¿Es Maléfica una fábula anarquista?

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La historia de La bella durmiente siempre me ha parecido una fábula libertaria. El argumento central demuestra la impotencia del gobierno: Aurora es maldecida para pinchar su dedo en una rueca y su real padre emite un decreto por el que deben quemarse todas las ruecas. Pero todo lo que hace la acción del rey es dejar sin trabajo a algunas pobres hilanderas. Aurora sigue pinchándose su dedo y cae en un sueño encantado. El fracaso del gobierno para alcanzar sus fines y las consecuencias no pretendidas que derivan de sus acciones insensatas tienen paralelismos hoy en todo, desde el estímulo keynesiano al control de las armas de fuego.

Maléfica, la revisión de este año de La bella durmiente, magnifica estos temas. Pinta un retrato de cruel gobierno y alegre anarquía, en el que el gobierno es responsable de los males del mundo.

Anarquía y gobernanza

“Dos reinos. Un reino tiene un rey. El otro no tiene ni rey ni reina, sino que unos confían en otros”. Con estas palabras, la narradora (Aurora) empieza a desarrollar un tema en Maléfica. El primer reino es de humanos: belicistas llenos de “avaricia” y “envidia” y gobernados por reyes crueles. El segundo reino, un reino de hadas sin gobernantes, es superior en todos los aspectos. Las hadas vuelan por el bosque, riendo y jugando. Hay mínimos conflictos y peleas. Todos son felices y (gracias a las alas que les permiten ir donde quieran) todos son libres tanto política como físicamente.

El reino de las hadas es maravilloso, aunque no tiene gobernantes. Por supuesto, se podría argumentar que las hadas viven sus vidas idílicas a pesar de esto, no debido a esto. Pero la película sugiere otra cosa. Cuando el hada Maléfica se convierte en malvada, su primera acción es hacerse un trono y sentarse como reina sobre el pueblo de las hadas. En el momento en que se corona, el reino se vuelve negro. La alegría y la risa prácticamente desaparecen. Hasta el día en que Maléfica se quita su corona (restaurando la anarquía) el reino no vuelve a su estado idílico de alegría y benevolencias entre todas las criaturas.

Para las hadas, una sociedad feliz significa una sociedad sin reina.

Los humanos por el contrario

El gobierno humano, por el contrario, es un caso de estudio sobre cómo corrompe el poder. Estéfano, el una vez noble amante de Maléfica, quiere gobernar desde niño. ¿Pero qué le hace falta para convertirse en rey? No es un acto noble de altruismo. Por el contrario, el coste del reinado es para él ganarse la confianza de Maléfica y luego traicionar a su amante. Para ganar el poder debe cortar sus alas (robando esta símbolo clásico de su libertad). El gobierno no puede coexistir sin libertad, como descubre Estéfano: para conseguir el poder, debe quitar la libertad de otros.

Durante la mayor parte de la historia, se nos recuerda que un hombre bueno no puede ser rey. En rey Enrique, el predecesor de Estéfano, inicia una guerra ofensiva contra las pacíficas hadas. Estéfano traiciona a la mujer que ama para garantizar su acceso al poder. Cuando Maléfica se convirte en reina, su primera acción es maldecir a la inocente hija de Estéfano, Aurora. En el mundo de Maléfica, los gobernantes políticos son el origen de todo el mal en el mundo. Ciudadanos inocentes, ya sean hadas o humanos, raramente hacen el mal a sí mismos o a otros. En su mayoría, los gobiernos infligen daños.

El gobierno magnifica lo malo; la anarquía lo corrige

¿Pero qué pasa cuando la gente se hace daño? En Maléfica, existe un claro contraste en cómo reaccionan estas sociedades a las violaciones de derechos. De niño, Estéfano roba a las hadas. ¿Su castigo? No se le mata, no se le multa, no se le envía a la cárcel- Simplemente se le obliga a devolver lo robado a Maléfica, que lo devuelve a las hadas de quienes se tomó.

Las hadas en Maléfica responden a un daño como el robo, no con otro daño (Matando al niño ladrón, mandándolo a prisión) sino corrigiendo la situación. Por el contrario, los gobiernos en Maléfica simplemente magnifican el delito.

Estéfano corta las alas de Maléfica, lo que es sin duda un acto de agresión. Pero Maléfica responde maldiciendo a Aurora, un bebé inocente, respondiendo así al delito de Estéfeno con uno propio. Significativamente, no hace esto hasta que se convierte en reina. La ciudadana Maléfica podría haberse conformado con buscar justicia contra Estéfano. La reina Maléfica, por el contrario, elige perpetuar el ciclo de agresión contra inocentes.

¿Un final estatista?

Maléfica acaba con la hadas vitoreando cuando se pone una corona en la cabeza de Aurora, haciéndola reina. Superficialmente, parece invalidar la idea de que la anarquía es buena y los gobernantes son malos. Pero profundicemos más.

¿Qué hace Aurora por su pueblo? Nada. Ya eran felices y prósperos antes de que se convirtiera en reina, habiendo vuelto a su estado idílico cuando Maléfica renunció a su corona. En el pasado siempre les fue bien sin un gobernante. Y aun así, la vitorean cuando toma su corona. En un momento, pasan de ser felizmente autosuficientes a adoradores. Vitorean a un gobernante, pero el resto de la película demuestra lo inútil que es para su felicidad dicho gobernante. El tratamiento de la película de su cambio de actitud se burla sutilmente (y quizá inintencionadamente) de los filósofos del gran gobierno, que afirman que la humanidad no puede sobrevivir sin gobernantes.

Semillas de libertad

El libertarismo apenas es lo que piensa la gente cuando piensa en “cultura popular”. Pero las películas y libros populares, de Los juegos del hambre a Divergente, están creando una nueva tendencia: están haciendo cuestionar el estado popular. Maléfica se apoya en esta nueva tradición, no solo criticando al estado, sino yendo más allás para mostrar en realidad los beneficios de vivir sin gobernantes. Quizá eso, y la popularidad del éxito de Maléfica, indique un cambio en los vientos políticos.


Publicado el 25 de septiembre de 2014. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.