Corea del Norte: ¿De reino ermitaño a reino mercader?

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Hacia el final de su notable discurso en la cumbre de One Young World en Dublín, la refugiada norcoreana y activista de los derechos humanos Yeon-Mi Park listaba tres formas en que la gente normal puede ayudar a los que buscan la libertad en Corea del Norte:

Uno, educarte para crear conciencia acerca de la crisis humana en Corea del Norte. Dos, ayudar y apoyar a los refugiados norcoreanos que están tratando de escapar hacia la libertad. Tres, pedir a China que detenga las repatriaciones.

A esta lista, el empresario de origen suizo Felix Abt podría añadir una cuarta sugerencia: hacer negocios con ellos. Esta sugerencia conforma el núcleo del nuevo libro de Abt, A Capitalist in North Korea: My Seven Years in the Hermit Kingdom (Tuttle Publishing 2014).

De reino ermitaño a reino mercader

Los familiarizados con la situación en Corea del Norte (oficialmente conocida como República Popular Democrática de Corea o RDPC) no encontrarán el título de Abt [Un capitalista en Corea del Norte: Mis siete años en el reino ermitaño] tan chocante como probablemente pretende ser. De hecho, ya en 2009, e indudablemente antes, los medios occidentales informaban de “la economía capitalista secreta de Corea del Norte” (es decir, el mercado negro) que apareció en respuesta a la hambruna de mediados de la década de 1990. Escribiendo en el Washington Post en mayo de 2014, la propia Yeon-Mi Park incluso se refería a los jóvenes que vivían entonces en Corea como los “Jangmadang, o ‘generación del mercado negro’”- Estos jóvenes, dice, son mucho más individualistas que sus predecesores, mucho menos leales al régimen de Kim e infinitamente más fáciles de estar expuestos a medios e información extranjeros.

El libro de Abt recuerda y desarrolla todos estos puntos. A partir de su experiencia personal como jefe en el extranjero de una empresa farmacéutica norcoreana, así como fundador de la Escuela de Negocios de Pyongyang , detalla las primeras incursiones de la RDPC en franquicias, servicio al cliente, foros en línea (¡!), comercio de bicicletas, incentivos al rendimiento e incluso la más anti-socialista de todas las actividades mercantiles, la publicidad.

Las ideas y prácticas siguen siendo muy nuevas para el “bastión del comunismo” (palabras de Abt) más notorio del mundo, pero ya el gobierno se ve obligado a hacer cambios graduales a sus políticas de mercado. Dos ejemplos rápidos: “Se permiten horarios de apertura más flexibles en los mercados y se permite a más empresas interactuar con negocios en el extranjero”.

A pesar de esta evolución positiva, Abt lamenta sin embargo: “Parece no haber un final a la vista para los graves problemas económicos de la economía más centralmente planificada del mundo”. Divide la culpa de estos problemas entre varios perpetradores: (1) la política militar norcoreana; (2) el exceso de dependencia de la ayuda humanitaria extranjera y (3) sanciones y embargos exteriores.

“Corea del Norte”, dice Abt, “es la nación más duramente sancionada del mundo y ningún otro pueblo ha tenido que sufrir las cuarentenas masivas con que las potencias occidentales y asiáticas han cercado su economía”.

Dos pasos adelante, un paso atrás

Es verdad que los argumentos contra las sanciones a Corea del Norte son difíciles de defender, dados los bien documentados abusos de los derechos humanos del país y sus amenazas nucleares anuales contra Estados Unidos y Corea del Sur. Varios comentaristas en Amazon han acusado a Abt de simplemente repetir la propaganda norcoreana, llamándole “Pyongyang Pete” y “el tonto útil de la dinastía Kim”. Incluso muchos libertarios, opuestos desde hace mucho al embargo cubano, pueden probablemente estar de acuerdo en que muchos de los males nacionales e internacionales de Corea del Norte son autoinfligidos.

Por ejemplo, en 2006, el expresidente de la mayor compañía láctea de Corea del Sur diseñó una estrategia para proporcionar a cada niño de Corea del Norte un vaso diario de leche. “Instituciones de caridad y personas ricas se comprometieron con el proyecto”, escribe Abt, “pero después de la primera prueba nuclear de Kim Jong Il, la posibilidad se desvaneció rápidamente”.

Abt también señala que en 2007, el sitio web DailyNK reportaba que Corea del Norte gasta hasta el 40% de su presupuesto anual en monumentos y celebraciones dedicadas al régimen de Kim. Abt recuerda cómo se quedó “sin aliento” ante el tamaño de estos monumentos, así como otros edificios, como el Hotel Koryo, donde “hasta 1.000 alojados pueden estar en 504 habitaciones en 45 pisos”.

Pero si se lee hasta el final A Capitalist in North Korea se descubre que “menos de un tercio de las habitaciones del hotel están ocupadas durante la mayoría de las semanas”. Los vídeos turísticos de Pyongyang corroboran este punto. En casi cualquier día de un año cualquiera, las 504 habitaciones del Hotel Koryo están vacías (un efecto colateral predecible de las conocidas restricciones viajeras de la RDPC). No es como que parezca una asignación eficiente de recursos.

Además, el gobierno norcoreano a veces reacciona a las actividades de mercado de sus inversores extranjeros con represión y favoritismo. En 2006, se cerró una farmacia dirigida por chinos porque planteaba una amenaza al sistema socialista de atención pública. Varios años después, un proveedor alemán de Internet pudo cabildear en el gobierno, haciendo imposible que otras empresas de inversión extranjeras instalaran sus propias antenas parabólicas.

“¿Cómo se producirá entonces la reforma?”

Y aun así, ninguna de estas cosas (ni las pruebas nucleares, ni los hoteles vacíos, ni los turbios acuerdos comerciales) podrían impedirse en modo alguno con sanciones que se dirigen contra bancos extranjeros, equipamiento agrícola, fertilizantes, móviles, bebidas alcohólicas, queso francés o artículos de lujo. “Las sanciones actuales no solo no han conseguido acabar con las ambiciones nucleares y los abusos de los derechos humanos del ambicioso líder norcoreano”, dice Emma Campbell en un artículo de mayo de 2013 para el East Asia Forum, “también están limitando las acciones de las ONG humanitarias que tratan de realizar actividades para salvar vidas dentro de la RDPC”.

Entre estas actividades para salvar vidas está el desarrollo de una clase mercantil orientada al mercado que sea menos dependiente del régimen y más capaz de realizar negocios con el mundo exterior de una forma pacífica y rentable. Aunque Abt deja claro que hacer negocios en Corea del Norte no es en modo alguno un éxito garantizado, lo ve correctamente como uno de los mejores métodos de mejorar las vidas de millones de norcoreanos atrapados entra la represión nacional y extranjera. “Los negocios”, dice, “son la vía de salida para el país de Kim (…) una vía prometedora para abrir y cambiar el hasta ahora aislado país y el curso de las cosas para mejor”.

La tarea de décadas de abrir a Corea del Norte al mundo exterior es posible que pueda alcanzarse abriendo primero el mundo exterior a Corea del Norte.


Publicado originalmente el 3 de diciembre de 2014. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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