Las consecuencias culturales y políticas del dinero fiduciario

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Puede parecer extraño que un economista hable de cultura. Normalmente hablamos de precios y producción, cantidades producidas, empleo, la estructura de producción, recursos escasos y emprendimiento.

Pero hay ciertas cosas que los economistas pueden decir acerca de la cultura y, más en concreto, que los economistas pueden decir acerca de la transformación de la cultura. ¿Qué es entonces la cultura?  Bueno, por decirlo de una forma sencilla, es la forma en que hacemos las cosas. Esto puede incluir la forma en que comemos (si cenamos o no con la familia habitualmente, por ejemplo), cómo dormimos y cómo usamos los automóviles y otras formas de transporte. Y, por supuesto, la forma en que producimos, consumimos o acumulamos capital son también aspectos importantes de la cultura.

Limitar el presupuesto es la clave para limitar a los gobiernos

Ahora para entender los efectos del dinero fiduciario en la cultura debemos mirar primero la relación entre los sistemas financieros y la naturaleza del gobierno.

Varios economistas han observado que el dinero fiduciario es un requisito previo para el gobierno tiránico y la idea de que el intervencionismo monetario ha abierto la vía al gobierno tiránico es muy antigua y se remonta a Nicolás Oresme en el siglo XIV. No se ha destacado en el siglo XX, pero Ludwig von Mises está entre los pocos que han destacado la importancia de esta relación.

Mises decía que en lo que se refiere a limitar el poder del gobierno, es esencial que el gobierno sea financieramente dependiente de los ciudadanos y esto se ocupa del problema político fundamental de controlar a la gente en el cargo una vez llega allí. Sabemos que, en general, una vez están en el cargo, los políticos electos se transforman y hacen cosas muy diferentes de las que dijeron que harían, con muchos actuando en contra del bien común y de los intereses de sus electores.

¿Cómo aseguramos entonces de que la gente en el poder pueda ser controlada?

Mises nos dice que la forma en que controlamos el gobierno es a través del presupuesto y que esto es necesario en una economía libre. Al menos en un sistema democrático elegimos a cierta gente para el gobierno y esta a menudo accede al cargo creyendo que tiene un mandato para hacer cierto tipo de cosas mientras está en él.

Pero no basta con que el pueblo diga a los cargos públicos lo que deberían hacer. Es igualmente importante, si no más, decidir cuánto dinero tendrá el gobierno para alcanzar esos fines. Así que no basta con decir al gobierno que solo protegerá la propiedad privada. Este mandato puede cumplirse con 100.000$ o 1.000 millones de dólares dependiendo de lo que el pueblo esté dispuesto a pagar. Así que si el presupuesto no está controlado, un mandato limitado no ofrece por sí mismo limitación en los impuestos o en cuánto dinero se gasta.

Mises creía que los que pagaban los impuestos tendrían entonces que limitar concretamente el tamaño del presupuesto público. La misión del gobierno no determina por sí misma  la cantidad de recursos a usar en la misión.

En respuesta, muchos se quejarán de que si los presupuestos se controlan férreamente, entonces nunca tendremos un aumento en los servicios públicos porque la gente odia los impuestos. Podría ser así, pero, por supuesto, de eso se trata.

Ahora, si abandonamos una relación estricta entre lo que los ciudadanos pagan y lo que el gobierno gasta, entonces descubrimos que nos alejamos del gobierno por los ciudadanos gravados y nos acercamos a un mayor gobierno de las élites.

La primera vía por la que puede producirse este cambio es que el gobierno entre en deuda. Las relaciones financieras cambian entonces hacia el nuevo grupo que está financiando el gobierno, que son aquellas que están extendiendo crédito al gobierno. Esto a su vez debilita la relación con los ciudadanos que están siendo gravados y también permite que el gobierno gaste más dinero del que habría sido posible solo con impuestos.

Por supuesto, el dinero fiduciario permite al gobierno tomar préstamos hasta un grado ilimitado porque el dinero fiduciario por definición puede producirse sin límites, sin limitación comercial o limitación tecnológica y puede producirse en cualquier cantidad que se desee. De esta manera, el gobierno se beneficia del apoyo de un banco central, lo que cabía esperar, dado que el propio banco central depende del marco legal de monopolio proporcionado por el gobierno.

Las características culturales de una economía de deuda

Ahora llegamos a las muchas vías a través de las cuales un sistema de moneda fiduciaria afecta el comportamiento de los ciudadanos ordinarios.

Una de las características principales de un sistema de dinero fiduciario es que tiende a producir inflación de precios casi permanente. Esto contrasta con el funcionamiento de una economía basada en monedas naturales, como el oro y la plata. Aquí los niveles de precios tienden a mantenerse planos a largo plazo o a bajar, especialmente en presencia de un crecimiento económico vigoroso. Vemos esto a lo largo del siglo XIX, tanto en Europa como en EE. UU., donde el crecimiento deflacionista ha sido la norma.

La realidad de la inflación de precios da forma a la cultura de diversas maneras y mucho de ello es deliberado, ya que ha sido durante mucho tiempo una idea entre los planificadores públicos e ideólogos de todo tipo, incluso antes de Keynes, que debería impedirse a la gente normal “acaparar” dinero en sus casas.

En una economía libre con un sistema monetario natural, hay un fuerte incentivo para ahorrar dinero en forma de efectivo mantenido bajo control propio e inmediato. Las inversiones en cuentas de ahorro u otras inversiones relativamente seguras también de desempeñan un cierto papel, pero el atesoramiento de dinero es lo más habitual, especialmente entre familias de rentas bajas.

Por el contrario, cuando hay una inflación constante de precios, como en un sistema de moneda fiduciaria, el atesoramiento de dinero se convierte en suicida. Otras estrategias financieras se convierten ahora en más aconsejables. Resulta aconsejable intercambiar el efectivo por “productos financieros”, compensando así la pérdida de poder adquisitivo mediante los intereses de dicha inversión financiera. También resulta aconsejable endeudarse y apalancar las inversiones. En pocas palabras, se convierte en racional realizar inversiones de más riesgo para encontrar un tipo de retorno que pueda exceder la tasa de inflación de precios. Esto es verdad en todos los sectores, incluyendo familias y operaciones productivas.

Antes del siglo XX y el acceso extendido al dinero fiduciario, la deuda era mucho menos común y había imperativos culturales contra endeudarse para consumir. El crédito para viviendas, por ejemplo, era virtualmente desconocido antes del siglo XX y solo las familias muy pobres recurrían a la deuda para financiar el consumo.

Pero en un sistema de dinero fiduciario, como la inflación de precios disminuye el valor de los ahorros monetarios, se nos empuja a adoptar una perspectiva a corto plazo. Es decir, tenemos que apresurarnos en obtener crédito tan pronto como sea posible y obtener ingresos de esa deuda tan pronto como sea posible, porque ahorrar hace perder valor si simplemente nos quedamos con el efectivo.

Ya no tiene sentido ahorrar dinero durante una década para comprar una casa, por ejemplo. Es mucho más oportuno endeudarse para comprarla de inmediato y pagar el crédito en dinero devaluado. Por tanto se acude de forma generalizada al apalancamiento en un sistema de dinero fiduciario, ya que la inversión financiada con deuda produce mayores rendimientos que los ahorros en efectivo o las inversiones en valores.

Hay que destacar que esta tendencia no tiene un punto de detención natural. En otras palabras, el sistema de dinero fiduciario tiende a hacer insaciable a la gente en su búsqueda de retornos monetarios en sus inversiones siempre mayores. En un sistema monetario natural, al aumentar los ahorros disminuye el interés en las inversiones de todo tipo. Se hace cada vez menos interesante investir los ahorros propios para conseguir un retorno y por tanto entran otras motivaciones en juego. Los ahorros se usarían cada vez más para financiar proyectos personales, incluyendo la adquisición de bienes duraderos de consumo, pero también actividades filantrópicas. Esto es exactamente lo que vimos en Occidente durante el siglo XIX.

Por el contrario, en una sociedad de dinero fiduciario, es más probable que se aumenten los retornos permaneciendo endeudado y continuando en la búsqueda de réditos monetarios indefinidamente, apalancando cada vez más fondos.

Así que podéis imaginaros cómo este sistema basado en inflación y deuda, con el tiempo, empezará a cambiar la cultura de una sociedad y su comportamiento.

Nos convertimos en más materialistas que bajo un sistema monetario natural. Ya no podemos simplemente sentarnos sobre nuestros ahorros y tenemos que vigilar constantemente nuestras inversiones y pensar constantemente en los réditos, porque si no estamos ganando lo suficiente no estamos empobreciendo activamente.

El hecho de que el sistema de dinero fiduciario nos empuje a inversiones más arriesgadas también aumenta la dependencia de otros, porque se depende del buen comportamiento de aquellos de quienes depende el valor de nuestras inversiones.

Igualmente, cuanto más fuerte sea el nivel de deuda más fuerte es la preocupación egoísta con respecto al comportamiento de otros que puedan tener nuestro dinero. Así que el dinero fiduciario crea un intento de controlar a otros mediante el sistema político.

Pero al mismo tiempo ninguna familia ni empresa individualmente tiene interés en abolir el sistema fiduciario y poner en su lugar un sistema monetario natural. El coste a corto plazo de esa transición sería inmenso. En esto vemos que estamos en una “trampa de racionalidad” en la que se motiva a mantener el sistema de dinero fiduciario a pesar de todos sus defectos y porque la cultura en este momento está así de transformada por más de un siglo de acceso fácil a dinero fiduciario.

Conclusión

Podemos aplicar el análisis económico para explicar la transformación y un ejemplo particularmente importante es el dinero fiduciario. Tiene un impacto muy importante en nuestra cultura. Esto es algo que no podemos ver si no damos un paso atrás y tomamos una perspectiva histórica a un plazo más largo. Por supuesto, hay muchos otros factores que entran en juego, pero el dinero fiduciario es un factor importante y el sistema se perpetúa por el hecho de que todos van a perder a corto plazo si el sistema actual deja de funcionar. Además, dada cómo nuestra cultura moderna se ha modelado por los sistemas de moneda fiduciaria, va contra los mismos fundamentos culturales de nuestra sociedad actual. A pesar de los muchos costes a corto plazo, deberíamos sin embargo atrevernos a cambiar este sistema y esto es en último término una cuestión valor y conocimiento y voluntad.


Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.