Enorme valor e integridad inusual

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Ludwig von Mises, cuando le conocí, era exactamente lo que cabía esperar: un caballero digno y de buenos modales de lo que Murray Rothbard llamaba un tiempo mejor y más antiguo. Un genio, Mises era un gran economista del siglo XX y un héroe en sus batallas personales con el marxismo, el nacionalsocialismo y el keynesianismo.

Nunca puso su carrera por delante de la verdad, que contó en libro brillante tras libro brillante. Como consecuencia, nunca tuvo los reconocimientos y honores que debía. Obligado a huir de los ocupantes nazis de su país, encontró también en los keynesianos estadounidenses una banda hostil. Así que su carrera se vio limitada, pero no su espíritu, ni su magnífico legado y ejemplo, que dejó a todos los que aman la libertad.

Murray y yo tuvimos el privilegio de conocerle bien. Era divertido, encantador, brillante, una estrella hacia la que todos en la sala gravitaban naturalmente. Como su mentor Mises, sufrió en su carrera por su integridad total y decir siempre la verdad, cosa que también hizo en libro brillante tras libro brillante. Ni siquiera oligarcas y multimillonarios pudieron convencerle. Investigador, maestro y erudito modelo, parecía, como Mises, conocer todo y le encantaba compartirlo.

Murray me dijo una vez que nunca oyó a Mises expresar ningún pesar por su trato, sino solo buena voluntad y determinación. Tampoco oí nunca a Murray expresar esos sentimientos. Era el feliz guerrero de la economía austriaca y la libertad.

Quizá no sea ninguna sorpresa que Murray fuera un objetivo para la marginación, incluso cuando era joven. Fue un alumno de sobresaliente toda su vida, pero tuvo bloqueado su doctorado durante años en la Universidad de Columbia. Su tribunal había aprobado su doctorado con entusiasmo, pero Arthur Burns, el hombre fuerte del departamento, intervino enfurecido para vetar su decisión.

El taciturno Burns conocía a Murray desde su infancia y se oponía a él por su espíritu y sus ideas. Hasta que Burns no fue arrastrado a Washington, para ser presidente del Consejo de Asesores Económicos de Eisenhower, no se le concedió el doctorado a Murray. Posteriormente, Burns cayó en la deshonra como presidente de la Fed de Nixon, donde creó la terrible inflación de la década de 1970.

Cuando Murray fue bloqueado, con su futuro aparentemente destrozado, podría haberse rendido. Pero Murray no era así. Trabajó más duro y consiguió un trabajo en el libertario Fondo Volker, analizando todos los libros importantes de economía, historia y filosofía que se publicaban. Estaba completamente familiarizado con estas tres áreas.

Murray no solo era un genio optimista que trabajaba duro, como Mises, tampoco se rindió nunca. Sabía que había elegido un camino difícil: decir la verdad en una profesión keynesiana. Como Mises, podría haber conseguido fácilmente un trabajo importante en una universidad importante. Todo lo que tenía que haber hecho era mentir, adular y defender el control estatal de la economía.

Cuando Mises pidió a su mujer Margit que se casara con él, le advirtió que aunque escribiría mucho sobre dinero, nunca tendría demasiado. Murray podría haber dicho lo mismo a su mujer, Joey. Tampoco se rendiría nunca.

Como consecuencia, a Murray le llevó mucho tiempo conseguir siquiera un trabajo mal pagado de profesor en una pequeñísima universidad en Brooklyn. Sin embargo este hombre contento e inspirado siguió adelante y creó la economía austriaca tal y como la conocemos hoy, el libertarismo moderno y la historia honrada, desde su salón.

La mayoría de las revistas académicas le estaban vetadas, así que publicó donde pudo, incluso en periódicos de circulación diminuta. Aprovechó toda posibilidad que tuvo para enseñar. Tuvo que hacerlo, pues los editores del establishment no estaban interesados en las convincentes palabras de un economista que defendía el capitalismo de laissez faire, una sociedad de propiedad privada y libertad humana, que rebatía el inflacionismo de la Fed y todos los demás planes de dinero de mentira y demostraba que los bancos de reserva fraccionaria ayudaban a producir recesiones y depresiones. Además, Murray era un gran historiador estadounidense y un historiador de la libertad.

Podéis imaginar lo entusiasmado que estaba Murray, con treinta y tres años, al encargarle que convirtiera La acción humana en un libro de texto. Pero pronto se dio cuenta de que lo que necesitaba la economía austriaca era un tratado que construyera toda la economía, lógicamente, paso a paso, a partir del hecho de que tenemos objetivos y buscamos alcanzarlos. El resultado fue el famoso El hombre, la economía y el estado.

Mises alabó su trabajo. Pero incluso habiendo escrito una obra maestra, Murray afrontaba la oposición del establishment. Un excomunista conservador asociado con Bill Buckley convenció al editor para suprimir la última parte del libro, por ser demasiado extremista. ¿Por qué? Murray había demostrado que cualquier intervención violenta en el mercado, como los impuestos, era destructiva. De hecho había demostrado que el propio estado era “una banda de ladrones con mayúsculas”.

Esa fue la historia de la vida profesional de Murray: superó los impedimentos puestos en su camino para triunfar. Y, por cierto, la parte suprimida se publicó después como Poder y mercado.

Murray se mantuvo impávido y atacó al establishment para hacer su trabajo. Ni siquiera el poder y la pasta pudieron detener a este hombre y su máquina de escribir.

Cuando decidí crear el Instituto Mises, la primera persona con la que hablé fue con Margit von Mises. Me dio su entusiasta bendición. Luego pedí ayuda a Murray. Literalmente dio palmas de alegría, yo debería haber hecho lo mismo por su implicación.

Murray amaba el Instituto y se dedicó a él como cumplimiento de su visión estratégica e ideológica. Como Mises, sigue ayudando a planificar nuestro futuro. Tenemos su inmensa librería personal y papeles. Todos sus libros están impresos y, con Internet, es ahora mucho más conocido e influente que cuando estaba vivo.

Es tal su poder como pensador y escritor que estudiantes e intelectuales, hombres de negocios y profesionales en todo el mundo basta con que lo lean para ver las mentiras del régimen.

Hace un par de años, me dijeron que Murray tenía una “ventaja injusta” sobre la mayoría de los tipos de Washington porque toda su obra estaba disponible gratis en la web, gracias a nuestros donantes. ¡Dadme más de esa injusticia!

Murray no vivió para ver Internet, pero le habría encantado, y especialmente nuestro espectacular nuevo sitio web. Mises.org ya es el sitio de economía más leído en el mundo. Queremos aumentar nuestra ventaja.

Ahora no solo están disponibles gratis para el mundo los grandes clásicos austriacos y libertarios, sino que también tenemos cientos de otros libros importantes, las impresiones completas de revistas clave de investigación, miles de artículos aplicando teoría austriaca a muchos asuntos importantes y audio y vídeo de todos los seminarios y conferencias que realizamos en el Instituto y en todo el mundo. Por no mencionar nuestra Free Market, en la que escribió Murray y otras formas coordinadas para llegar a todos.

El ejemplo y la obra de Murray nos inspiran cada día. Nos enseñó a no perder nunca la confianza, a ser fieles a nuestros argumentos y a no ser pesimistas acerca del futuro de la libertad.

A Murray le encantaba nuestro pequeño programa, la Universidad Mises, y los inteligentes y entregados alumnos que se apiñaban allí desde todo Estados Unidos y también muchos países extranjeros. Pensaba que era esencial que mantuviéramos impresos los clásicos libertarios y austriacos, publicáramos una revista académica y albergáramos un programa profesional para investigadores y estudiantes. Quería miembros inteligentes en la residencia (nuestro programa Rothbard de grado). Una facultad brillante y productiva y valor para parte de todos a la hora de librar la lucha contra la oposición. Le habría encantado nuestra inmensa presencia social en los medios, nuestros habituales YouTubes y podcasts, nuestros miles de artículos diarios.

La persona que dijo que Murray tenía una ventaja injusta estaba especialmente preocupada porque la revolución de Ron Paul era rothbardiana. Ron, nuestro miembro distinguido del consejo, debería (dijo) abandonar a su viejo amigo Murray y sus principios y sustituirlos por un keynesiano conservador admirado en los salones del gobierno. ¡Imposible!

Es a Murray al que quieren millones de jóvenes seguidores de Paul: su agudo análisis, su enorme conocimiento, su devastadora prosa. Y, por supuesto, cuanto más se les diga que abandonen a Rothbard a favor de economistas más de moda en Washington, más querrán leerlo.

Con la Academia Mises, ofrecemos enseñanza en línea en diversas áreas. La veo como el modelo para una educación superior de libre mercado en el futuro entre las ruinas de las formas antiguas.

Pero necesitamos vuestra ayuda para seguir adelante.

Vivimos un momento histórico. Las mentiras del Estado las cree un porcentaje menor que nunca de gente, especialmente jóvenes. El Instituto Mises, con nuestro conocimiento tecnológico, una red imbatible de investigadores y el gran corpus que constituye nuestra herencia, está preparado de forma extraordinaria para aprovechar esta oportunidad crucial.

Murray escribía de Mises y el Instituto:

Un hombre de enorme valor, un investigador con una integridad inusual, Ludwig von Mises nunca supo sino perseguir la verdad hasta sus últimas consecuencias, por muy impopulares o molestas que fueran. Y, como consecuencia, Ludwig von Mises fue el mayor y más intransigente defensor de la libertad humana en el siglo XX.

No sorprende, por tanto, que el timorato y el venal normalmente se alejen del mismo nombre de Ludwig von Mises. Pues Mises despreció todos los obstáculos y tentaciones en busca de la verdad y la libertad. Al levantar la orgullosa enseña de Ludwig von Mises, el Instituto Mises ha establecido en realidad un patrón al que puede acudir el sabio y honrado.

En esa enseña también está Murray Rothbard, que podía haber estado escribiendo sobre sí mismo. Ayudadnos a mantener en alto esa enseña. Uníos a nosotros en la batalla por la libertad, la verdad y el futuro.

Espero que os comprometáis en ayudarnos a extender el mensaje de Mises y Rothbard y a formar a las próximas generaciones para mantener el gran edificio de verdad que es la economía austriaca y el liberalismo clásico. Nunca ha hecho más falta.


Nota: las opiniones expresadas en este artículo no reflejan necesariamente las de Mises Hispano.

Publicado originalmente el 26 de diciembre de 2014. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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