo en enero. Es peligroso llegar a conclusiones genéricas a partir de una sola estadística como esta, pero está claro que difícilmente podemos concluir, como ha hecho Garofalo, que los aumentos en el salario mínimo “tienen poco o ningún efecto en el empleo”.

Otra debilidad en las afirmaciones de que los salarios mínimos aumentar el bienestar de los trabajadores, es que no se dice qué tipo de trabajos se están creando. Por ejemplo, un aumento en el empleo público no crea riqueza adicional para la economía de un estado. De hecho, esos empleos son un rémora, porque tienen que pagarse con mayores impuestos en el sector productivo de la economía.

Se añade más incertidumbre si consideramos los efectos Cantillon, que nos dicen que en respuesta a la inflación de la oferta monetaria, los precios (incluyendo los precios de la mano de obra) no cambian uniformemente y a la misma velocidad, así que el efecto de aumentar el salario mínimo será distinto en cada uno de estos trece estados.

Por fin, s i aumentar los salarios mínimos sí aumenta el número de empleos en estos estados, ¿por qué sus gobernadores y parlamentos no aumentan el salario mínimo a 100$ o 1.000$ la hora? Plantear la pregunta es responderla ya que incluso estos políticos intervencionistas saben que nadie aparte de los funcionarios públicos debería seguir empleado bajo dicho sistema. Cualquier estudiante de primer año de economía sabe que, en igualdad de condiciones, al aumentar el precio de algo, la demanda de eso disminuye correspondientemente. Los salarios son el precio del trabajo. Al aumentar los salarios, los empresarios la demanda de trabajadores de los empresarios disminuiría. Aumentando el salario mínimo, los políticos de estos trece estados están condenando a muchos de sus ciudadanos al desempleo.

Quizá quien mejor lo expresó fue Murray Rothbard cuando argumentaba que el salario mínimo “es desempleo obligatorio, punto (…) la ley de salario mínimo no crea ningún empleo, solo los prohíbe y los empleos prohibidos son el resultado inevitable”.


Publicado el 4 de septiembre de 2014. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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