El gobierno nos protege de la comida china “excesivamente cara”

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El Enfado de la Semana alimentado por Internet de esta semana es el caso del abogado de Harvard, Ben Edelman , que ha insistido en “notificar a las autoridades” para castigar a un pequeño restaurante por “cobrar en exceso”  al profesor alrededor de unos cuatro dólares.

Boston.com informaba del caso, publicando todo el intercambio de correos electrónicos. Ahora el profesor ha recibido el tipo de paliza en los medios sociales que se podría esperar de un mundo de Internet que es más probable que simpatice con un pequeño empresario inmigrante a que esté del lado de un hombre que evidentemente tiempo un montón de tiempo libre y la gusta reportar gente con “las autoridades”.

Sin embargo, Peter Jacobs, en Business Insider se ha puesto del lado de Edelman señalando que el jurista sí tiene razón. El restaurante debería haber publicado los precios correctos:

No es probable que algún otro le hubiera protestado al restaurante por haber tenido precios desactualizados en su sitio web, que muchos de los clientes usan como referencia para ordenar comida. Adicionalmente, como destacaba Edelman, Duan incluso dijo que el el sitio web había estado “desactualizado durante bastante tiempo”. Es probable que muchos clientes acabaran pagando más dinero del que esperaban debido a precios anunciados que ya no eran aplicables.

La economía del bienestar de Rothbard en acción

Sí, es verdad que es probable que otra gente pagara por su comida china más de lo que pensaban inicialmente cuando leyeron el menú. Pero, en economía, solo podemos observar las acciones de la gente y no podemos medir sus pensamientos. Así, lo que Jacobs ignora es el hecho de que las acciones de los clientes muestran que consintieron la factura final independientemente de cualquier discrepancia entre el precio del menú y el precio final de la factura. Sabemos que Edelman afirma que pensaba que los precios eran distintos en el menú que en la factura. Pero sus acciones nos dicen que su preferencia real era simplemente pagar la factura. De hecho, por lo que sabemos, Edelman sabía de la discrepancia de forma anticipada y estaba esperando usar esto en su provecho después del hecho. ¿Es solo especulación? Sin duda. Pero la afirmación de que Edelman fue engañado es también pura especulación. Por otro lado, tenemos las acciones de Edelman que demuestran que estaba dispuesto a pagar la factura. Los pensamientos en su cabeza son inmedibles e inobservables y son irrelevantes desde el punto de vista de la economía.

No existe el “exceso de precio”

No conozco exactamente las prácticas de negocio del Sichuan Garden, el restaurante en cuestión, pero supongo (dadas las prácticas de la mayoría de esos restaurantes) que un cliente no está obligado moral o legalmente a pagar por la comida en el momento en que se ha dicho en voz alta la orden o se ha tecleado en el sitio web. No, la única obligación llega en el momento del pago, cuando el cliente acepta pagar el servicio prestado. Hasta ese momento, el cliente puede rechazar pagar si algo no es de su gusto.

Así que si el cliente pide un rollo de primavera que tiene un precio de 4$, pero se envía un rollo que cuesta 5$, el cliente no ha recibido el producto que ordenó. En este caso (si se preocupa lo suficiente como para verificar cada cosa) puede rechazar pagar después de pedir pero antes del pago. Pero si consiente el pagar la factura final, entonces su preferencia demostrada era comprar la comida independientemente de cualquier otro factor.

En esos casos, el cliente nunca “paga en exceso”, porque consintió el pago a cambio de la comida. O lo rechazó y no pagó. Entretanto, Edelman y Jacobs afirman que el cliente es en cierto modo “engañado” por el restaurante. Pero si al cliente se le dijo la cantidad total de la factura antes de pagar (¿quién paga una factura sin que se le diga primero el importe?), entonces el cliente no fue engañado en modo alguno. Consintió en pagar una cierta cantidad y luego se le dio comida a cambio.

La única forma en que hay engaño o fraude o “exceso de precio” es si al cliente se le dice que se va a cargar en su tarjeta de crédito una cantidad y subrepticiamente se le cobra otra. Si el cliente consintió un cargo de 50$ y se cargaron 50$ en la tarjeta, no hay fraude.

Pero si el cliente no está dispuesto a pormenorizar la orden antes del pago, esa es su decisión. Se le ha dicho la cantidad total, la ha considerado aceptable y ha concluido que no merece la pena dedicar tiempo a verificar el precio en el menú y compararlo con el precio de la orden.

En el caso de Edelman, parece que vio después el hecho que se le habían cobrado 5$ por algo que pensaba que era un rollo de primavera de 4$ (o sea lo que sea en el caso concreto). Y luego, después de haber acordado un precio (y haberse comido el pedido) volvió e insistió en que el gobierno tomara medidas contra la empresa.

Edelman luego continúa sugiriendo que el restaurante debería ser demandado o sancionado por todos los “cobros en exceso” que hayan realizado a otros clientes, todos los cuales consintieron en pagar el precio estipulado al pagar sus facturas. Lo que pasa es que a todos estos otros clientes, como a Edelman, tampoco les interesó detallar al factura (ya sea por teléfono o en persona con el repartidor) antes de pagarla.

¿Y por qué no quisieron todos estos clientes pormenorizar sus órdenes y verificar cada precio de cada rollo de primavera antes de aceptar la orden? Bueno, porque los clientes decidieron que no les merecía la pena dedicar su tiempo a eso. Para los clientes, su preferencia (como demuestran sus acciones) era “arriesgarse” a que la factura final reflejara más o menos los precios del menú o cualquier cifra que el cliente tuviera en su cabeza como precio.

Edelman evidentemente no entiende nada de esto. Para él hay algún precio místico “correcto” que los consumidores deberían pagar aquí, y cualquier desviación del precio debería ser castigada por las autoridades públicas.

Sin embargo, contra lo que piensa Edelman, el precio correcto es cualquier precio que el cliente esté dispuesto a pagar para conseguir su comida china. Los precios indicados en el menú se hacen irrelevantes en el momento en que el cliente acepta pagar cierto precio por la orden total.

El “remedio” es peor que la enfermedad

Los clientes por supuesto, podrían hacer esa comparación menú-factura siempre que quisieran antes de entregar el dinero, pero, para Edelman y Jacobs, es una adversidad insoportable para el cliente tener que revisar la factura utilizando aritmética de tercer grado antes de la compra y por tanto es más razonable que se contraten, formen y desplieguen funcionarios para castigar a empresas que no actualicen sus menús en línea de una forma adecuada. Por supuesto lo adecuado lo determinarán los agentes del gobierno.

Este un caso clásico de remedio peor que la enfermedad. No cabe duda de que algunos consumidores han pagados unos pocos centavos más a empresas de lo que pensaban inicialmente. Pero una vez que se suman todos esos centavos, ¿es la suma mayor que el coste para el consumidor en impuestos para crear y dotar de personal una burocracia pública que asegurarte de que el rollo de primavera tiene el “precio correcto”? Parece improbable. Y por supuesto, en último término, esa agencia pública estaría sancionando a empresas por precios y servicios que los clientes ya habían consentido.

Mientras escribo esto, Twitter me dice que Edelman ha pedido perdón a Sichuan Garden por su comportamiento desagradable y amenazante. Si Edelman se hubiera limitado a decir a Sichuan Garden que sus prácticas eran objetables y que debería dejar de hacerlo, habría estado dentro del limite del buen gusto. (Esto supone que el restaurante no cobró una cantidad distinta de la que aparecía en la factura). Pero, hasta donde podemos saber, Edelman decidió denunciar “ante las autoridades” a una empresa privada pacífica que no le ha engañado y realizó amenazas adicionales de acciones legales. Edelman consintió una transacción pacífica con el restaurante, pero tras reflexionar decidió reclamar violencia y coacción para ocultar su falta de diligencia. Este llamamiento inmediato a la violencia contra el restaurante es lo que advirtieron los que condenan a Edelman. Muchos estadounidenses viven atemorizados por represalias, multas y cosas peores por el estado. Edelman, por otro lado, piensa que esas cosas deberían emplease contra ciudadanos pacíficos por algo que cuesta cuatro dólares.


Publicado originalmente el 12 de diciembre de 2014. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe.  El artículo original se encuentra aquí.