Política de la tercera vía: Lecciones de Argentina y Venezuela

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Aunque su obra principal esté dedicada a una crítica del socialismo, Ludwig von Mises prestó mucha atención al análisis de lo que se conoce como “economía mixta”, “política de la tercera vía” o “intervencionismo”. Para Mises, el intervencionismo tiene dos dificultades principales. Por un lado, los intervencionistas podrían ver por sí mismos a menudo que los resultados de sus intervenciones son incluso peores que el problema que intentaban resolver. Por otro lado, al estar convencidos de que la intervención es necesaria para arreglar problemas en la economía, lleva a los intervencionistas a creer que el gobierno debería intervenir todavía más cuando sus primeros intentos fracasan a la hora de obtener los resultados deseados.

Los resultados lógicos en una economía que es “capitalista” solo en términos nominales mientras que, en realidad, está sometida a una extensa intervención pública.

De hecho, después de haber adoptado una amplia variedad de políticas intervencionistas, Argentina y Venezuela han demostrado que Mises tenía razón.

El gasto público lleva a la inflación

Poca gente imaginaba que la elección de Hugo Chávez llevaría a tal desastre económico en Venezuela allá por 1999. Sin embargo, Chávez pronto reveló sus extensos planes intervencionistas. Como parte de su intento de “mejorar” la distribución de riqueza, supervisó un gran aumento en el gasto público que aumentó a más de 100.000 millones de dólares en una década (este aumento equivale a un 25% del PIB actual en dólares). Los aumentos en los gastos produjeron solo pequeñas ganancias en productividad y esto empeoró por el hecho de que no hubo una tasa correspondiente de crecimiento en los ingresos del sector público. Como tal, Venezuela experimentó un creciente déficit fiscal que llegó al 16,6% del PIB en 2012.

Como tales, los déficits fiscales tienden a estar financiados o con deuda o con la “ayuda” del banco central. (Resulta que los gobiernos también expropiarán activos privados para financiar un déficit, como se ha hecho también en Venezuela y Argentina). Si vemos la tasa de aumento en la base monetaria, vemos que Chávez eligió financiar sus enormes gastos con dinero recién imprimido proporcionado por el banco central, creando uno de los tipos de inflación de precios más altos del mundo. Aunque las cifras no son completamente fiables, el IPC aumentó un 40% en 2013, acelerándose en 2014 al 60% (basándonos en la media del año hasta hoy).

Las intervenciones que se suponía que mejorarían ciertos aspectos de la economía venezolana causaron tanto un aumento desmesurado de los déficits como una astronómica inflación de precios. Aun así esos claros fracasos no desanimaron a esos convencidos intervencionistas como líderes de Venezuela. La respuesta a los precios disparados  fue una nueva legislación para controlar precios y topes a los beneficios empresariales, la llamada “Ley de Precios y Costos Justos”.

La nueva intervención legal llevó a desabastecimientos en muchos bienes de consumo. Incluso el banco central reconoce que las escaseces en los suministros pueden ser de más de un 30% de media, lo que significa que algunos bienes no están disponibles en absoluto.

Prohibiendo el uso libre de moneda extranjera

Otra política intervencionista impuesta por el régimen de Chávez implica controles de cambio. Como los dólares se usan como medio para conservar riqueza en países que experimentan altas tasas de inflación de precios, los gobiernos que rechazan los principios de una economía de mercado tienden a controlar el precio de los dólares y racionan cuántos dólares puede comprar legalmente la gente.

El resultado, por supuesto, no es un dólar más barato, sino el surgimiento de un mercado negro que refleja (al menos mucho mejor que el “dólar oficial”) el precio real de esa divisa.

Las políticas de Argentina sobre dólares recuerdan las de Venezuela. Argentina también supervisó mayores déficits fiscales con la imprenta trabajando a toda marcha. A su vez, la tasa de inflación de precios ha estado aumentando, como el tipo de cambio del dólar. No es sorprendente que el gobierno argentino siguiera las mismas respuestas políticas que Venezuela.

Primero, se demonizaron la “especulación” y los empresarios como los villanos que hicieron que aumentaran los precios. Segundo, se restableció una ley de 1974, la llamada “Ley de Abastecimiento”, ya que parece que el gobierno piensa que la oferta depende de la firma de un burócrata. Tercero, se impusieron controles de intercambio y apareció un mercado negro de dólares.

El resultado de los controles de cambio fue devastador para ambos países. Las reservas de divisa extranjera en Venezuela cayeron de su máximo de 50.000 millones de dólares en 2011 a 28.000 millones.

Otro efecto devastador fue que el tipo real de cambio se apreció fuertemente debido a la combinación de alta inflación y un tipo de cambio nominal fijo en ambos casos. Mientras que este escenario crea un incentivo para importar, socava la capacidad de exportar.

A su vez, el déficit comercial de Venezuela, dejando aparte el sector petrolífero dirigido por el estado, ha estado creciendo desde 2003. Con ello, la industria local sufre costes crecientes, mientras que la regulación y la competencia de las importaciones subvencionadas debilitan su crecimiento.

En Argentina, las exportaciones han caído hasta ahora un 10% este año y, como el gobierno “protege” a las industrias locales, las importaciones también han caído debido principalmente a las barreras que impone el gobierno.

El entorno altamente intervencionista tanto en Argentina como en Venezuela ha erosionado la competitividad en ambos países. Con el deterioro del sector exterior y los débiles incentivos para invertir, no sorprende que este año ambas economías estén luchando tanto contra una alta inflación como también contra una recesión.

John Maynard Keynes  dijo una vez que no debíamos preocuparnos por el largo plazo porque, “en el largo plazo, todos estamos muertos”. Respecto del intervencionismo en Argentina y Venezuela, sería mejor que dijéramos que “en el largo plazo, todos estamos estanflacionados”.


Publicado originalmente el 15 de noviembre de 2014. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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