La revolución será puros negocios

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Muchos anarquistas de mercado continúan aceptando el paradigma del movimiento político. Ellos creen que la sociedad que desean sólo comenzará a existir cuando logren persuadir a mucha gente acerca de los beneficios o acerca de la corrección moral de tal sociedad. De modo que buscan construir ese movimiento.

Les tengo buenas y malas noticias.

Las malas noticias son que no hay ningún movimiento anarquista de mercado, y que jamás lo habrá. Un mejor marketing masivo de los principios de la anarquía de mercado no provocará su advenimiento. Un evangelismo racional no convertirá a las masas, ni siquiera a una masa crítica de individuos, al anarquismo de mercado.

El proyecto de construir un movimiento es erróneo y es inútil para los anarquistas de mercado. El impulso a construir tal movimiento es colectivista por naturaleza, y está enraizado en una concepción democrática e igualitaria de la sociedad. La idea es que cuando suficientes personas descubran cuál es verdaderamente su interés común, voluntariamente cooperarán para garantizar ese interés común. No es sorprendente que a muchos les sea difícil escapar de esa idea, que no está tan lejana de los ideales de los Padres Fundadores, ideales que nos han enseñado a reverenciar desde niños. Pero estos ideales democráticos no son apropiados para la anarquía de mercado y no propiciarán su advenimiento.

¿Dije que había buenas noticias? Las buenas noticias son que tal movimiento es innecesario.

Es difícil hacer entender esto a quienes todavía comparten el paradigma del movimiento político. Tienden a ni siquiera escuchar. En “A Porcupine’s Worth Is His Price” (“Lo mejor de un puercoespín es su precio“), escribí:

“Algunos defensores del anarcocapitalismo creen que para liberarnos del gobierno necesitamos convencer a la mayoría, o a cierto número de personas, de que la sociedad anarcocapitalista será mejor que la sociedad con gobierno.

Pero el puercoespín nos enseña una lección diferente: que los hombres se liberarán del gobierno cuando sea demasiado caro o costoso el gobernarlos.”

En relación a esto, Bob Murphy me acusa de tener una “necesidad compulsiva de ofrecer un producto diferenciado”. Me pregunta: “¿En qué difieren estos dos enunciados? ¿Estás diciendo que no se requiere un cierto número de personas para llegar a ser libres?”

Lo que intento decir es que no es necesario persuadir a un cierto número de personas acerca de los méritos de la anarquía de mercado para lograr que sea demasiado caro o costoso gobernar a la gente. Me parece que no me han escuchado. Me acusan de ser fatalista porque digo que no existirá nunca ese movimiento. Me acusan de ser un cínico porque digo que el evangelismo racional no funciona. Pero no soy ni fatalista ni cínico. Soy optimista.

¿Cómo podría existir la anarquía de mercado sin un movimiento? Esto es lo que me preguntan una y otra vez. Pero la pregunta me la hacen casi siempre retóricamente; la persona que pregunta no busca en realidad una respuesta porque ya ha decidido de antemano que eso no es posible. Y cuando la respuesta es dada, no es escuchada, o es olvidada rápidamente.

Hago la pregunta buscando respuestas. Y las hay. Ésas son las buenas noticias:

Existe un modelo de acción colectiva voluntaria y que es apropiado para el anarquismo de mercado. Son los negocios [bussiness].

Un negocio o una empresa no se sostienen porque haya un argumento racional que persuada a las personas de perseguir una meta común; apelan principal y directamente al auto-interés de empleados y clientes. Una empresa exitosa debe producir algún valor para empleados y clientes sobre la base de ganancias.

Una empresa no requiere un número especial de participantes; a veces grupos muy pequeños de personas pueden producir resultados dramáticos dentro de la empresa.

Considérese el Asesinato Político. Yo no defiendo al AP porque no creo que funcione como pretenden sus creadores; lo ofrezco tan sólo como un modo de aproximación a la anarquía de mercado. Si el AP funcionara tal como se pretende, el gobernar a los pueblos llegaría a ser algo demasiado caro o costoso, puesto que aquéllos que aspiraran a gobernar sabrían que eso podría costarles la vida. Sería innecesario persuadir a la gente para que practicaran el AP; lo practicarían por puro auto-interés.

En teoría, un pequeño equipo, acaso un solo individuo, podría implementar el AP. Su implementación total sería un negocio, aunque ciertamente no un negocio inmenso. El proyecto sería muy lucrativo, y por ello algunos querrían intentarlo. Y este negocio cambiaría el mundo, asumiendo que el AP funciona como se ha anunciado. –Mira, mami: ningún movimiento.

El AP no es la respuesta, pero es el tipo correcto de respuesta: es un negocio.

¿Qué clase de negocios pueden apresurar la anarquía de mercado? Negocios que hagan más caro o costoso el gobernar a la gente. Negocios que ofrezcan a sus clientes los medios para proteger su vida y su propiedad de los gobiernos. Un negocio muy atractivo sería el que ofreciera a sus clientes el medio para proteger sus ingresos contra los impuestos. Los impuestos llegan a ser voluntarios en la medida en que los individuos pueden evitarlos, y cuando los impuestos lleguen a ser lo suficientemente voluntarios, los gobiernos decaerán o fracasarán. ¿Qué incentivo tendrán los negocios para ofrecer tales servicios? Quedarse con alguna porción de ese flujo masivo de rentas que los gobiernos controlan hoy; la recompensa financiera sería muy grande.

No espero que un solo negocio nos daría la llave para alcanzar la libertad individual. Más bien, espero que muchos negocios vayan tomando su parte en ese flujo de rentas, y cada uno haga a la gente un poco más difícil de ser gobernada. El efecto acumulativo será el mismo.

Si usted puede dar a la gente los medios para proteger su propiedad y su persona del gobierno, no necesitará perder ni un instante persuadiéndola de que lo haga. Ella sola, por su propio interés, lo hará así, masivamente, sin importar sus opiniones políticas.

Los gobiernos son una manera de solucionar el problema de los bienes públicos mediante el recurso de castigar a aquéllos que rehusan cooperar con la colectividad. El problema es que con esta solución nos convertimos en prisioneros de los gobiernos.

Nuestro Dilema del Prisionero es que estaríamos todos mejor si colectivamente abandonamos al gobierno, pero individualmente sólo conseguiríamos castigos muy duros por cada defección.

La solución al dilema es introducir agencias que puedan cosechar magníficas recompensas por proteger a los individuos de las penalidades que el gobierno pueda infligirles; negocios que obtengan formidables ganancias por ayudar a sus clientes a escapar de los castigos del gobierno.

¿Para que preocuparse por hacer marketing a la anarquía de mercado cuando usted tiene un negocio viable?

Olvídese de movimientos. El negocio del anarquismo de mercado es los negocios.


Publicado originalmente el 19 de junio del 2002, traducido por William Gilmore. El artículo original se encuentra aquí.

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