El fin de la QE no es el fin de una mala política

0

Recientemente la prensa y los medios financieros se han enardecido al acercarse más la Reserva Federal al fin anticipado sus compras masivas de valores respaldados por bonos e hipotecas conocido como flexibilización cuantitativa [QE, por sus siglas en inglés]. James Bullard, presidente del Banco de Reserva Federal de St. Louis, agitó la polémica la pasada semana cuando sugirió que la Fed debería considerar continuar el programa de compra de bonos después de octubre. Pero en la reunión del 29 de octubre, los directivos hicieron lo previsto y “acordaron acabar con su programa de compra de activos”, Sin embargo, un miembro con voto estuvo de acuerdo con Mr. Bullard. Según la nota oficial de prensa, “Votó en contra de la acción Narayana Kocherlakota, que creía que, a la vista de la continua lentitud en las perspectivas de inflación y el reciente deslizamiento en las medidas basadas en el mercado de expectativas de inflación a largo plazo, el Comité debería comprometerse con mantener el actual rango objetivo para el tipo de los fondos federales al menos hasta que la inflación prevista para dentro de uno-dos años haya vuelto al 2% y debería continuar el programa de compra de activos a su nivel actual” (cursivas añadidas).

La acción de ayer completa la fase de salida, que empezó en enero de 2014, de la polémica qe3, bajo el liderazgo de Ben Bernanke, y continuó sin cesar bajo Janet Yellen.

“No es el fin de la flexibilización monetaria”

Aunque el titular en el Wall Street Journal destacaba la acción como el cierre de un “capítulo sobre dinero fácil”, un vistazo más detallado ilustra que quizá no sea el caso. El Journal, en la página editorial del mismo día, ofrecer una perspectiva mejor, apoyada por los datos y la retórica en la nota de prensa. Muy en perjuicio de una futura prosperidad económica, “El fin de la compra de bonos de la Fed no es el fin de la flexibilización monetaria”.

Aunque la flexibilización cuantitativa ha contribuido a la expansión masiva del balance de la Fed (ahora con un activo de casi 4,5 billones de dólares), no es toda la historia. Incluso aunque la Fed acabe de comprar nuevos activos de activos favorecidos, el balance de la Fed no disminuirá. Como apuntaba el Wall Street Journal, “La QE no se ha acabado y la Fed seguirá reinvirtiendo los pagos de principal de sus valores vencidos”. Más importante áun es que durante la fase de salida hubo una continua expansión de las tres mediciones generales de la actividad de la Fed: Reservas ajustada de la Fed de St. Louis (Gráfico 1), la base monetaria (Gráfico 2) y el programa de activos totales, eliminaciones y consolidación de los bancos de la Reserva Federal (Gráfico 3). (Todos los datos vienen de las series de datos económicos de la FRED. Los cálculos son míos).

Gráfico 1: Reservas ajustadas de la Fed de St. Louis

Gráfico 2: La base monetaria

Gráfico 3: Programa de activos totales, eliminaciones y consolidación – Bancos de la Reserva Federal

El balance de la Fed continúa expandiéndose

A pesar de algunos altibajos, las reservas ajustadas aumentaron un 15,8% desde enero de 2014 hasta septiembre de 2014, la base monetaria en un 8,6% y lo activos consolidados un 10,7%. Dado que las compras de la QE fueron de 85.000 millones de dólares en su momento máximo, esta expansión continua del balance de la Fed y otros agregados monetarios relevantes, la fase de salida y el fin de la flexibilización cuantitativa no representa un cambio de postura política, sino solo un cambio en las herramientas. La distorsión monetaria ha continuado sin cambios. El único añadido en el cambio es que más herramientas tradicionales de manipulación monetaria crean solo las distorsiones tradicionales del mercado: efectos Cantillon, precios relativos falsos, especialmente en tipos de interés, y la correspondiente mala dirección de la producción y las malas inversiones. Ha desaparecido temporalmente la más peligrosa política mondustrial en la que los banqueros centrales distorsionan aún más la asignación del crédito eligiendo ganadores y perdedores.

Como ilustra la forma de hablar de la Fed en la nota de prensa, la política post-Q3 en adelante, a pesar del optimismo de John Taylor de que no sería así, continuó inclinándose en contra de un retorno a una política basada en reglas, más equilibrada y potencialmente menos contraproducente. Por el contrario, dirigida por el insensato mandato dual de la Fed y la fuerte creencia de la Fed en el keynesianismo de Tobin, la política continuará “impulsando el máximo empleo”. Esto a pesar de los sólidos argumentos teóricos (la teoría austriaca del ciclo económico y la más ortodoxa hipótesis del tipo natural del empleo)[1] y buenas evidencias empíricas que  cualquier política monetaria con impacto positivo a corto plazo pueda tener en el empleo y la producción son temporales y a largo plazo, como dice Hayek, causan mayor inestabilidad y potencialmente incluso un mayor desempleo.

El legado duradero de la QE

Como apuntaba David Howden en “QE’s Seeds Are Already Sown”, y destacaba Hayek (en Unemployment and Monetary Policy: Government as Generator of the “Business Cycle”) y formalizaba recientemente Ravier (en “Rethinking Capital-Based Macroeconomics”), las semillas del dinero fácil y la creación de crédito, incluso cuando se siembran durante tiempos de capacidad no empleada, proporcionan los brotes de la inestabilidad, las malas inversiones, el declive y el desplazamiento económico. No proporcionan el prometido retorno a la prosperidad, el crecimiento sostenible y el alto desempleo.

Como la fase de salida es solo aparente y no un cambio real de dirección política, la advertencia de Joe Salerno (“A Reformulation of Austrian Business Cycle Theory in Light of the Financial Crisis”, p. 41) sigue siendo relevante:

Dadas las intervenciones monetarias son precedentes de la Fed y los enormes déficits generados por la administración Obama, la TACE también explica la naturaleza precaria de la recuperación actual y la creciente probabilidad de que la economía de EEUU se dirija hacia una estanflación similar a la de la década de 1970.

Aunque es muy improbable, todavía hay tiempo para hacer lo correcto, seguir el consejo político de Rothbard y los austriacos, como argumenté antes con más detalle aquí y aquí. A pesar de algunos costes a corto plazo, que serían probablemente pequeños comparados con el coste de una década de estancamiento, esa política es la única vía viable para devolver la economía a una prosperidad sostenible.


[1] Para un análisis austriaco del modelo del tipo natural del desempleo, ver Ravier “Dynamic Monetary Theory and the Phillips Curve with a Positive Slope”.


Publicado el 6 de noviembre de 2014. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

Print Friendly, PDF & Email