Agua limpia, escasez y precios de mercado

0

La escasez es un aspecto importante de nuestra vida, ya que no afecta todos los días, aunque mucha gente pueda obviarla cuando disfruta en general de altos niveles de vida. Pero la escasez se hace evidente para la gente de altas rentas de vez en cuando, como por ejemplo, en septiembre, cuando la gente haga cola durante horas para tener en sus manos el iPhone 6. Ludwig von Mises explicaba bien la situación en La acción humana:

La oferta disponible de todo producto es limitada. Si no fuera escasa con respecto a la demanda del público, la cosa en cuestión no se consideraría un bien económico y no se pagaría ningún precio por ella.

De hecho, la escasez es una razón por la que la mayor parte de la gente trabaja, ya que sus recursos financieros son limitados y finitos y el trabajo le proporciona la renta necesaria para acumular recursos para intercambiar por los bienes y servicios e otro. Los consumidores demandan bienes escasos (viviendas, ropa, salir por la noche, viajes, material escolar) y la gente tiene que economizar sus decisiones basadas en la escasez.

En el caso de la escasez de agua, nos encontramos sin embargo que el desafía de la escasez de atiende de algunas formas muy peculiares.

Como ejemplos, podemos fijarnos en las lagunas del río Indian, el lago Okeechobee y los Everglades, donde abunda el agua, pero escasea el agua limpia. Además, podemos fijarnos en el oeste de Estados Unidos, donde un clima árido hace escaso todo tipo de agua.

Aun así, en todos estos lugares hay una cosa que abunda: agua embotellada limpia y potable.

¿Por qué podemos tener demasiada agua sucia en un lugar, demasiada poca en otro y estar rodeados por una abundancia de agua embotellada?

Murray Rothbard explica:

Lo primero que hay que decir acerca de esto es que, en el mercado libre, independientemente del rigor de la oferta, nunca hay ninguna “escasez”, es decir, no hay nunca ninguna situación en la que un comprador no puede encontrar suministros disponibles en el mercado. En el mercado libre, hay siempre suficiente oferta disponible para atender la demanda. El mecanismo de liquidación son las fluctuaciones en el precio. Si, por ejemplo, hay una plaga en los naranjos y disminuye la oferta de naranjas, hay por tanto una mayor escasez de naranjas y la escasez se “raciona” voluntariamente para el comprador por el aumento no coactivo en el precio, un aumento suficiente como para igualar oferta y demanda. Si, por el contrario, hay una mejora en la cosecha de naranjas, aumenta la oferta, las naranjas son relativamente escasas y su precio baja, se induce a los consumidores a comprar la oferta aumentada.

En el caso de las sequías, los monopolios públicos establecen precios arbitrariamente y esto manda a los consumidores precios distorsionados. Igual que las malas cosechas aumentan el precio de las naranjas, las sequías deberían aumentar el precio del agua. Las personas internalizan así sus decisiones para hacer un mejor uso de los recursos escasos: sus propias finanzas y el recurso agua. El gobierno distorsionando los precios impide que las personas actúen más eficientemente para conservar recursos escasos.

A las lagunas del río Indian y otras áreas del sur de Florida les afecta la falta de señales claras de precios para las personas. Al mismo tiempo, el agua embotellada es tan fácil de obtener que este pasado fin de semana en el Indian River Lagoon Clean Water Rally, se entregaba agua embotellada limpia gratuita durante un evento para protestar por la falta de agua limpia en el entorno.

Floy Lilley escribe:

El agua embotellada es el único producto del al agua que los estadounidenses han dado precio y comerciado con él habitualmente. Ahora pagamos encantados hasta cuatro veces el coste de la gasolina por agua potable que podríamos obtener gratuitamente de fuentes y grifos. Por supuesto, los economistas nos dirán factualmente que el agua embotellada no es el mismo bien. La botella cuadrada de Fiji es una declaración sexy y la ubicua botella de agua en la mano es una declaración de salud y comodidad. La valoración subjetiva determina el precio. Sí existe un mercado real en este producto del agua.

Los mercados para otros productos del agua, son, por otro lado, casi inexistentes. No pagamos habitualmente precios de mercado para la mayoría de otras formas de agua. Hasta hace poco, el agua se veía y trataba como un bien gratuito por todos los pueblos de la tierra. Como pasa con todos los bienes gratuitos, el agua experimenta una demanda ilimitada. Pero el agua no puede atender una demanda ilimitada. El agua necesita precios para señalar la escasez e informar a la demanda. Distintas categorías de agua requieren distintos precios para reflejar las distintas preferencias de los usuarios. Gratis ya no puede ser el precio del agua. La días gloriosos de prodigalidad de agua ilimitada en todas partes parecen haber terminado.

La falta de precios de mercado afecta a las lagunas del río Indian al estimular la contaminación. Al permitir a granjas e industrias inyectar residuos en el agua, las vías de agua se están usando esencialmente como vertederos gratuitos de basura. La tolerancia de contaminación por parte del gobierno estimula negligentemente más contaminación por parte de las empresas en lugar de que estas opten benevolentemente por pagar para que se disponga apropiadamente de los residuos. Las empresas que pagan más para que la basura se trate adecuadamente pueden no ser capaces de competir con los negocios que tratan de aprovechar que el gobierno permite el vertido de residuos en vías de agua sin prácticamente costes.

La falta de precios de mercado se produce en buena parte debido a la falta propiedad y órdenes del gobierno. Con propiedad “pública” burócratas y políticos a cargo de mantener recursos les falta interés de valor capital en los recursos. Solo se preocupan por el uso actual como nos enseñaba Hans Hoppe: “hace de la explotación menos calculadora y se lleva a cabo con poca o ninguna consideración por las existencias de capital. La explotación se convierte en miope y el consumo del capital se promoverá sistemáticamente”. Los cálculos a largo plazo del burócrata están distorsionados por esto.

Al ser reemplazada la propiedad por la administración y debido a la falta del mecanismo de pérdidas y ganancias, esto impide que los burócratas del agua tomen las decisiones más eficaces. No es por falta de atención, sino por incapacidad de realizar cálculo económico, como explicaba Mises en Burocracia:

La gestión  burocrática es la gestión de asuntos que no pueden controlarse por cálculo económico. (…)

El burócrata no es libre para buscar una mejora. Está obligado a obedecer normas y regulaciones establecidas por un ente superior. No tiene derecho a embarcarse en innovaciones si sus superiores no lo aprueban. Su tarea y su virtud es ser obediente. (…) Nadie puede ser al tiempo un burócrata correcto y un innovador.

Pero si las mismas vías de agua fueran de propiedad privada, sus dueños cobrarían por su uso. Los residuos no contaminantes podrían pagar menos que los dañinos contaminantes que afecten negativamente a la calidad del agua. La escasez de calidad del agua establecería precios para desanimar la contaminación e incentivar a las empresas a encontrar medios más limpios y eficaces de producción.

Además, la propiedad proporciona el incentivo del valor capital a largo plazo que estimula la conservación. Vemos esto donde los bosques se replantan para garantizar que el dueño del bosque tiene rentas en el futuro. Vemos esto en Adams Ranch, donde una manda de ganado no se sacrifica completa de una vez. Adams Ranch hace un trabajo especialmente bueno en conservar la hierba para alimentar y mantener su ganado, porque el territorio que tienen para criar ganado es limitado. Si desaparece la hierba, lo mismo pasa con el ganado.

En el caso de las lagunas, los propietarios de vías de agua podrían decidir no permitir contaminación. Decir, por el contrario, que barqueros, pescadores, bañistas, etc. son una fuente de ingresos preferible para décadas futuras.

Los precios ayudarían a los propietarios a calcular qué el uso del agua para el ocio y la conservación es más eficiente que hacer de ella un vertedero inutilizable. Los precios ayudarían a los consumidores a apreciar el uso de vías de agua limpia. En el río Kissimmee, Disney puede cobrar enormes precios de entrada para mantener un parque limpio y seguro con sus instalaciones correspondientes. En otras áreas no mantenidas, la gente echa basura al río, igual que en las cunetas. Fijaos en que, fuera del día de recogida de basuras, la gente no echa basura en su propia cuneta. Esto se debe a la tragedia de los comunes. Nadie tiene un incentivo para mantenerlo limpio, ya que nadie es su dueño.

Sin embargo, cuando no entendemos lo básico de la escasez y los precios, nos queda solo la opinión actual y dominante de que todos lo poseen y la acción para mantenerlo solo puede asumir comunitariamente. Vemos esta actitud en reciente posts en redes sociales (1, 2, 3) sobre las lagunas del río Indian, incluyendo: Miles de personas acuden a la limpieza de las lagunas y a conseguir concienciación y dinero. Evidentemente, una laguna limpia es valiosa para mucha gente, pero nunca sabremos cuánto de valiosa mientras el gobierno impida que los precios funcionen a favor de las lagunas.

En otras palabras, dejemos que la gente se preocupe de poner el dinero donde tiene la boca y permitir que el mercado incentive a la gente que esté más motivada para tener un interés a largo plazo en conservar el valor capital de las lagunas.

Solo el mercado puede ofrecer esto, pues no importa lo duro que traten los burócratas de imitar a las fuerzas del mercado. Lilley explico:

Y no, las economías dirigias no pueden jugar en el mercado. No hay tercera vía. Solo la propiedad privada y el estado de derecho pueden crear un mercado viable; las órdenes burocráticas solo pueden generar escaseces, costes mayores y peor calidad.


Publicado el 4 de septiembre de 2014. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.