Vivimos en un mundo de constante innovación en los negocios, en la salud y en la tecnología, pero que descarta la innovación en la raíz del desarrollo: la educación. Nos preocupamos por curar enfermedades y por nuevos teléfonos inteligentes pero ignoramos el hecho que los primeros años de edad son decisivos para que este potencial creativo germine. Por ello es necesaria una verdadera revolución educativa que forme individuos libres de pensar, cuestionar y sobretodo, ser. Lo que conocemos como educación es un proceso evolutivo que comenzó con las academias de Platón, que eran espacios de reflexión, conversación y experimentación libre. Pasó posteriormente por el modelo Espartano cuya educación era más parecida a una instrucción militar donde el estado se deshacía de quienes no lograban los niveles esperados dado que “mantenerlos” era considerado como desperdicio de recursos. Finalmente se llegó al modelo de escuela prusiana que se basaba en una fuerte distinción de clases y castas que por herencia espartana, promovía la disciplina, obediencia y el régimen autoritario. Lamentablemente es ahí donde nos estancamos. Este sistema esquematiza qué es lo “bueno” y qué no lo es, mientras establece cuáles son las profesiones a seguir y cuáles son los oficios que se deben descartar. Ser ingeniero o bailarina son ambas oportunidades en las cuales cada persona es capaz de potenciar sus capacidades y construir su futuro, que es un por hacer y no un porvenir[1]. Queda en cada cual hacer uso de su función empresarial, y volver rentable la actividad que escoja. Y qué mejor manera de obtener rentabilidad económica que haciendo lo que uno ama. Además, en un mundo de asociación y colaboración pacífica como el nuestro esta diversidad es necesaria e inclusive vital. ¿Qué sucedería si todos decidimos ser médicos o ser abogados? Claramente no existiría el complemento que permite el desarrollo voluntario. Es claro que la raíz del problema del sistema educativo tradicional es que lo maneja el estado. Dadas las circunstancias no importa si son escuelas públicas, donde obligatoriamente se rigen por normativas gubernamentales, o privadas, porque éstas se ven forzadas a seguir extensas normativas y pénsums académicos impuestos por el Estado[2]. Esta entidad pretende conocer qué es lo que necesitamos para superar el presente y supone dar las herramientas para afrontar el futuro incierto. Obviamente yerra de forma abismal en ese sentido. Seguimos pensando en las escuelas como fábricas, no dejamos atrás los matices de la revolución industrial[3] donde se “crea” ciudadanos obedientes, poco críticos pero eficaces. No es culpa nuestra haber heredado el resultado de la revolución de las máquinas, pero sí lo es mantenerlo hasta la actualidad. Por eso, Ken Robinson[4] propone cambiar radicalmente el sistema y pasar de un modelo industrial a un “modelo agricultor”. Consiste básicamente en dejar de lado las prácticas mecanizadas y excluyentes por una propuesta en la que se provea al individuo del ambiente idóneo para poder florecer, al igual que lo hace el agricultor con las semillas. Quien cultiva no puede predecir el futuro pero sí puede proporcionar el ambiente adecuado (buena iluminación, agua, abono, etc.) acorde a cada tipo de planta, para que crezca. Esta analogía aplica a los seres humanos que, viviendo en un ambiente de libertad, pueden florecer. Una alternativa centrada en el individuo que además permitiría este ambiente que promueve libertad es el homeschooling[5], sistema que educa a los niños sin escolarizarlos. Como ventaja, los niños pueden aprender a su ritmo dado que se personifica el programa adaptándolo a las habilidades individuales. Por otro lado, como desventaja está la falta de asociación con otros niños -factor que a mi criterio es solucionable porque sí se puede aprender a afrontar la vida en el mundo real más que en un aula-. Además, se debe considerar la legalidad, ya que hay países donde está prohibido como en Alemania y Suecia, a diferencia de Italia donde es constitucional o como Inglaterra que acepta una combinación de ambos métodos (Flexi-school). Otra opción de aprendizaje es el e-learning, lo que se podría categorizar como una extensión del homeschooling a nivel superior. La globalización y la tecnología han abierto la posibilidad de priorizar la presencia cognitiva sobre la asistencia física. La versatilidad del método, el aumento de su legitimidad y la constante renovación de la información han motivado que el aprendizaje a distancia tenga cada vez más adeptos. La educación debe incluir al individuo en la extensión de su ser, explotando sus capacidades y habilidades. Decía Mises que “la educación académica se limita casi a aprender teorías e ideas ya formuladas con anterioridad. […] Aboga por la imitación y la rutina, nunca por el perfeccionamiento y el progreso”. Es momento de romper esos paradigmas. Sin duda alguna, estas propuestas innovadoras y el potencial cambio de modo industrial a agricultor serán cuestionados, justamente porque quienes estamos decidiendo, hemos sido víctimas de la escolarización monótona que profesa el medio y el pensamiento lineal no nos permite ver más allá de lo establecido. La escuela no debe ser símbolo de malestar sino de desarrollo voluntario. Los seres humanos nos diferenciamos de las máquinas por nuestra creatividad, nuestra habilidad de razonar y cuestionar. Entonces debemos honrar nuestra naturaleza y no querer pretender convertirnos en artefactos automatizados que siguen comandos repetitivos. Como individuos debemos exigir libertad para cuestionar y por qué no para escoger el tipo de educación que queremos seguir, porque como Mises dijo: “Los innovadores y los genios creadores no se forman en las aulas. Ellos son precisamente los que desafían lo que han aprendido en la escuela.”
Tatiana Macias es Ingeniera en Ciencias Empresariales por la Universidad de Especialidades Espíritu Santo de Ecuador. Ha trabajado como docente. Fue parte del equipo fundador de Estudiantes por la Libertad Ecuador y actualmente cursa los estudios del Máster en Economía de la Escuela Austriaca en la Universidad Rey Juan Carlos.