La Fed: La realidad vence a la retórica

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[Este artículo está extraído del número de diciembre de The Free Market].

A lo largo de la existencia de la Fed, sus cargos y defensores intelectuales han afirmado comprensiblemente que el movimiento público hacia una banca centralizada fue una evolución sobre todo beneficiosa. Por ejemplo, en un número de 1948 de he Federal Reserve Bulletin, el presidente de la Fed, Thomas B. McCabe, afirmaba que la producción de dinero no podía gestionarse a sí misma, así que necesitábamos una banco central como la Fed que actúe a favor del interés público. Casi tres décadas después. el venerable Arthur Burns afirmaba que los activos básicos de la Fed se preocupan por el bienestar general, la integridad moral, el respeto por el conocimiento demostrado y la independencia de pensamiento.

Los supuestos beneficios de una existencia de dinero elástica gestionada por la Fed se convirtieron en la justificación habitual para esta en su propaganda posterior. De nuevo en 1948, el presidente de la Fed, McCabe, afirmaba que una falata de un banco central causaba una amenaza continua de pánicos financieros, pero la Fed puso fin a este peligro (una afirmación bastante insolente para hacerla pocos años después de la Gran Depresión). El siguiente presidente de la Fed, William McChesney Martin, afirmaba que la Fed estaba pensada para minimizar pánicos y crisis debido a irregularidades en el flujo de la oferta monetaria y para hacer que el sistema monetario funcione más suavemente, pero que un patrón oro era demasiado rígido.

En 2013, el presidente Ben Bernanke decía igualmente a alumnos de universidad que “las preocupaciones por la estabilidad financiera fueron una razón importante por la que el Congreso decidió tratar de crear un banco central al principio del siglo XX”.

Sin embargo, desde el principio, la realidad no se corresponde con la retórica de la Fed. Lo que la Fed afirmó que hizo y haría difiere enormemente de lo que realmente hizo y de las consecuencias de sus acciones. En lugar de impedir y mejorar las crisis, las causó y agravó. En lugar de lucha contra la inflación, fue un manantial de inflación. En lugar de permanecer políticamente independiente, sirvió a los políticos.

Aunque se afirmó originalmente que la Fed haría imposibles las crisis financieras y económicas al proporcionar unas existencias elásticas de dinero, en realidad, desde el principio, el Sistema de la Reserva Federal fue diseñado como una máquina inflacionista para controlarla y mantenerla uniforme por el banco central.

La realidad de la Reserva Federal

La historia económica de EEUU refuta claramente la idea de que la Fed simplemente mantuvo una divisa elástica para satisfacer únicamente las necesidades del comercio. Si hubiera sido así, no se esperaría necesariamente una tendencia a largo plazo de aumento de la inflación, pero eso es lo que vemos. La tasa de aumento anual de la base monetaria ha aumentado con cada cambio institucional que aumenta la inflación en nuestro sistema monetario. De 1918 a 1933, el año en que Roosevelt nos sacó el patrón oro nacional, la base monetaria aumentó una media anual de aproximadamente un 2,2%. De 1933 a 1971, cuando Nixon quitó al dólar los últimos vestigios del patrón oro internacional, la base monetaria aumentó a una tasa anual media del 6,4%. Después de que abandonáramos el oro para siempre, la Fed aumentó la base monetaria a  una tasa anual media del 9,8%.

Las existencias monetarias le siguieron. Desde la llegada de la Fed, las existencia de de dinero M2 aumentaron en 10,0064 billones de dólares en 2012. Eso es un aumento de más del 452% durante la vida de la Fed.

Como cabría esperar, al aumentar continuamente la oferta monetaria a lo largo del siglo pasado, el poder adquisitivo del dólar se desplomó en relación con lo que era el siglo antes de la Fed. El índice de precios del consumo fue 22,8 veces más alto en junio de 2013 de lo que era en enero de 1913.

De 1800 a aproximadamente 1895, el poder adquisitivo del dólar apenas se dobló. Luego, al empezar los precios su larga marcha tras la llegada de la Fed, el poder adquisitivo del dólar empezó su largo deslizamiento a la baja, culminando en un PAUM (poder adquisitivo de la unidad monetaria) de aproximadamente 8 centavos en 2009, comparados con el dólar de 1800. Vaya forma de mantener el valor del dólar, el precio estable y manipular la oferta monetaria solo para las necesidades del comercio.

A la vista del historial, las preocupaciones por la deflación de precios deberían ser risibles. Solo se ha producido una deflación noticiable de precios tres veces a lo largo de los últimos cien años. La Fed permitió la deflación de precios después de la recesión de 1920-21 y por eso se pasó tan rápidamente. Fue ineficaz en acabar con la deflación monetaria y de precios en 1931-33 aunque no fue por dejar de intentarlo.

La Fed fracasa en impedir crisis

El desplome financiero de 2008 es simplemente la debacle económica más reciente alimentada por la Fed. Menos de ocho años después de su origen, una Fed indujo un auge inflacionista que puso en marcha la recesión de 1920-22. La inflación de la Fed a partir de mediados-finales de la década de 1920 dio paso a la recesión que se convirtió en la Gran Depresión. Después de la Segunda Guerra Mundial, la Fed supervisó la inflación y recesión durante la década de 1950. En 1963, la inflación respaldada por la Fed hasta entonces sobrepasó las existencias de oro de EEUU que estuvo lejos de cubrir nuestras obligaciones bajo el sistema de Bretton Woods. La situación era tan mala, de hecho, que el Tesoro de EEUU se vio obligado a tomar prestado en el exterior en dinero que no eran dólares, debido a la falta de confianza en la divisa de EEUU en el extranjero. La Fed no impidió ni que el desplome de la bolsa de 1987 ni el colapso del fondo de inversión Long Term Capital Management. Inmediatamente después del gran desplome de la bolsa de 1987, el entonces nuevo presidente de la Reserva Federal, Greenspan, aseguraba a los inversores que la Fed estaba lista para proporcionar toda la liquidez que fuera necesaria para mantener a flote los mercados. La solución de la Fed a la recesión de la década de 1990 y la crisis del peso mexicano fue más de lo mismo: inflación monetaria vía expansión del crédito.

Los inversos que reciben el nuevo efectivo buscaban oportunidades y se puso de moda lo último: la tecnología e Internet. La inflación de la Fed en la década de 1990 llevó a la burbuja tecnológica y la consiguiente recesión del 2000. La Fed respondió de nuevo haciendo lo que hace mejor: asegurando a los inversores, expandiendo el crédito y aumentando la oferta monetaria y repitió su “acomodación” después de los ataques terroristas del 11-S. Muchos inversores, afectados por el crash tecnológico e inducidos por diversas regulaciones crediticias, dirigieron su nuevo dinero hacia inmuebles y luego a valores con respaldo inmobiliario y derivados financieros basados en estos valores. El capital volvió a invertirse mal, generando la Gran Recesión y lo peor del capitalismo de compinches.

La historia económica demuestra que la Fed no solo no ha proporcionado estabilidad económica, sino que una y otra vez ha producido inestabilidad y destrucción económica a través de su expansión inflacionista del crédito y su manipulación del tipo de interés.

Conclusión

Durante 100 años, la Fed ha proclamado su indispensabilidad económica. La pintura que muestra de un mundo son la Fed es distópica y muestra una sociedad que queda dando tumbos de recesión en recesión, experimentando alternativamente inflación desbocada y alto desempleo. Gracias a la Fed, se afirma, disfrutamos en su lugar de moneda fuerte, menores recesiones, alto empleo, precios estables y mejores niveles de vida. En otras palabras, la Fed es absolutamente necesaria para una estabilidad macroeconómica en todo el orbe.

La realidad económica enseña una lección enormemente distinta, porque las leyes de la economía tienen una forma de impactar en la retórica estatista. La historia de la Fed ha sido de inflación monetaria, precios en general mayores, menor poder adquisitivo, depresiones económicas y décadas perdidas. En 1913, el estado planto el viento inflacionista y durante cien años hemos estado recogiendo tempestades económicas.


Publicado originalmente el 14 de enero de 2015. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.