Cómo el ahorro hace crecer la economía

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En la década de 1980, Irwin Schiff, activista contra los impuestos, prisionero político y padre del experto del libre mercado, Peter Schiff, escribió un maravilloso tebeo titulado How an Economy Grows and Why It Doesn’t, que enseña principio de economía a través de una historieta.

El tebeo empieza con tres isleños (Able, Baker y Charlie) que viven de la pesca, que capturan en el mar. No tienen herramientas que les ayuden, así que deben pescar con sus manos desnudas. El pescado, para los isleños, es un bien de consumo: algo que se usa para conseguir directamente sus objetivos (en este caso, el objetivo de evitar el hambre y no morir). Pero el pescado solo puede ser un bien de consumo cuando está dispuesto para su consumo. El pescado no hace ningún bien a los isleños mientras sigue nadando en el mar. Así que los isleños deben dedicarse a la producción. Deben producir el producto “pescado en un plato”, que es, para ser exactos, el verdadero bien de consumo, y no simplemente el “pescado” por sí mismo.

Para producir “pescado en un plato”, los isleños deben usar recursos productivos, o factores de producción. Un factor que deben usar los isleños es su propio trabajo. En este caso, su trabajo es la acción de pescar: utilizar sus ojos para ver el pez y su manos para atraparlo. Otro factor que deben usar es tierra o recursos naturales: en este caso, “pez en el mar”. “Trabajo de pesca” + “pez en el mar” = “Pescado en el plato”.

Usando solo sus manos desnudas, los isleños solo pueden producir un pescado al día, lo que es una productividad muy baja.

Como escribe Shiff, con una productividad tan baja, “Esto es supervivencia y nada más”. Es un estado de pobreza extrema. Los isleños tienen poco tiempo para el ocio o para producir algo que puedan querer disfrutar. También son extremadamente vulnerables. ¿Qué pasa si se ponen enfermos o se rompen una mano? Una mala semana de pesca podría significar morir de hambre. La vida con una productividad tan baja es una vida al borde del desastre.

Como una princesa de Disney, Able sueña con “algo más”. Está cansado de ser pobre y quiere mejorar algo su nivel de vida. Concibe la idea de que fabricar una red para usarla para atrapar peces más rápido (potenciar su productividad).

La red es un tercer tipo de factor: un bien de capital o factor producido de producción. Fabricar una red también requiere factores, incluyendo materiales naturales (tierra), como palos y lianas, y trabajo para fabricar la red. Construir la red tomaría un día entero.

Eso sería todo un día en que Able no pescaría. Su trabajo es escaso; no puede dedicarse al tiempo a pescar y fabricar la red y por tanto debe economizarse: dedicarlo a una cosa y no a la otra.

Y si Able no pesca, pasa hambre ese día. Fabricar la red requeriría un sacrificio: retrasar el consumo.

Able debe decidir entre dos medios distintos de producción. ¿Sigue pescando con las manos o pasa a pescar con red? Debe considerar los pros y contras de cada uno.

El pro de pescar con las manos es que tiene un periodo de producción corto. Able empieza la producción y luego consigue comer más tarde ese mismo día. La contra es su baja productividad y el consiguiente estado crónico de pobreza de Able.

El pro de pescar con red es su mayor productividad, que es de dos pescados por día según el tebeo, pero para fines ilustrativos, cambiemos la productividad de la pesca con red a tres peces por día. La contra de la pesca con red es que tiene al principio un periodo más largo de producción. Hace falta un día para fabricar la red y luego otro para usarla. Así que Able empezaría la producción y solo conseguiría comer dos días después.

Able está en una encrucijada. Puede quedarse atrapado en el primitivismo o salir de él. Salir de primitivismo económico se considera a menudo simplemente un asunto de tecnología. Sin embargo, tener simplemente la idea y el conocimiento para construir una red, no es un beneficio inmediato y sin coste para Able. No tendría coste si fuera simplemente cuestión e optar entre “1 pescado hoy” y “3 pescados hoy”. Por supuesto, más es automáticamente mejor que menos, en igualdad de condiciones. Pero otras cosas no son iguales: una diferencia respecto del tiempo es aquí una consideración esencial. No es simplemente más frente a menos: es “más y después” frente a “menos y antes”.

Así que la decisión de Able sobre adoptar la tecnología de “pesca de red” implica una compensación: un “intercambio” que se libra en su mente. ¿Renunciará al rendimiento “menos y antes” que tiene la pesca a mano por el rendimiento más y después” de la pesca con red?

La respuesta es que eso depende de la preferencia temporal personal de Able, o prima que atribuya a la inmediatez con la que logra sus fines: la importancia del “pronto”. Cuanto más baja sea la preferencia temporal de alguien, más dispuesto estará a retrasar el consumo. Y cuanto más alta, menos.

Por ejemplo, como indica posteriormente el tebeo, las preferencias temporales de Baker y Charlie son demasiado altas como para que fabriquen la red. Renunciar a comer hoy es un sacrificio demasiado grande para ellos, aunque signifique poder comer el triple mañana. Si la pesca con red fuera más productiva, podría haber endulzado lo bastante el negocio; es decir, si la red produjera en quíntuple, podrían haber estado dispuesto a esperar. Sus preferencias temporales no son infinitamente altas. Pero no son lo bastante bajas como para embarcarse en este proyecto concreto de capital.

Pero la preferencia temporal de Able es suficientemente baja, así que está dispuesto a retrasar el consumo, producir el bien de capital y aumentar su productividad.

Además, el día después de su primera captura con ayuda de la red, tiene pescado extra suficiente para no tener que pescar en absoluto en todo el día, porque puede subsistir con lo que ya ha capturado. Por el contrario, puede dedicar el día a crear todavía más bienes de capital para aumentar aún más la producción. Por ejemplo, fabrica un rastrillo para cultivar zanahorias. Y puede usar el rendimiento adicional del cultivo de zanahorias para apoyar una acumulación de capital aún mayor. Al hacerse cada vez más productivo, también puede permitirse dedicar más recursos al ocio y la comodidad.

Así, la baja preferencia temporal de Able le pone en camino hacia una espiral ascendente: un “ciclo de crecimiento” virtuoso”. Ahorrar (retrasar el consumo) respalda más bienes de capital, lo que potencia la productividad, lo que crea más para ahorrar y vuelta a empezar.

Con cada vuelta a este circuito, se hace más rico, ya que aumentan tanto sus existencias de capital como su nivel de vida. Y con cada vuelta, se aleja cada vez más del desastre y se acerca a una mayor seguridad y tranquilidad. Una mala semana de producción se convierte en un simple bache y no en una catástrofe. Por cierto, que el ciclo de crecimiento también es la forma en que aumentan los niveles de vida en una economía compleja de mercado.

Pero entonces otros en la isla empiezan a tener sus propias ideas acerca de lo que debería hacer Able con sus recursos ahora abundantes. Un hombre dice: “Repártelos”. Es un ejemplo del comportamiento igualitario basado en la envidia que ha afligido a los pueblos a lo largo de la historia y la prehistoria, manteniéndoles pobres y primitivos. Como escribió Murray Rothbard:

De hecho, la comunidad primitiva, lejos de ser feliz, armoniosa e idílica, es mucho más probable que se vea llena de sospechas mutuas y envidia a los que tienen más éxito o se ven más favorecidos, una envidia tan omnipresente como para obstaculizar, por el miedo a su presencia, todo desarrollo económico personal o general. El sociólogo alemán Helmut Schoeck, en su importante obra reciente sobre La envidia y la sociedad, cita numerosos estudios de este omnipresente efecto obstaculizador. Así, el antropólogo Clyde Kluckhohn encontró entre los navajos la ausencia de cualquier idea de “éxito personal” o “logro personal” y dicho éxito se atribuía automáticamente a su explotación de otros y, por tanto, los indios navajos más prósperos se encontraban bajo una constante presión social para entregar su dinero. Allan Holmberg descubrió que los indios sirionós de Bolivia comen solos por la noche porque, si comen por el día, una masa se arremolina en su entorno mirándoles con un odio envidioso.

Si cada vez que alguien ahorra más se ve obligado a entregar su “exceso de riqueza”, eso solo puede desanimar el ahorro. Y eliminar los ahorros elimina a la gente del ciclo de crecimiento. Y también la pone en el ciclo de empobrecimiento. Porque los bajos ahorros pueden llevar al consumo de capital. “Consumir capital” no significa “comerse la red”. Significa que la red acaba desgastándose con el uso y mantenerla requiere desviar recursos que pueden consumirse del consumo a la reparación o reemplazo. Sin ahorro suficiente, los bienes de capital entran en un estado de falta de mantenimiento. La red se acaba rompiendo y los peces empiezan a nadar atravesándola, momento en que el pescador debe recurrir de nuevo a la pesca a mano de baja productividad y se encuentra de nuevo al borde del desastre.

Otro isleño agita un garrote ante Able y sugiere: “¿Qué tal esto?”, amenazando con robar los ahorros de Able. Ese bandolerismo también ha mantenido pobres a pueblos enteros a lo largo de la historia y la prehistoria. Los constantes ataques de hordas vagabundas también desanimarán el ahorro y romperán el ciclo de crecimiento. A veces los ladrones se establecen y, mediante propaganda, se transforman en un “estado” y sus robos en “impuestos”. Lo que es especialmente devastador para el ciclo de crecimiento es el tipo de saqueo del estado llamado “reclutamiento”. En tiempos antiguos, cuando una persona conseguía acumular suficiente riqueza, se convierte a menudo en una tienda tentadora para el saqueo y así el estado encontraría alguna excusa para encarcelarlo o ejecutarlo para facilitar su expropiación completa. Esto explica la ira del “tesoro enterrado” en los tiempos y lugares en los que los príncipes eran especialmente avaros. Por supuesto, las democracias modernas también roban, a menudo bajo la excusa del igualitarismo y mediante “impuestos progresivos”. Cuanto más ahorres, más te gravarán. Esto es especialmente perjudicial para el ciclo de crecimiento.

Luego un pajarito pregunta si la afición de Able por la acumulación es “avariciosa” y mala. “¿Mala para quién?” responde un búho sabio. Solo hay un número de pescados que pueda comer Able y solo un número de usos para sus redes. Para maximizar el beneficio de su tremenda productividad, debe ofrecer sus productos a otros en la comunidad a cambio de bienes y servicios. Y mediante intercambios, como inversiones, préstamos y salarios, los no ahorradores pueden conseguir acceder a bienes de capital que en caso contrario estarían fuera de su alcance. Por ejemplo, Able alquila sus redes y préstamos pagando pescado como interés. Esto permite a isleños con preferencia temporal superior, como Baker y Charlie, aumentar su productividad y niveles de vida. Y como en todos los intercambios, por definición, ambas partes voluntarias prevén beneficiarse, cuanto más intercambios haga el ahorrador, más beneficia a la gente.

Ahorros y capital benefician a todos, no solo al ahorrador y acumulador de capital. El ciclo de crecimiento levanta a toda la comunidad. Y por tanto cuando el igualitarismo y el saqueo desaniman el ahorro, mantienen abajo a toda la comunidad, dañando no solo a los ahorradores, sino a todos los que podrían haber intercambiado con los ahorradores.

No hay nada “sospechoso” respecto de ahorros, acumulación de capital, productividad y riqueza adquirida pacíficamente. Pero, parafraseando un viejo dicho, el pescado y las visitas inesperadas empiezan a oler muy rápido.

Como escribió Ludwig von Mises:

Cada actuación individual en esta incesante búsqueda de producción de riqueza se basa en el ahorro y el trabajo preparatorio de generaciones anteriores. Somos los afortunados herederos de nuestros padres y antepasados, cuyos ahorros han acumulado los bienes de capital con la ayuda de los cuales trabajamos hoy. Nosotros, los hijos de la era de la electricidad, seguimos obteniendo ventajas del ahorro original de los pescadores primitivos, que, al fabricar las primeras redes y canoas, dedicaron una parte de su tiempo de trabajo a la provisión para un futuro remoto. Si los hijos de estos pescadores legendarios hubieran agotado estos productos intermedios (redes y canoas) sin reemplazarlos por otros nuevos, habrían consumido el capital y el proceso de ahorro y acumulación de capital tendría que haber empezado de nuevo. Estamos mejor que generaciones anteriores porque estamos equipados con los bienes de capital que han acumulado para nosotros.


Publicado el 10  de octubre de 2014. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.