Es la economía la que se ha hecho pequeña

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Joe Gillis: Usted es Norma Desmond. Salía en las películas mudas. Era usted grande. Norma Desmond: Soy grande. Son las películas las que se han hecho pequeñas.- El crepúsculo de los dioses (1950).   John List dio el discurso inaugural en la reunión anual de la Southern Economic Association de esta semana. List es un economista pionero en el uso de experimentos de campo o pruebas de control al azar y este discurso resumía parte de su trabajo reciente y ofrecía algunas reflexiones generales sobre el tema. Fue un buen discurso, animado e interesante y la gente le prestó una respuesta muy entusiasta. List abrió y cerró su discurso con una cita famosa del libro de texto de Samuelson (por ejemplo, esta versión de la edición de 1985, de la que es coautor con William Nordhaus): “Los economistas (…) no pueden llevar a cabo los experimentos controlados de químicos y biólogos, porque no pueden controlar fácilmente otros factores importantes”. Aunque profesando un respeto apropiado por los logros de Samuelson y Nordhaus, List compartía la cita principalmente para ridiculizarla. El auge de la economía conductual y experimental en las últimas décadas (en particular, la reciente literatura sobre experimentos de campo o pruebas controladas aleatorias) demuestra que los economistas pueden realizar experimentos y lo hacen. Además, argumenta List, los experimentos de campo son incluso mejores que usar laboratorios o métodos econométricos convencionales con variables instrumentales, pareamiento por puntaje de propensión, diferencias en diferencias, etc., porque la asignación aleatoria puede llevar a cabo la identificación. Con una muestra suficientemente grande y un diseño experimental cuidadoso, el investigador puede identificar relaciones causales comparando los efectos de diversas intervenciones en los grupos de tratamiento y control sobre el terreno, en un entorno natural, no en una artificial o simulado. Mientras disfrutaba del discurso de List, me sentía cada vez más frustrado al ir avanzando. Me encontré (no puedo creer que vaya a escribir estas palabras) defendiendo a Samuelson y Nordhaus. Por supuesto, no solo los economistas neoclásicos, sino casi todos los economistas, especialmente los austriacos, han negado explícitamente que la economía sea una ciencia experimental. “La historia no puede probar ni negar ninguna declaración general en la forma en que las ciencias naturales aceptan o rechazan una hipótesis a partir de experimentos de laboratorio”, escribe Mises (La acción humana p. 31). “Ni la verificación experimental ni la falsación experimental de una proposición general son posibles en este campo”. La razón, argumenta Mises, es que la historia está compuesta por acontecimientos no repetibles. “No existen [en las ciencias sociales] hechos experimentalmente establecidos. Toda la experiencia en este campo es, como debe repetirse una y otra vez, experiencia histórica, es decir, experiencia de fenómenos complejos”. (Problemas epistemológicos de la economía, p. 69). Establecer relaciones entre fenómenos tan complejos requiere una teoría deductiva. ¿Desmiente esta opinión la economía experimental? Realmente no. List resumía dos aspectos de su propio trabajo. El primero trata los logros escolares. List y sus colegas han colaborado con un distrito escolar de un suburbio de Chicago para realizar una serie de pruebas controladas aleatorias sobre rendimiento de maestros y alumnos. En una serie de experimentos, se dieron varios incentivos monetarios si sus alumnos mejoraban sus puntuaciones en exámenes estandarizados. Los experimentos revelaron una fuerte evidencia de aversión a la pérdida: ofrecer a los maestros bonos en efectivo al final del año si sus alumnos mejoraban tuvo poco efecto en las notas de los exámenes, pero dar dinero por adelantado al maestro y hacerle devolverlo si al final del año sus alumnos no mejoraban tuvo un efecto enorme. Igualmente, dar a los alumnos 20$ antes de un examen, sabiendo que tenían que devolver el dinero si no lo hacían bien, llevaba a grandes mejoras en las notas del examen. Otra serie de pruebas aleatorias demostraba que las respuestas a las cartas pidiendo dinero para obras de caridad se veían fuertemente afectadas por la estructura de la “petición”. Es verdad que es interesante y que el éxito escolar y la eficacia en la recaudación de fondos son importantes problemas sociales. Pero me encontré preguntándome, una y otra vez, ¿dónde está la economía? Los mecanismos propuestos implican un poco de psicología y alguna intuición económica básica siguiendo la línea de “la gente responde a los incentivos”. Pero eso es todo. No pude ver nada en el diseño y ejecución de estos experimentos que requiera un doctorado en economía o sociología o psicología o siquiera un curso universitario básico de económica. Desde la perspectiva de la teoría económica, los problemas parecen bastante triviales. Sospecho que Samuelson y Nordhaus tenían en mente las “grandes cuestiones” de la economía y las ciencias sociales: ¿Es el capitalismo más eficiente que el socialismo? ¿Qué causa los ciclos económicos? ¿Hay una relación entre inflación y desempleo? ¿Cuál es la defensa del libre comercio? ¿Deberíamos volver al patrón oro? ¿Por qué van las naciones a la guerra? No me queda claro cómo pueden los experimentos de campo ilustrar este tipo de problemas. Es verdad que podemos usar pruebas controladas aleatorias para descubrir por qué la gente prefiere el rojo al azul o qué afecta a su felicidad declarada o por qué comemos comida basura en lugar de verduras. ¿Pero realmente necesitamos invertir 5-7 años para conseguir un doctorado en economía para realizar este tipo de trabajo? ¿Es este el uso más valioso de los mejores y más brillantes en este campo? Creo que Samuelson y Nordhaus (y aún más Mises) contestarían a List: “Somos grandes. Es la economía la que se ha hecho pequeña”.


Publicado originalmente el 10 de diciembre de 2014. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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