Cómo los pagos de terceros aumentan los costes médicos

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Estos días, mucha gente está preocupada por el aumento en los costes de la atención sanitaria. En Holanda, este fue uno de los factores más importantes para presentar una póliza de seguro básica colectivista y obligatoria en 2006. Solo unos pocos años después, en Estados Unidos, el gobierno federal implantó un plan similar. Al menos ese era el plan original. El plan, que los estadounidenses conocen como “Obamacare”, causó un clamor, tanto política como económicamente, sobre los costes crecientes y, sea como sea, la gente está de acuerdo en que algo va muy mal en los mercados de la atención sanitaria, y especialmente que debe hacerse algo para bajar los precios.

Uno de los problemas con los costes y precios de la atención sanitaria es que no son en absoluto transparentes. En otras palabras, si vamos a un doctor, no podemos ver los costes totales del tratamiento que recibimos o los precios totales cobrados a la aseguradora. A menudo pagamos un poco al principio, pero la aseguradora paga el resto. Entretanto, una investigación reciente del Center for Impoving Health Care in Colorado (CIVHC) ha demostrado que hay precios enormemente diferentes para los mismos tratamiento simples en hospitales distintos. Por ejemplo, el procedimiento simple de una colonoscopia puede variar de precio entre 400$ y 2.800$, dependiendo de dónde se realice. (Diferencias similares en precios pueden observarse también en Holanda).

Cuando compramos la mayoría de los bienes y servicios, como comida en un restaurante, un coche nuevo o unas vacaciones, somos capaces de buscar en línea y por otros medios reseñas de consumidores y precios. Es una forma en que podemos realizar nuestra propia investigación para determinar qué coste merece la pena. En lo que se refiere a los tratamientos médicos, sin embargo, generalmente no es posible descubrir cuánto cuesta realmente un tratamiento y el consumidor queda sin información valiosa de qué tratamientos son más eficaces en costes.

Si hubiera más transparencia, dice el CIVHC, habría más espacio para proveedores de servicios médicos que compitan en precios y eficacia. Es decir, los costes se rebajarían como consecuencia de la competencia entre proveedores de servicios. En el actual sistema en el que los pacientes están lejos de un sistema de precios, los proveedores de servicios médicos actúan en sentido contrario. Tratan de ocultar los precios reales de los tratamientos y el coste para el proveedor. Puede así crearse una gran diferencia entre lo que cuesta un servicio al proveedor y el precio que este acaba cobrando: una simple inyección que costaría al proveedor solo unos siete dólares, por ejemplo, podría costar al paciente y a la aseguradora entre 150$ y 350$.

Esta diferencia se relaciona con el llamado “problema del tercero pagador”. Por ejemplo, la mayoría de los holandeses no pagan directamente sus servicios médicos. Son las aseguradoras (hoy en día una delicada combinación de los sectores público y privado) las que están pagando los costes reales. Las aseguradoras son el “tercero”. Pagan por ti, así que no pagas a la persona que te hace un nuevo vendaje, te opera o te da una nueva medicina. Esto genera una situación en la que, para los consumidores, es imposible averiguar cuál sería un “precio de mercado” del servicio o comparar ese servicio con distintos proveedores de ese mismo servicio.

Como consecuencia, el paciente cree que está pagando muy poco y, sobre todo, cree que la aseguradora ‘va a ocuparse de esto por mí’. Es una combinación de factores que garantizan que los consumidores no son capaces de establecer un conocimiento de cuáles son los precios reales de los distintos servicios. El precio anunciado de las aseguradoras no refleja nada que se acerque al precio o coste real de los servicios de que se compran a estas.

Debido a que las aseguradoras están (en parte) obligadas a pagar por cualquier gasto de sus clientes y a la incapacidad de los clientes para establecer cuáles son los precios reales de los servicios proporcionados (algo disponible en un mercado libre real), los precios pueden aumentar muy por encima de lo que resultaría en un mercado libre con señales de precios en funcionamiento. Como los gobiernos, mediante impuestos, pagan por la mayor parte de estos planes de seguro sanitario, nosotros, como consumidores, no somos conscientes de los costes totales de estos servicios médicos. Esta falta de concienciación a su vez contribuye a la posibilidad de aumentar precios para servicios médicos.

En un artículo anterior, expliqué cómo los servicios médicos no difieren fundamentalmente de otros bienes y servicios. Esto significa que en un mercado libre real sería perfectamente posible ofrecer servicios médicos asequibles de la misma manera en que estás acostumbrado antes de comprar tu portátil, la lámpara de la mesilla o la lecha en la nevera.

Los éxitos del mercado libre que vemos a nuestro alrededor están al alcance de cualquiera mientras haya competencia real y no una compra obligatoria legal de un servicio, cuya oferta se comparte entre unas pocas granes empresas. Toda empresa que se atreva a pedir 165$ por una simple venda, en el mercado libre real, estaría fuera del negocio muy rápidamente. Sobre todo, es en el gobierno donde se origina este ‘problema del tercero pagador’. Ha reprimido las formas en que era posible la competencia o incluso eliminado estas oportunidades. Por eso los precios son altos y la calidad es baja. Sin embargo, podemos tener un suministro de servicios médicos que funcione bien en un mercado libre, basta con que el gobierno lo permita.


Publicado el 22 de septiembre de 2014. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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