La falacia neoclásica del gobierno como Deus ex Machina

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Los economistas austriacos hace mucho que son críticos con los modelos estáticos e irreales de la economía neoclásica y, por el contrario, siguen una aproximación dinámica y causal-realista. Igualmente, el papel del gobierno, que recibe un serio análisis de los austriacos, se toma como algo dado en la mayoría de los modelos y libros de texto neoclásicos, utilizados hoy en casi todos los cursos económicos universitarios.

Dejando aparte la crítica austriaca de los modelos neoclásicos, un análisis del papel y las características del gobierno (dentro del marco neoclásico) demostrará que esta institución recuerda más al modelo visto como menos eficiente en términos de producción y asignación de recursos escasos.

El gobierno no es un deus ex machina. La pregunta de donde encaja el gobierno en el marco neoclásico requiere una respuesta. No puede simplemente asumirse que cualquier “ineficiencia” del mercado (en sentido neoclásico) pueda limitarse o eliminarse por parte del gobierno, cuando puede decirse que el propio gobierno es la más ineficiente de todas las instituciones.

En la visión neoclásica, hay cuatro modelos de mercado que pueden existir en una sociedad, todos los cuales se describen con diversos grados de costes y beneficios. Basándose en este análisis, los modelos podrían clasificarse en lo eficientemente que se producen y asignan los bienes. El papel del gobierno en esos modelos normalmente se considera dado, es una institución existente introducida con muchas (falsas) suposiciones, no examinada y excluida del análisis económico.

En este artículo (a) revisaré brevemente los modelos neoclásicos y (b) los aplicaré al gobierno de EEU para (c) analizar qué modelo (competencia perfecta, competencia monopolística, oligopolio o monopolio puro) se corresponde mejor con las características del gobierno federal de Estados Unidos.

Los modelos neoclásicos pueden analizarse mirando principalmente las siguientes características de cada modelo: número de empresas, control sobre el precio y facilidad de entrada.

Los cuatro modelos

  1. En el modelo neoclásico de competencia perfecta, hay un número relativamente grande de empresas ofreciendo un producto o servicio estandarizado sin ningún control sobre el precio. Las empresas son “aceptantes de precios” y afrontan una curva horizontal de demanda, de lo que se deduce que el precio equivale al ingreso marginal. Debido a la extrema cantidad de competencia, la explicación es que si una única empresa aumenta su precio, los consumidores (que poseen una información perfecta y no tienen costes de cambio o transacción) se dirigirán a uno de sus muchos competidores. La empresa que aumente sus precios se quedará sin clientes y, por tanto, sin ingresos. Es muy fácil entrar (y salir) del negocio y no hay competencia  aparte del precio, es decir, por publicidad o diferenciación del producto. Las empresas ganan un “beneficio normal”, quedando en paz, allí donde el ingreso marginal (y el precio) equivalgan al coste marginal y el ingreso total equivalga al coste total. Este mundo imaginario podría calificarse como “ideal” debido a su eficiencia productiva y asignativa.
  2. En la competencia monopolística, también hay muchas empresas, pero con productos diferenciados (mediante publicidad, ubicación, servicio, marca, etc.). Las empresas poseen algún control sobre el precio, pero, al contrario que en la competencia perfecta, sí afrontan una curva de demanda decreciente. Es relativamente fácil a nuevas empresas entrar y competir en este modelo. Normalmente se “permite” que existan ineficiencias porque, aunque el modelo no sea eficiente, los consumidores se benefician de la diferenciación de productos y de tender dónde elegir.
  3. En el modelo del oligopolio hay solo una pocas grandes empresas ofreciendo productos estandarizados o diferenciados. Estas empresas están limitadas por la interdependencia mutua que puede llevar a comportamiento colusivo, aunque sea ilegal. La colusión de empresas puede llevar a un monopolio de hecho, cobrando así un precio de monopolio y una producción de monopolio. En otras palabras, este modelo, como el monopolio, infraproduce y pone sobreprecios respecto de la competencia pura. También es difícil entrar y competir en un sector oligopolístico.
  4. El último modelo, el monopolio puro, se produce cuando existe una empresas y esta vende un producto único, sin sustitutivos cercanos. La empresa es el sector, debido a su propiedad de recursos, patentes o economías de escala. La empresa de monopolio puro tiene un control considerable sobre el precio (aunque no absoluto, ya que también afronta un curva decreciente de demanda) y puede restringir la disponibilidad del producto. Las barreras de entrada son muy altas: es esencialmente imposible la entrada para nuevas empresas. Un fallo identificado del modelo de monopolio es que un monopolista puede cobrar un precio en la porción elástica de su curva de demanda (donde el ingreso marginal es positivo). Un monopolista infraproduce y cobra un precio superior (respecto de la competencia perfecta).

Características del gobierno

Habiendo explicado brevemente los modelos, podemos intentar ahora responder a la pregunta: ¿a qué modelo se ajusta más el gobierno? Aunque los austrolibertarios saben la respuesta desde el principio, una revisión de los atributos del gobierno hará más clara la respuesta (o al menos su justificación).

Una dificultad al analizar el gobierno de EEUU es que consiste en programas y entes aparentemente infinitos. Por tanto, para asignar el gobierno a uno de los cuatro modelos, se usarán sus funciones más comúnmente aceptadas (protección judicial y militar) para analizar el número de empresas y la facilidad de entrada. Se empelarán los impuestos y el control de la inflación (monetaria) para considerar el control sobre los precios.

Número de empresas y facilidad de entrada

En términos de protección judicial, el Tribunal Supremo de EEUU tiene un poder judicial exclusivo. S el “árbitro final del derecho (…) funciona como guardián e intérprete de la Constitución”. La competencia en derecho y legislación no es simplemente difícil: es ilegal. Si un ciudadano tiene una disputa con el gobierno, se resuelve en un tribunal del gobierno. Aunque simplificado, no debería ser difícil ver el problema con una parte dictando sus propios procedimientos y decidiendo el resultado. Rothbard explicaba esto en For a New Liberty:

Cuando entregamos todos nuestros poderes de sentenciar definitivamente a este grupo idealizado y luego debemos sentarnos en silencio y esperar la interminable corriente de justicia que se derramará desde estas instituciones, aunque estén básicamente juzgando su propio caso.

El gobierno de EEUU no solo reclama la autoridad de sentenciar definitivamente  para el sistema de tribunales: tiene el control completo de la defensa nacional, donde es también ilegal competir. Los individuos no puede fundar la Empresa B de Defensa Nacional y tratar de rebajar los costes mediante la diplomacia, ya que la guerra es costosa en términos de vidas y dinero. Esta es la función que Rothbard creía que se

reservaba más celosamente el estado. Es vital para la existencia del estado, pues de su monopolio de la fuerza depende su capacidad de gravar con impuestos a los ciudadanos.

Los servicios de protección y defensa sin duda serían demandados en una sociedad libre, es decir, sin que el gobierno los suministrara. Aun así, la pregunta utilitaria de si esos servicios se proveerían mejor o no por el sector privado parece responderse por sí misma con el número de vídeos de YouTube  que muestran a policías abusando de su poder. La pregunta opuesta es más probable que sea: ¿podrían ser peores los policías privados?

Control sobre los precios

Para analizar el control sobre los precios, bastará con el impuesto de la renta como medición apropiada. Según el Urban Institute and Brookings Institution’s Tax Policy Center, “el impuesto individual de la renta ha sido el principal origen de los ingresos federales desde 1950, siendo de media un 8% del PIB”. En 2008, el 45% de los ingresos fiscales federales vinieron del impuesto individual de la renta, más de un billón de dólares.

En términos de control del gobierno sobre los “precios” mediante impuestos, el gobierno no establece necesariamente su precio tan alto como quiere por miedo a una posible revolución de la población. Sin embargo, con un acceso autoconcedido a impresión ilimitada de dinero mediante inflación, el precio que menos se ve (el impuesto encubierto) puede ser casi tan alto como desea el gobierno. Lo importante es que el gobierno no es un “aceptante de precios”, como en el modelo de competencia perfecta; su precio tampoco está limitado por la interdependencia mutua del modelo oligopolista. Igual que en el modelo del monopolio puro, el gobierno, mediante impuestos y acceso a la imprenta, puede ejercitar un gran control sobre su “precio”, es un creador de precios.

Sin embargo, hay una diferencia importante entre gobierno y monopolio puro. Incluso en el modelo neoclásico de monopolio puro, los individuos están realizando intercambios voluntarios, con cada parte esperando beneficiarse. Por el contrario, la fuerza del gobierno para el pago de impuestos crea un “intercambio” en el que una parte se beneficia a costa de la otra. Esto crea un conflicto entre clases de pagadores netos de impuestos y consumidores netos de impuestos. Contrariamente incluso al monopolio puro (el más temible de los modelos neoclásicos) solo el gobierno (y las bandas criminales) obtiene su “ingreso” mediante la fuerza.

Conclusión

Este artículo pretendía analizar el gobierno de EEUU y ubicarlo en uno de los cuatros modelos neoclásicos, dejando aparte la crítica austriaca de dichos modelos. Ahora la respuesta evidente debería ser que el gobierno se corresponde más aproximadamente al modelo de monopolio puro, el modelo visto como el menos eficiente por los economistas neoclásicos. Como se demostró antes, el gobierno es en muchos casos peor que el modelo de monopolio puro. Solo hay una “empresa”, es ilegal competir y el precio se controla mediante impuestos y especialmente la capacidad de imprimir dinero.

Los economistas neoclásicos argumentarían que el gobierno puede corregir (supuestas) “ineficiencias” en el mercado mediante la legislación, subvenciones e impuestos. Sin embargo, el propio gobierno no puede excluirse del análisis económico y suponerse que puede eliminar ineficiencias. Como se ha demostrado antes, es el modelo más ineficiente que existe. Los neoclásicos, en lugar ver al gobierno como salvador de “mercados ineficientes”, deberían darse cuenta de que es el menos productivo, obteniendo todos sus ingresos del trabajo de otros en el sector privado. En El hombre, la economía y el estado, Rothbard explica la propiedad monopolística del gobierno de la siguiente manera:

En todos los países, el Estado se ha asegurado de poseer los centros nerviosos vitales, los puestos de comando de la sociedad. Ha adquirido una propiedad obligatoria de monopolio de estos puestos de comando y siempre ha tratado de convencer al populacho de que la propiedad privada y la empresa en estos campos son simplemente y a priori imposibles.

Por fortuna, los economistas austriacos han demostrado que todo producto o servicio puede ofrecerse privadamente, sin el uso de fuerza de monopolio a través del gobierno.

Normalmente los modelos neoclásicos suponen el gobierno como algo dado, como un medio para intervenir y superar un “fallo del mercado”. Esto equivale a cegarse ante una de las instituciones más poderosas y peligrosas de toda la historia: el estado. Es un monopolio en su sentido más puro.


Publicado el 19 de mayo de 2009. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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